15 may. 2024

En la búsqueda de un futuro posible

Fragmento del prólogo al libro Mis desembarcos. Memorias, de Dionisio Borda, editado por Servilibro, un testimonio de vida y de su gestión como ministro de Hacienda en dos periodos gubernamentales: 2003-2005 y 2008-2012.

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DANIEL DUARTE

José Carlos Rodríguez
Sociólogo

En este libro esclarecedor, Dionisio Borda comparte más que su propia vida. Ofrece un legado impregnado de experiencias que se entrelazan de manera única. No se trata simplemente de una biografía convencional ni de un relato histórico aislado; es más bien, el meticuloso cruce de ambas dimensiones, como si las dos tramas se fusionaran en una cinta de Moebius, donde el anverso y el reverso forman una única cara.
Con una sinceridad extraordinaria, el autor relata su vida y cómo, desde su posición en el Ministerio de Hacienda (hoy Economía y Finanzas), fue el arquitecto de la gestión económica del Paraguay democrático. A través de dos periodos gubernamentales: 2003-2005 y 2008-2012. El autor narra no solo su propia historia, sino también cómo inició procesos transformadores hacia la igualdad.

En estas memorias, el relato se inicia en la narración de su infancia, una experiencia que ya se percibe como una premisa y una víspera de excelencia. La patria original de la familia y la patria pequeña de San Juan Bautista de las Misiones son el punto de partida para las siguientes etapas. Luego tuvo lugar un proceso que, desde bachillerato que ocurrió en el “interior” del país, lo conduce hacia la Universidad Nacional de Asunción.

Aquellos que alcanzaron la mayoría de edad en el emblemático año de 1968 no solo vivieron en una época de gran efervescencia política a nivel mundial, incluyendo al Paraguay y América Latina, sino que también fueron testigos de las complejidades del fin de siglo que les sucedió. Este periodo estuvo marcado por excesos de violencia y dictaduras, tanto a nivel local como regional.

Dionisio Borda relata con asombrosa naturalidad que fue encarcelado y acusado según la conveniencia del régimen de aquel momento. Este sistema no sentía la obligación de respaldar las imputaciones con pruebas, ya que se arrogaba el derecho de tener todos los derechos, e incluso del uso arbitrario de la fuerza, así como el de privar a los demás de sus derechos.

El siguiente episodio narra un tiempo que lleva desde la conclusión de la carrera de Agronomía hasta la adquisición del doctorado en Ciencias Económicas en una institución académica angloparlante de renombre. Vivir en la patria del mundo fue un proceso que le permitió replantearse y apropiarse del conocimiento académico más avanzado, asumiendo un papel protagónico no solo como consumidor, sino como aprendiz activo. El autor relata las opciones y desafíos de una época en la cual los Estados Unidos concluían sus “años gloriosos” y la Guerra Fría llegaba a su fin. Fue un periodo en el cual las ciencias sociales, especialmente la economía, se ramificaban en enfoques diversos.

En el ámbito de la ciencia económica occidental y de la política económica, también hubo vaivenes. Todo esto obligó a reconsiderar el periodo posacumulación capitalista autoritaria local, especialmente en una ‘economía pequeña y abierta’, como había titulado Dionisio Borda a la economía del Paraguay en su tesis doctoral. Él instaba a incluir la agenda de la igualdad, junto a la del equilibrio macroeconómico.

Luego viene el tiempo de asumir una responsabilidad de estadista, conductor de la economía: Primero en un gobierno colorado aperturista (2003-2008) y luego en un gobierno progresista de alternancia (2008-2012), desde el Ministerio de Hacienda.

La reorganización de un orden económico (2003-2008)
La tarea con el gobierno de Nicanor Duarte Frutos consistió en recuperar el sendero económico del país que se encontraba en la cuneta económica. La tarea con el gobierno de Fernando Lugo desde el mismo cargo ministerial, consistió en consolidar la institucionalidad de la cartera e iniciar otra tendencia de futuro, con crecimiento y mayor igualdad.

El futuro presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, solicitó la colaboración del autor de estas memorias tras ganar las elecciones, Dionisio Borda fue designado como ministro de Hacienda. Los primeros días de esa administración fueron sumamente desafiantes, ya que el país se encontraba en cesación de pagos. Sin embargo, mediante una gestión económica ordenada, rigurosa y capaz, así como con la desautorización de aquellos funcionarios que obstaculizaban la tributación, el ministro designado logró resolver la emergencia.

Pero hacia el final del mandato de Duarte Frutos, en las vísperas electorales, se difuminaron las garantías de orden administrativo que el ministro había condicionado al presidente para aceptar el cargo propuesto, y entonces presentó su renuncia.

