El ex intendente de Ciudad del Este realizó un repaso de su trayectoria política desde su paso como presidente de la Federación de Centros de la Universidad Nacional del Este (UNE) hasta llegar al escenario actual, que lo posiciona como uno de los potenciales candidatos a la presidencia de la República para el 2028.
Su entorno político es heterogéneo: su padre proviene del sector liberal y su madre es colorada. En el 2012 intentó afiliarse al Partido Colorado, y fue Raúl Latorre, actual presidente de la Cámara de Diputados, quien lo promovió y fue testigo de la inesperada negativa de la ANR.
“Fue mi padrino en una de esas oportunidades dentro de la Junta de Gobierno, y él me dijo: ‘Miguel, no entiendo qué es lo que está pasando o quién está trabando tu afiliación’”, recordó al tiempo de agregar que su afiliación fue rechazada en cuatro ocasiones en el Partido Colorado.
Seguidamente, ganó Horacio Cartes y, con el tiempo contó que llegó el desencanto con ese modelo de gobierno. “Yo también me tragué el cuento de un ‘nuevo Paraguay’, como seguramente le ocurrió a mucha gente en ese momento”, confesó.
Hasta que, en 2014, el senador Rubén Velázquez, quien en aquel tiempo fue su profesor de Derecho Electoral en la universidad, le dijo: “Miguel, fundemos un movimiento independiente, con nuestra propia ideología y nuestras propias reglas. Ahí nadie te va a echar ni vas a tener un patrón”.
“La idea nos gustó. Entonces nos reunimos con varios jóvenes que tampoco tenían espacio en el Partido Liberal ni en el Partido Colorado; algunos venían de la izquierda, otros de la extrema derecha, hicimos una verdadera ensalada, y así fundamos Yo Creo”, relató sobre los inicios del movimiento.
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Señaló que proviene del sector privado, un ámbito donde el fanatismo político suele ser más atenuado, posiblemente por la independencia económica que caracteriza a quienes trabajan allí.
Además, consideró que ese sentimiento regionalista también contribuyó, así como el hecho de no estar afiliado al PLRA, lo que le permitió ser escuchado por los colorados sin cerrar las puertas dentro del PLRA. “Desde el inicio, recibí el apoyo de personas que me decían: ‘Miguel, yo soy colorado, pero te voy a votar’. Y creo que ese mensaje fue retumbando internamente en el equipo”, afirmó.
Asimismo, contó que siempre fue consciente de la proveniencia de su electorado: el 40% son colorados, el 30% son liberales y un 30% son personas que no tienen ningún tipo de afiliación.
“Siempre tratamos de mantener una línea coherente. Sabemos que el enemigo no es el Partido Colorado, que hoy está secuestrado por un sistema. El verdadero enemigo es este modelo clientelista que genera una cadena de favores: jueces, contralor, sectores del sistema judicial. Todos terminan siendo rehenes dentro de una estructura que funciona así. Nosotros entramos desde afuera, prácticamente a contramano del sistema, y por eso recibimos tantos golpes, una y otra vez”, resaltó.
A renglón seguido, señaló que no es “santo”, pero que el Partido Yo Creo está proponiendo algo diferente y genera conexión y simpatía en muchos sectores de la sociedad. “Espero de corazón que esto se extienda a otras ciudades, que no quede solamente en Ciudad del Este”, expresó.
Prieto sostuvo que su gestión en Ciudad del Este se apoyó en una base firme: la convicción de que el Estado no debe intervenir en los negocios privados de la gente. Explicó que ese enfoque funcionó muy bien en Ciudad del Este porque generó tranquilidad.
“Puedo decir con propiedad que nunca el comerciante, el mesitero, el vendedor ambulante o el empresario millonario se sintieron más cómodos que trabajando con nuestro gobierno, porque cortamos las extorsiones y el chantaje. Ni siquiera nos metimos a mirar qué hacía cada empresario; simplemente ofrecimos seguridad desde el rol que nos correspondía y facilitamos su trabajo”.
Así también habló de la conexión con la sociedad con un rostro más social. “Tratamos de destinar parte del presupuesto al ámbito social, y eso nos permitió conectar con los sectores más carenciados. Tenemos un poco de lo mejor de cada modelo y evitamos radicalizarnos”, afirmó.
La victoria en Ciudad del Este
Miguel Prieto señaló que Javier Zacarías Irún tiene un altísimo índice de rechazo en Ciudad del Este, mientras que Roberto González Vaesken no es un mal candidato. “Roberto es una persona respetada, ya sea por su trayectoria como rector de la universidad o por su paso por la gobernación, y en general tiene buena percepción entre la gente del Este”, afirmó.
“Los números que manejamos indican un rechazo del 85%, y estoy hablando específicamente de Javier Zacarías”, explicó.
En contraste, señaló que su hermano, Justo Zacarías Irún, no tiene un nivel de rechazo tan alto como el senador Javier Zacarías.
Recordó que hubo una foto en la que Roberto aparecía entre los dos Zacarías y comentó: “No sabés cómo festejamos esa foto, dijimos: ‘Acá está, vamos a enviarla por todos lados, que Roberto es Zacarías’. Eso formó parte de la campaña política”, contó.
Sin embargo, aclaró que esto no le resta mérito a su candidato Daniel Pereira Mujica: “Es un tipo humilde, tranquilo y muy disciplinado. Salió a caminar durante 90 días, más allá de lo que pasaba en las redes sociales, abrazando a la gente y manteniendo una conexión real con la ciudadanía”.
Agregó que, sumando esto a su gestión y al apoyo de todos los partidos de la oposición, se logró el resultado obtenido.
El Partido Colorado “le hizo un favor”
Sobre su destitución, Miguel Prieto dijo que en su momento fue muy doloroso. “Internamente sentía una profunda injusticia, aunque trataba de no demostrarla para mantenerme fuerte frente al equipo. Si yo me desmoronaba, se desmorona todo el equipo. Hoy me doy cuenta de que, en cierto modo, me hicieron un favor. Pero también tuve que hacer mi parte: resistir. No haber renunciado fue clave, realmente clave”, afirmó.
Dentro de su propio equipo se debatía mucho. “Algunos planteaban: ‘Che, Miguel, ¿qué vamos a hacer?’. Las opciones eran dos: renunciar o resistir. Y ambas eran válidas, ambas eran lógicas. En una reunión con el equipo político analizamos todo, y un grupo me decía: ‘Che, Miguel, renunciar no es tan malo, no es ser un cobarde; a veces, uno puede dar un paso atrás para tomar impulso. Además, tenemos mayoría propia en la Junta Municipal’. Esa idea empezó a hacer ruido en mi cabeza”.
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Pero también recordó que estaban los más duros, que le decían: “‘Miguel, renunciar es darle la razón a esta gente. Es correr como un cobarde’. Y eso me tocó. Pensé: ‘Pero yo no soy un cobarde. Si llegamos hasta acá, con 50 denuncias encima, con juicios pendientes, con todo lo que se dijo…’. El equipo me dio la libertad de decidir cómo quería que terminara mi etapa política en Ciudad del Este. ‘Miguel, lo que vos decidas, nosotros te vamos a acompañar’, me dijeron. Y entonces respondí: ‘Vamos a pelear hasta el final, aunque me echen’”.
“Nos reunimos, tomamos la decisión y se la comunicamos a los directores. Les advertí: ‘Van a ser meses jodidos con la intervención, resistan’. La intervención se aprobó, llegó el interventor y pasó todo lo que el país vio. Pero nosotros teníamos en mente –y estábamos convencidos, por los números que manejábamos– de que podíamos volver a ganar”.