“¡Mamá, viene cliente!” Ese era el grito con el que Susana avisaba a su madre Nina, que una persona tocaba el timbre de la casa buscando comida.
Y no había negativa. “Mamá siempre tenía comida extra. Ella no daba plata. Pero igual la voz empezó a correr”, recuerda una de las hijas de Nina y Mito Stewart, creadores del Kiosko Solidario Nina.
Ambos formaban parte del Movimiento Familiar Cristiano, donde servían a sus semejantes. Cuando dejaron el grupo por cuestiones de la edad, no dejaron la ayuda para con los demás.
La cantidad de personas que buscaban el alimento diario fue creciendo con el paso del tiempo. Si Nina no estaba, alguno de sus hijos asumía la responsabilidad.
“Les dábamos un plato de comida, ya teníamos todos los platos de plástico. Se volvió bastante constante y había gente que venía sí o sí”, rememora Susana.
El sueño. Como la cantidad de personas fue creciendo, Nina pensó en el kiosko que estaba cerca de su casa.
Su idea era comprar la casilla y ubicarla en la placita de la Avenida Venezuela y Sargento Gauto. Los hijos quedaron sorprendidos por el proyecto de su madre.
“Nosotros decíamos, mamá estás loca. No te van a dejar usar la plaza para eso. Pero ella recordaba la heladera solidaria y el perchero solidario que había visto en una parte”.
En vez de realizar una gran celebración por sus 50 años de casamiento, Nina y Mito decidieron pedir a sus amistades y conocidos cosas para dar de comer a la gente.
Fue en ese tiempo, hace 10 años cuando Nina envió una carta a la Municipalidad de Asunción solicitando el espacio en la plaza.
La coincidencia hizo que en ese momento Mario Ferreiro, quien había asumido la Intendencia de Asunción y hacía un tiempo se había mudado en los alrededores, recibiera el pedido.
“Eso ayudó ya que él conocía la zona. Le preguntó a los vecinos que nos conocían. Entonces, hizo sus averiguaciones y luego comunicó a la gente de espacios verdes de la Municipalidad sobre cómo armar la idea”.
La autorización fue dada y luego el kiosko contó con luz y con agua. La apertura oficial fue el 7 de julio del 2017.
La iniciativa también fue teniendo más apoyo de otras personas. “Lo primero que mamá dijo es que no se acepta plata. La gente a veces quería enviar y les decían no. Que lo que necesitábamos era leche, arroz, entre otras cosas”.
Susana explica que esta política hasta ahora sigue presente. Sin embargo, si alguien quiere dar dinero, lo que se hace es que el monto sea destinado al comercio donde realizan las compras.
Mística. Nina y Mito pusieron su esfuerzo y dedicación, además de amor al prójimo para ir sosteniendo la iniciativa. Ella falleció en abril del 2020, en plena cuarentena del Covid-19. No fue a causa del virus, aclara Susana.
Sus hijos continúan su legado cada día y en homenaje a su madre el kiosko lleva su nombre.
Aunque la iniciativa ha sido aplaudida, en sus inicios no faltaron quienes también estuvieron en contra.
“Había quien decía que le quitábamos sus clientes ¿Cómo podía ser eso, si era gente sin plata la que venía junto a nosotros? También había quienes decían que eran borrachos los que venían”.
Ese no fue el único escollo que fueron superando. También hubo dos robos importantes en estos años y otros menores.
Sin embargo, la labor sigue firme y creciendo. Desde hace tres años, también existe un perchero solidario donde la gente puede donar ropas y calzados para quienes lo necesiten. Ayer, como en cada Día del Niño, también realizaron un agasajo para los chicos. “Hay veces que parece que no vamos a tener para ese día. Pero de la nada aparecen donaciones y podemos cumplir ese día”, describe.
Un promedio de 60 personas que a diario tienen un plato en la mesa . Decenas de manos anónimas que hacen posible cumplir la misión de Nina. El kiosko solidario se ha convertido en la acción que alimenta el alma cada día.