Fue una máquina sin freno. Aumentó la cifra y volvió a ser implacable.
No había otro equipo en la cancha, solamente Olimpia. Su alta efectividad le produjo un final del primer tiempo con tanta abundancia de goles. Si uno podría torcer el curso de los acontecimientos, se podría haber bajado el telón y dar por finalizado el espectáculo al cierre de ese primer capítulo. Es que el rival no daba para nada y no se podía parar lo hegemónico y alto poderío de un Decano con hambre.
Su promedio de goles está rompiendo todos los pronósticos. La esencia del fútbol marca los goles y este Olimpia deleita, pone contento a todos su seguidores y produce envidia de otros tantos equipos. Se podrá decir que hasta ahora está enfrentando a equipos de escasa consistencia y bastante vulnerables, pero los números no mienten y son los que ponen a este conjunto franjeado como el más distinguido hasta ahora.
ALTAMENTE. Se entiende que la “vendetta” de tantas jornadas amargas en las que el viejo Olimpia mordió el polvo de la derrota ante Sol de América y sus ilusiones resultaron frustradas, en esta se las cobró con creces.
Resulta tan incómodo hacer el análisis de un partido cuando uno de ellos pasó a ser inmensamente superior al otro. De cualquier manera, este espacio nos brinda la posibilidad de poner de resalto que el Decano demuestra una mejoría colectiva que no pasó a la demostración en los juegos que antecedieron a este.
EL RIVAL. Tempranamente se avizoraba la escasa consistencia del “Expreso Azul”. Con limitaciones o carentes de fuerza en su línea de ataque, en el medio no tenía ideas, y efectividad en las marcaciones. Cambios sustanciales imperaban cuando se iba a la reanudación del juego, pero Giovagnoli fue muy reservado y económico para mover las piezas.
Julio César Cáceres ya hizo su gol, Bobadilla se rehabilitó al atajar un penal al “virus” azul, el Teto Cristaldo, y el Tanque Ferreyra marca dos en un solo juego.
Es otra buena señal de este Olimpia que sigue zumbando y eliminando rivales que se cruzan en su camino.
Su furia goleadora sigue intacta y es cuestión de ver qué enemigo le podrá poner el freno a su pesada maquinaria.
VLADIMIR MARÍN
Impecable trabajo en el mediocampo franjeado. El volante se distinguió sobre todos, aunque no tuvo la oportunidad de hacer su gol. Su despliegue y creatividad fueron sus mejores cartas.