25 nov. 2025

Estado debe garantizar la libre expresión de la ciudadanía

Jóvenes de la denominada Generación Z convocaron a una masiva manifestación frente al Congreso el pasado domingo y la movilización mantuvo en alerta a las instituciones del Estado. La reacción de las fuerzas de seguridad fue sin embargo desproporcionada. En democracia no se puede desestimar el derecho constitucional que tiene cada paraguayo a reunirse y a manifestarse pacíficamente. La libre expresión, sobre todo si es para opinar sobre la gestión de un Gobierno, es una garantía de la salud de una democracia.

Hemos hecho un gran esfuerzo por dejar atrás el pasado stronista de autoritarismo y no volver a ser el país donde violan derechos humanos y se persigue a quien piensa diferente. Nuestra democracia, conquistada hace 36 años, es imperfecta, pero siempre será mejor que la dictadura. Por eso es inaceptable lo sucedido el pasado domingo en la manifestación convocada por la denominada Generación Z.

La convocatoria captó el interés de muchos jóvenes, descontentos con el Gobierno y como respuesta el Gobierno movilizó 3.000 policías, para custodiar la zona del microcentro de la capital, incluso días antes de la convocada marcha.

Los jóvenes habían –desde el principio– aclarado que no estaban ligados a partido político alguno, y que rechazaron las ofertas de apoyo de los mismos, “Únicamente los jóvenes vamos a estar ahí”, dijeron. Mostraron una buena capacidad de organización, trabajando internamente para garantizar la seguridad de los manifestantes y evitar infiltraciones; tenían previstos puestos de socorro y primeros auxilios. Sobre sus consignas, establecieron que son el “grito de una generación que despertó”, que reclaman investigación de todas las acusaciones de corrupción y que las instituciones sirvan al ciudadano.

La manifestación de la Generación Z se realizó con normalidad, pese al aparatoso despliegue policial, linces, cascos azules, policía montada y cateos.

El artículo 32 de la Constitución Nacional garantiza a los paraguayos y paraguayas el derecho a reunirse y a manifestarse pacíficamente y el rol de las fuerzas policiales es dar garantías a la ciudadanía, velar por su integridad y seguridad. Por eso, precisamente es tan inexplicable como inaceptable la represión y violencia desatada en la noche del domingo contra los manifestantes.

Casi 24 horas después, la Fiscalía liberó a los 28 manifestantes de la Generación Z que estuvieron detenidos en la Agrupación Especializada, al final el Ministerio Público afirmó que “no se pudo acreditar” los hechos señalados por la Policía Nacional contra los jóvenes. ¿Cómo se justifica esta detención ilegal? ¿Cómo explican el uso excesivo e injustificado de la fuerza contra indefensos ciudadanos? ¿Es lícito que la Policía espíe aplicaciones y redes sociales ante una manifestación ciudadana?

Luego, para justificar la brutal represión mostraron un acta describiendo los peligrosos objetos incautados a los jóvenes: Dos inhaladores para personas asmáticas, dos pomadas de Betametasona, cordones de calzado deportivo, guantes de látex, una banana, un cargador para teléfono celular, una tarjeta para bus de la marca Jaha, un brillo labial, dinero en efectivo que sumó G. 6.500, una banda de coronación con la descripción: “Mis Emperatriz Caacupé”, entre otros.

No debemos renunciar a seguir construyendo un país democrático donde se respeten derechos y libertades, donde se pueda convivir en armonía con quien piensa diferente, y donde autoridades y funcionarios trabajen por el bien de la población.

Particularmente, los jóvenes esperan que el gobierno cree oportunidades, les asegure el acceso a educación y salud de calidad, empleos dignos, seguridad, la esperanza de poder desarrollarse y ser felices en su propio país; los jóvenes tienen derecho a todo esto, no merecen palos y gases lacrimógenos, porque ellos no son el enemigo.

El enemigo en el Paraguay es la desigualdad y es el nepotismo que beneficia solo a los hijos de parlamentarios y autoridades; el enemigo que el Gobierno debería estar combatiendo con toda su fuerza policial y su inteligencia es el narcotráfico que está destruyendo la sociedad, el crimen organizado y la corrupción. Los jóvenes no son el enemigo, ellos son el cambio y la promesa de un futuro mejor.

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