06 oct. 2024

Entrevista a un prófugo

¿Harías una entrevista a un prófugo de la Justicia? ¿Acaso no debés colaborar con la Justicia? ¿No tenés que ayudar a que lo atrapen? Estas son las preguntas que me hizo una compañera periodista. Sin dudar, la respuesta fue afirmativa. Claro que haría la entrevista.

Todas estas interrogantes surgieron a raíz de la nota que le hizo una colega uruguaya al supuesto narcotraficante Sebastián Marset, en algún lugar de nuestro país, según explicó en su programa de la televisión uruguaya Santo y seña.

Es que hay que diferenciar las funciones que tenemos los periodistas. Nuestra tarea es fundamental para la democracia, porque somos el contrapoder al controlar a los que están en el Gobierno.

A esto se suma que la propia Constitución nos da el derecho a la protección de la fuente, que hace que la gente pueda confiar en nosotros al saber que no seremos obligados a revelar la identidad de la persona que nos pasó la información.

Y, en el Paraguay, también hay ejemplos de colegas que entrevistaron a prófugos. Recuerdo la nota que le hizo el colega de ÚH, Miguel H. López, al entonces fugitivo Alcides Oviedo Brítez, cuando en aquel tiempo era el más buscado por casos de secuestros. Hacer una entrevista, dar voz a estas personas, también es tarea nuestra.

Además, solo para aclarar, Marset, si bien está prófugo, aún no fue juzgado, por lo que tiene a su favor la presunción de inocencia, un derecho constitucional que nos asiste a todos. Es más, tenemos el caso del ex intendente Mario Ferreiro, que tenía tres procesos, en uno fue absuelto y en los otros sobreseído.

Pero, fundamentalmente, tenemos que hablar de que es la Policía Nacional la que está obligada constitucionalmente a la persecución de los delitos y la detención de las personas, en especial de aquellos prófugos de la Justicia.

Es que la entrevista no hace sino desnudar que, en el Paraguay, las órdenes de captura no sirven para nada. Hay varios ejemplos, entre ellos, la famosa Dalia López o el caso de Darío Messer, quien recién en el Brasil fue detenido, o el ya citado Sebastián Marset, entre otros.

Los prófugos que caen en nuestro país muchas veces se dan porque van al Departamento de Identificaciones a sacarse sus documentos, y no sabían que estaban en la lista de buscados.

Sin embargo, en el caso Marset, ¿cómo puede ser que haya ingresado de nuevo a nuestro país, cuando está catalogado como uno de los más buscados?, ya que está procesado en una de las causas más importantes de los últimos tiempos, como lo es el caso A Ultranza Py.

Las preguntas que surgen son: ¿Cómo una periodista puede hallar al hombre más buscado en tres países? ¿Cómo es que un helicóptero puede volar tranquilamente en el Paraguay, sin que se sepa adónde fue? Hay muchas otras interrogantes que quedan, aunque creo que estas son las más importantes.

Incluso, a juzgar por las cosas que dijo, se nota que está muy enterado de lo que pasa en el caso, lo que también llama mucho la atención. Dijo que en Bolivia le avisaron días antes para escapar, y tomó sus maletas. Aquí se da ayuda externa de gente del Gobierno, pero eso ya es problema de otra nación.

Nuestro drama es que el prófugo estaría en nuestro país campante, escondido en una lujosa vivienda, sin que los agentes de la Policía Nacional siquiera tengan idea de dónde estaba. La verdad que luego de la entrevista con la colega uruguaya, los investigadores podrían tener algunas ideas, o por lo menos eso espero.

Ya para concluir, escuché que varias personas cuestionaron a la periodista porque se prestó a hacer una entrevista a una persona que es buscada por la Justicia. Eso es totalmente injusto. Es como reclamar a un abogado por qué defiende a un asesino o a un violador. Solo hace su trabajo, que es fundamental para que el proceso no sea nulo.

En nuestro caso, pese a que buscamos el bien común, los periodistas no estamos para atrapar prófugos.

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