27 sept. 2025

Los pobladores del Chaco y su larga condena al aislamiento

El abandono y el olvido a las poblaciones del Chaco son permanentes. Los reclamos y los pedidos desesperados de auxilio se suceden durante todo el año, sin importar las estaciones, ya que el Chaco está aislado tanto por las lluvias como por las sequías. Es urgente un recordatorio para las autoridades nacionales, de modo que no olviden la tan anhelada y solicitada ruta de todo tiempo para beneficiar a las comunidades. Estos compatriotas tienen derecho al acceso a la salud y educación de calidad, y a servicios públicos eficientes.

Las comunidades que viven en el Chaco viven alejadas y aisladas no solo de un buen acceso a salud y educación, vías de comunicación y los servicios de agua potable y energía eléctrica, sino también están muy lejos de los espacios de poder que deberían ofrecerles mejor calidad de vida. Pese a que el Chaco paraguayo tiene una gran significación histórica para el Paraguay, en los hechos concretos, no pasa de ser una cuestión simbólica y a veces hasta puramente romántica o patriotera.

Una sentida interpretación de la polca 13 Tuyutí en un contexto deportivo, en el estadio Defensores del Chaco, puede arrancar lágrimas, desatar emociones, sin saber que es el nombre de un regimiento que tuvo una destacada participación en la Guerra del Chaco y es una canción de Emiliano R. Fernández que precisamente relata la Batalla de Nanawa. Y aunque Nanawa es hoy parte de ese Chaco tan ignorado y postergado por el Estado y sus instituciones.

Actualmente, en el Chaco persisten comunidades que viven muy alejadas, y una de las carencias más sensibles para ellas son los caminos. Las comunidades se mantienen alejadas precisamente porque sus rutas son intransitables cuando llega la sequía soportan las trampas de polvo de los talcales, y esas mismas en temporada de lluvias se convierten en lodazales infranqueables.

Las emergencias meteorológicas pueden parecer el castigo determinado para las comunidades con infraestructura sumamente precaria, pero cuando llegan la sequía o la temporada de lluvias, la cuestión meteorológica no es realmente el problema, sino la ausencia o bien la deficiencia en la gestión de las instituciones del Gobierno nacional, de los gobiernos locales y departamentales.

Entre todos, los más pobres entre los pobres son los indígenas que subsisten, pese a todo. Recordemos el testimonio de la comunidad Yichinachat, del pueblo Nivaclé, ubicada en la zona Línea 32 en el Departamento de Boquerón, donde los pobladores solamente disponen de un estanque lodoso para extraer agua, ayudados por una botella plástica y remeras sobre un balde para intentar quitarle el barro al líquido y así poder acceder al líquido salado, que es lo único que tienen.

Este año, el Chaco vivió la experiencia de intensas e históricas lluvias que dejaron poblaciones inundadas y la ya escuálida red vial, destrozada. La consecuencia directa es la total incomunicación con el resto del país, particularmente quedaron aislados los pobladores de lejanas localidades del distrito de Fuerte Olimpo y Bahía Negra. Las lluvias no solo causaron estragos en las infraestructuras viales, sino que también sumieron a varias comunidades en una terrible incomunicación.

Recientemente, el obispo del Vicariato Apostólico del Chaco, monseñor Gabriel Escobar, se había hecho eco del reclamo de una ruta de todo tiempo para beneficiar a las comunidades y no solamente a las industrias ganaderas.

En su contundente homilía, el obispo alzó su voz en defensa de los pobladores de Alto Paraguay, denunciando el abandono que sufre la región, y exigiendo a las autoridades una ruta de todo tiempo.

El obispo aseguraba en la homilía haber recibido mensajes de la ciudadanía en los que expresaban su frustración, y sobre todo la sensación de no ser importantes para el gobierno: “No podemos salir para llevar a nuestros enfermos, a nuestros ancianos y algunas veces se mueren”. Esa es precisamente la realidad de una zona desamparada, donde siete de cada diez niñas, niños y adolescentes no terminan el colegio y que lidera el índice de mortalidad en menores de un año a nivel nacional, según la Coordinadora por los Derechos de la Niñez y la Adolescencia (CDIA).

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