La muestra es un intento híbrido de cosmogonía criolla-indígena con pulsiones contemporáneas, donde la imagen confiesa desde el principio su condición de montaje, de cruce intertextual constante, y donde la autora examina y desconstruye la invención literaria de Narciso R. Colmán, escritor más conocido como Rosicrán (Ybytymí, 1876 - Asunción, 1954) y de su libro “Ñande Ypykuéra” o Nuestros antepasados, de 1929. Totalmente libre de su fuente literaria, en la muestra Kerana hay un cierto esquema renovador de la protagonista, cruzando costumbres y creencias de un Paraguay mestizo, entreverado junto a especulaciones psico-afectivas de la heroína.
Acompaña al título de la muestra la palabra hipnagogia, la cual designa al estado de transición entre la vigilia y el sueño; para la artista esta temporalidad de alucinaciones y pensamientos inconexos detonan la experiencia de este proyecto. Seguramente por esta razón la artista compara este estado con el de la creación visual, así como su presentación misteriosa y secreta en las estancias de la galería.
La destreza mayor de Cabrera, de hecho, se halla en la capacidad de hacer encastrar y montar con eficacia todas las piezas, aún las más heterogéneas de su relato en una narración en dos tiempos. El núcleo primero de la exposición se detiene en el montaje de una gran imagen, una pintura que enseña a Kerana, la virgen durmiente, envuelta en una atmósfera completamente azul lograda al pintarse la sala de esta tonalidad profunda y fría junto a otros dos retratos de menor formato.
En una siguiente secuencia, es decir en la próxima estancia de la galería, Sonia Cabrera registra, en una instalación compuesta por decenas de pinturas sobre papel, las pesadillas amplificadas de Keraná. Presentadas en un montaje de hojas volanderas colgadas en un tendedero amplio, asistimos a los soporíferos estados mentales de Keraná en una acumulación, en un ensamble que refuerza sensaciones inconexas del delirio.
Quizás soñando sus traumas y azarosa vida, de su tiempo como princesa despreocupada y dormilona como la describe Rosicrán, Keraná podría reflexionar aquí sobre sus no menos complicados hijos, frutos de su tumultuosa relación afectiva con Taú. En este espacio y momento, dedicado a dar rienda suelta a sus delirios y preocupaciones, podemos presumir una identidad universal, más allá de la paraguaya-guaraní.
Sea como fuere, estas féminas representadas en estados alterados de consciencia son personificaciones del sueño, pleno de licencias y libertades imaginativas. Su materialidad es la de papeles de algodón grabados experimentalmente con motivos que serán luego pintados, con veladuras y camadas propias de un palimpsesto.
Arte y compromiso
A lo largo de cuatro décadas, la obra de Sonia Cabrera destaca en su exploración de la historia reciente en el contexto latinoamericano, del feminismo, del empoderamiento de las mujeres y de cierta exploración idiosincrática de “lo paraguayo”. Su rol como artista-investigadora desempeña un papel firme y destacado en nuestra escena, en la cual la creadora paraguaya asentada en Inglaterra entrelaza discurso político, indagación socio-cultural y creatividad.
La fluidez técnica que transita su hacer involucra tanto la materia como el tiempo. Sonia está también muy interesada en el arte de performance, en acciones efímeras que transmitan desde la ironía y el sarcasmo asuntos anclados en la realidad: su performance denominada Secretaría Técnica de la Mujer llevada a cabo en la muestra Asunciones! en 2020 en el Centro Cultural de la República fue acertada y visionaria, representando la “mesa de entrada” de cualquier institución oficial paraguaya a cargo de una glamorosa y sofisticada joven que funge más de espía o pyrague antes que de orientadora.
Hoy en día, los artistas no solo producen imágenes y objetos, sino que también investigan la historia, la política, los datos y los materiales. La investigación ya sea cultural, técnica o científica se está convirtiendo en un medio central en el hacer contemporáneo, que incluye, en el caso de Cabrera, el dibujo, la pintura, el grabado, la fotografía, el video, el objeto, la instalación y la perfomance.
Sonia Cabrera migró del país ante el inseguro clima político de la dictadura y de su falta de derechos y libertades. Crítica al estado de la cuestión de su país, ha intentado representar una memoria cifrada más en lo micro-pólítico antes que en hechos de la historia, dando voz, por ejemplo, a contextos de opresión a las mujeres (su obra Konkubinas de Dictadores, hecha en y para Internet, es un alegato subvertidor de las jerarquías patriarcales).
Le agradecemos mucho a Sonia Cabrera, y a su alter ego, Otilia Heimat, que permanentemente asistan y revisen el estado y el contexto cultural del Paraguay. Actuando, transitando y atravesando con generosidad todos los espacios, aunque no haya comunicación entre ellos. Trabajando con referentes de todos los sectores de la cultura visual, con galerías de arte diferentes, con curadores independientes, como es en este caso, con mi colega Sandra Dinnendahl López, quién ha escrito un valioso texto de relaciones y conjeturas sobre este proyecto.
Por último, debe tenerse en cuenta que en la obra de Sonia Cabrera subyacen sincretismos culturales múltiples, y que varios de estos efectivamente proceden de sustratos populares y de la experiencia multicultural y cosmopolita que surca su existencia entre dos mares. Keraná no debe leerse como registro documental de una mitología fabulada por Rosicrán, sino como un manifiesto liberador de las mujeres bajo la pesada red patriarcal que aún las somete.