En el sitio se observan huesos viejos y nuevos que corresponderían a unas 500 cabezas de ganado, aparentemente faenadas en distintos lugares y posteriormente arrojadas en la zona. Según los primeros indicios, el lugar sería utilizado por abigeos que emplean el arroyo como depósito de los restos.
Se evidencia además que los desconocidos acostumbran lanzar los huesos desde la propia ruta, aprovechando la gran pendiente existente en el lugar, lo que facilita que los restos rueden hasta la orilla del cauce.
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Se calcula que muchos de los huesos ya habrían sido arrastrados por la corriente cada vez que el arroyo se desborda durante la época de intensas lluvias, lo que agrava la contaminación y dificulta las tareas de verificación.
El abigeato continúa siendo uno de los principales flagelos que afectan a pequeños, medianos y grandes productores del Departamento de Concepción, generando importantes pérdidas económicas y preocupación en el sector ganadero.