El inicio del estado social (2008-2012)
La relación de Dionisio con Fernando Lugo había sido muy fluida, desde el inicio. Compartían temas de interés, especialmente, en torno al desarrollo social junto al desarrollo material, alineándose con las ideas del ala progresista de la Iglesia Católica de aquel tiempo, que abogaba por la justicia social y la prosperidad para todos. En esta ocasión, el aporte del autor fue transformar un conjunto de ideales, sueños e intereses justos, pero desarticulados e incompatibles, en un programa capaz de generar consenso y ser factible de realizar durante un periodo de cinco años de gobierno.

Con la Alianza Patriótica para el Cambio, liderada por Lugo, se convirtió en el único experto en la gestión pública capaz de articular al gobierno. La gestión de educación no afecta directamente a la de defensa o de salud, pero la de Hacienda tiene un alcance transversal, ya que debe supervisar y autorizar el gasto en todos los demás ministerios. Con Nicanor, los conflictos habían sido entre profesionales del poder y del abuso. Con Lugo, eran conflictos entre inexpertos con exceso de ilusiones y poca destreza.

El Gobierno con Lugo enfrentó múltiples desafíos. Tuvo que lidiar con una crisis financiera mundial, la crisis de las hipotecas y dos sequías, en 2009 y 2012. Aunque la economía estaba funcionando de manera más favorable, la política resultaba sumamente compleja. El Ejecutivo contó con escaso respaldo parlamentario, lo cual complicó aún más la situación del gobierno. Pero Paraguay ya había dejado de ser una hoja en la tormenta de los mercados mundiales. Ahora era un lapacho, pequeño, pero con raíces sólidas y follaje altivo.

El peligro para los adversarios de este éxito no residía en que las cosas fueran mal con un gobierno no colorado, sino que las cosas fueran bien, incluso demasiado bien, con mayores ganancias para los empresarios, sin los peores excesos de rentismo, del extractivismo y sin captura del Estado, que habían caracterizado a administraciones anteriores.

El problema no era enfrentar a una izquierda insegura en contra de las multilaterales (BID, BM) o de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), sino todo lo contrario. Paraguay tampoco había experimentado una crisis económica ni fiscal, como otros gobiernos progresistas latinoamericanos, pero sí enfrentó varios intentos de juicio político a Lugo durante sus cuatro años en el cargo.

La ‘crisis política’ fue desencadenada con la matanza de campesinos y policías en Marina-kué, resultado de un complot. La amenaza percibida era el ‘peligro’ de que el país mejore, aún más, sin los costos de la extrema desigualdad y con disminución del capitalismo tramposo de los dueños del país. El temor al Estado social unió a lo peor del liberalismo con lo peor del coloradismo y a sus empresarios, contando con el silencio de la embajada norteamericana y la bendición de religiosos conservadores.

Un futuro posible
Después de la experiencia de estadista, Dionisio Borda retornó a la vida civil y académica, con la mira puesta en el estudio de largo plazo. Fue un periodo dedicado a reflexionar sobre lo que aún no estaba siendo abordado en Paraguay. Si bien se había superado la precariedad hasta convertir al país en uno de desarrollo medio alto, aún persistía la tarea de cerrar la brecha que separaba al país de la gran meta futura: la de convertir al Paraguay en una nación desarrollo alto. Este relato podría ser la base para otro libro que aún no ha sido escrito, o quizás para una antología de los escritos pendientes.

El desarrollo no es simplemente un crecimiento desenfrenado, excluyente e insostenible. Debe construir ese Estado social que establece la letra constitucional, aunque se encuentre muy poco en la realidad. Paraguay no puede tener éxito en el siglo XXI con tan poca política económica propia, una tributación del 10% y regresiva, así como, con un Estado pobre, ineficiente, clientelar, prebendario y corrupto. Debe lograr la integración al mundo y a la región como un par, con prosperidad compartida, democracia plena y participativa, dirigida hacia el máximo nivel de prosperidad y calidad científica, tecnológica y cultural, similar a la que disfrutan los países más afortunados. Y debe ir más allá, ya que incluso esos países desarrollados tienen déficits en paz y en cuidado ambiental.

El autor de este libro, altamente recomendado para su difusión y lectura, cree que todo lo anterior se puede y se debe hacer. Dio prueba de ello, recorriendo una parte del camino. Sin embargo, la tarea llevará al menos una generación, eso sí la emprendemos. La democracia existe, pero el Estado social está pendiente. Esta constituye, entonces, la tarea principal que está pendiente.

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