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Blanca Ovelar es una de las pocas voces disidentes en el Senado y una de las primeras en solicitar la semana pasada que el pedido de pérdida de investidura hacia Yamy Nal también incluya a Javier Vera (Chaqueñito). La senadora analizó el comportamiento de sus pares y de la clase política en general y afirmó tajante que se perdieron las formas y los límites en cuestiones importantes. Dijo que no hay que callarse ante la topadora cartista. “Cuando uno gana elecciones no significa que tenga todo el acopio de poder”, afirmó.
–¿Qué pasa con el Congreso Nacional? ¿Por qué es tan baja la calidad de la representación parlamentaria y qué es lo que permite que aparezcan personajes como Yamy Nal o Chaqueñito?
–Yo creo que en primer lugar es muy importante conceptualizar muy claramente la democracia. La democracia es una fórmula, es una regulación de cómo funciona el sistema social, pero el contenido de esa democracia lo da la sociedad. Los actores que forman parte de esa realidad pone la sociedad. Entonces, la democracia está regulada por el Estado. En nuestro caso somos un Estado liberal, contemporáneo, democrático. Y eso se contiene en la República. La República concreta con sus instituciones ese ideal democrático. Y tienen que funcionar las instituciones, para que la democracia, donde por más que la mayoría decide, tiene que haber contrapesos. Cuando uno gana elecciones no significa que tiene el acopio de todo el poder. Es la República y el sentido de derecho lo que permite el equilibrio y la mesura en la comunidad política.
–Pero hoy pareciera que en política vale todo.
–Eso es lo que yo pongo de manifiesto y a mí me preocupa cuando parece ser que todos esos límites se perdieron. En una sociedad democrática abierta y pluralista tiene que haber una ética de mínimos para convivir. No puede no existir reglas y valer todo. Eso es clave que nosotros entendamos. Entonces, ahí es donde necesitamos que las instituciones funcionen.
–¿Por qué cree que el oficialismo no midió con la misma vara a ambos senadores involucrados en el escándalo de los audios?
–Lo que yo reclamé es que nosotros aplicamos una norma a uno de los personajes y al otro no. Entonces me pregunté por qué. Si hay la misma carga, hay una flagrancia donde él asume que él cobra por su voto y dijo que el voto vale tanto. Entonces hay otras inconductas anteriores por las que fue sacado ya de la bancada. ¿Por qué hay esa diferencia en la toma? Esa diferencia afecta un sentido de justicia y de equidad en el manejo de ciertas normas en los colectivos, en los grupos y sobre todo en este caso no es cualquier grupo. Es el grupo político de más alta representación que es la garantía en el funcionamiento de la República de que haya democracia, que es la representación del Senado de la nación. Imaginate, no estamos hablando de cualquier colectivo. No es una comisión vecinal. En la comisión vecinal hay que respetar esa ética de mínimos para convivir y, qué sería en el más alto cuerpo político del Estado paraguayo.
–¿Cree que Chaqueñito es más manejable para el cartismo?
–Se aplicaron reglas distintas en un mismo caso, se preservó yo creo que la personalidad de él, es buenito, pasivo, no se enfrenta con nadie; la otra es más virulenta, eso todo contribuyó, pero sobre todo preservar el voto probablemente.
–¿Por qué hay tanta degradación política? Muchos afirman que este es el peor Congreso de la historia.
–Y sí, la verdad que hay bastante degradación en el debate político, hay bastante degradación en las formas, en el cumplimiento de los rituales de la democracia, en el papel del lenguaje, lenguaje como vehículo, vehículo de interacción y de construcción del entendimiento, de los consensos, y de la visión compartida sobre lo que es el bien colectivo que se defiende, ese vehículo esencial que es el lenguaje, está bastante pobre, está bastante degradado, y eso es un indicador del marco de la idea, porque el lenguaje es la expresión del pensamiento. Entonces, ahí es donde entramos a ver personas que no tienen competencia, que no tienen la mínima formación.
–¿La culpa es de la gente que los vota o de los partidos políticos que incluyen en sus listas a personas indeseables?
–No es de la democracia, la culpa tiene quien le puso en la lista para que figure, porque también el ciudadano busca elegir, ahí es donde tenemos una responsabilidad política en función también a los ideales que aspiramos a la entrada militar en la política.
–¿Cómo hacer frente a las viejas prácticas que no cesan de prebendarismo, nepobabies, repartija de cargos?
–Las reglas de la democracia, que son una fórmula que nosotros aplicamos, tenemos una democracia formal, tenemos elecciones, las elecciones son cada vez más claras, indiscutibles, tenemos mecanismos institucionales para garantizar eso, pero no tenemos una cuestión esencial en la democracia por la que tenemos que luchar, que es la igualdad ante la ley. Y ahí necesitamos transitar hacia eso, necesitamos alertar, velar, estar permanentemente insistiendo, buscar mecanismos donde la justicia actúe. Lamentablemente, en el sentido de la clase política, está aplazada. Parece ser que se perdieron los límites y que todo vale en función de intereses coyunturales, y no es así.
–El cartismo y su mayoría. ¿Cómo se enfrenta a esa maquinaria que amenaza, hace leyes a su medida y se creen impunes?
–Y no hay que callarse, hay que perseverar. Ganar elecciones no significa el copamiento de todo el poder. Es la República y sus instituciones las que permiten el sentido del derecho y permite el equilibrio y la mesura en el que caben los intereses de todos los ciudadanos y donde el ciudadano se sienta representado.
–¿Hay moral y ética en la política?
– Y debería existir una ética de mínimo en la sociedad para poder construir el entendimiento. Mínimo digo porque no vamos a entrar a juzgar la ética personal de cada uno. Muchos hablan de privados, patria y familia, y viven en forma escandalosa sus relaciones adúlteras ante el resto de la sociedad. Ante el asombro de muchos, y otros ya naturalizan.
–¿Qué piensa de la gestión de Santiago Peña?
–No quiero hacer juicios concluyentes. Pero hay algunos ruidos que preocupan, que se tienen que cuidar, desprolijidades en el manejo del poder que no hacen ningún bien al ámbito gubernamental. No me refiero solo al Ejecutivo. El Ejecutivo también entra en eso. Me refiero a los tres poderes y en ese marco, muchas veces, también está el Congreso, porque ahí también se gestan un montón de situaciones que generan sospecha y hacen perder la credibilidad del ciudadano.
–¿Qué opina de la perpetuidad de Bachi Núñez como presidente del Congreso?
–Es manosear la regla, adaptarla, anticiparse demasiado. Le dije yo, es como renegar a la gente, es una herida en la conciencia cívica del pueblo, porque dice: Mirá que en la clase política vale todo, se puede tocar la regla cuando se quiere con tal que sea el interés, y esa no es la forma en el que nosotros vamos a regular y formalizar y fortalecer el estado de Derecho.
–¿La nueva dirigencia colorada va tomando el mismo rumbo de los antiguos?
–Veo con preocupación jóvenes que tienen vicios, los vicios más dolorosos de una clase política voraz que se apropia de los bienes públicos de manera impúdica y encima exhibe un nivel de vida y un nivel de riqueza en medio de toda la pobreza de la gente, y eso es indignante. Tenemos que hacer un viraje hacia la recuperación de principios y valores.
En una sociedad democrática, abierta y pluralista no pueden no existir reglas y valer todo; eso es clave que entendamos.
Ganar elecciones no significa el copamiento de todo el poder. Es la República y sus instituciones las que permiten el equilibrio.
Hay algunos ruidos que preocupan, desprolijidades en el manejo de poder que no hacen bien al Gobierno.