Un pedazo de madera, un poco de tela, un par de carretes de hilos de varios colores, clavos y un martillo son más que suficientes para que Óscar Ojeda (35) haga su arte. De atrás para adelante, cada hilo sigue un trazo específico guiado por las hábiles manos de Óscar, quien aprendió hilografía cuando tenía 13 años; ya a esa edad también tenía una pasión por el dibujo.
“Mi primo me enseñó la técnica y yo la adapté a mis ideas. Al principio hacía insignias de los clubes de Chile, como el Colo Colo o la Universidad de Chile. Después experimenté con rostros y paisajes. Primero dibujo en papel, una vez que está listo, lo coloco sobre la madera forrada, voy fijando los clavitos y enseguida empiezo a tejer. Algunos diseños son más complicados que otros, pero con el tiempo adquirí la destreza”, cuenta Óscar.
La obra del artesano requiere concentración y agudeza visual, aunque normalmente suelen decirle que lo que hace lo enseñan en las escuelas.
Él, sin embargo, lo vuelve perfecto y lo describe como algo parecido a pintar al óleo. Afortunadamente, hoy vive de sus cuadros, que tienen diferentes temas como insignias de clubes, héroes de acción, imágenes religiosas y paisajes. Los más solicitados: los de Cerro Porteño y Olimpia. No obstante, probablemente su mejor trabajo se encuentra enmarcado en la sala de su casa. Se trata de una recreación, en hilo, de La última cena de Leonardo da Vinci. O nadie lo quiso, según el artista, o no lo quiso vender muy barato. Lo mejor se lo guardó para sí.
Hoja de vida
Óscar Ojeda es oriundo de Puerto Montt, Chile, pero vive en el país desde hace 15 años. Está casado y tiene dos hijos, con quienes vive en Paraguarí. Sus obras las exhibe en las plazas y también recibe pedidos específicos. Aparte, se dedica a realizar retratos y pulseritas de macramé y cuero, todo esto totalmente artesanal.
Texto: Natalia Ferreira Barbosa
Foto: Fernando Franceschelli.