La Iglesia debe profundizar su compromiso en la erradicación de la pobreza en las familias paraguayas y, en especial, en los pueblos indígenas. ‘‘Hay hambre y sed de una vida digna’’, dijo ayer el Pbro. Blas Arévalos, administrador apostólico de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo, en el segundo día del novenario de la Virgen de Caacupé.
‘‘Muchas familias tienen que dedicar gran parte de su tiempo y energías para conseguir una alimentación deficiente e insuficiente”, expresó durante su prédica. El 17,6% de la población, 1.297.000 personas, está en situación de pobreza multidimensional, es decir, están carentes de acceso a trabajo y seguridad social; vivienda y servicios; salud y ambiente, y educación, según el informe del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
El sacerdote habló de esta realidad durante la misa central en la Basílica de Caacupé, que tuvo como tema La eucaristía: la oración más importante de la Iglesia. La ceremonia religiosa fue presidida por monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de esta jurisdicción eclesiástica.
Además, se refirió a los indígenas como los más pobres entre los pobres y que en Paraguay se les trata muy mal. ‘‘¿Y eso tiene que ser así?’’, se preguntó. ‘‘¿No nos podemos poner de acuerdo y ayudarlos, a nuestros hermanos, ñande ypykue (antepasados), para que lleven una vida digna?’’.
También plantó la interrogante: ‘‘¿Los indígenas tienen que ser expulsados nomás por cualquier cosa?’’, y afirmó que hay demasiada mucha tierra en el país. ‘‘No pensamos en el sufrimiento que viven estos indígenas. Perdimos el sentimiento, perdimos la capacidad de llorar por los demás. A los hermanos más pequeños tenemos que cuidar y ver qué hacer para que vivan mejor”.
Según los resultados preliminares del censo 2022, hay un total de 140.206 indígenas distribuidos en 19 pueblos.
Siguiendo, el sacerdote enfatizó en la importancia de la participación activa en la eucaristía, destacándola como un vehículo para fortalecer la sinodalidad en la Iglesia, como un modo de trabajar en comunión eclesial. ‘‘La sinodalidad es el modus de trabajar la comunión eclesial, la participación también en cuestiones y decisiones de gobierno, en los aspectos de la vida de la Iglesia.
Instó a los seguidores de Cristo a integrar la experiencia de la eucaristía en sus vidas cotidianas, pues debe transformar la vida de los fieles, inspirándolos a vivir de acuerdo con los ‘’valores cristianos en sus hogares, lugares de trabajo y comunidades”, señaló.
En su mensaje, el administrador de la Diócesis de Villarrica también abordó temas como la defensa de la familia y la identidad de género y subrayó la conexión entre la eucaristía, la misión y el servicio.