El Presupuesto 2021 no muestra los cambios que se requieren para mejorar la vida de los paraguayos y paraguayas, así como tampoco contempla las expectativas ciudadanas de reclamo por mejoras en los servicios públicos. De hecho, el PGN ni siquiera tiene en cuenta las diplomáticas recomendaciones de los organismos internacionales.
Cualquiera sea la mirada que se le dé al Presupuesto, desde la óptica técnica, desde las necesidades urgentes que enfrenta la sociedad o desde la comparativa internacional, deberemos contentarnos con un Presupuesto 2021 sin cambios sustanciales a pesar de una pandemia histórica, con el consuelo de que el Parlamento no ejerza su poder ilimitado y muchas veces sin criterios técnico-políticos que confluyan hacia el bien común.
El próximo año será difícil por muchas razones. El país necesitará implementar políticas para que el daño económico no se consolide y permanezca en el largo plazo con consecuencias en la sostenibilidad del crecimiento económico y la estructura productiva.
Los riesgos de la pérdida de empleos, el aumento de la pobreza y el cierre de mipymes deben ser minimizados con un fuerte impulso de políticas activas de empleo, agropecuarias, de protección social, de formalización y de acceso a mercados.
En el ámbito social, la deserción educativa, el crecimiento del trabajo infantil y adolescente, el contagio masivo sin el tratamiento y seguimiento adecuado y la sobrecarga de trabajo de las mujeres en las familias pueden tener un impacto altamente negativo en las oportunidades laborales presentes en el caso de los adultos y futuras en el caso de la niñez.
Una persona de 50 años o más que pierde su trabajo, alguien que se incapacita por una enfermedad por muchos meses, una mujer que sale del mercado laboral son candidatos seguros al desempleo de largo plazo.
La exclusión educativa y el trabajo temprano en niños y adolescentes los condena indefectiblemente a su pobreza y a reproducirla en la adultez. Si estos posibles efectos no se enfrentan rápidamente se convertirán en obstáculos estructurales no solo para el bienestar individual, sino también para el crecimiento económico y para el desarrollo del país.
Las políticas públicas tendrán una importancia superlativa en 2021. Sin una política fiscal adecuada no habrá ninguna posibilidad de superar lo que deja la pandemia en 2020 y menos aún pretender salir fortalecidos. Al contrario, en los años venideros continuaremos sufriendo las consecuencias.
Las decisiones de las autoridades y los políticos actualmente responsables de la gestión fiscal tienen el importante rol de garantizar las medidas que permitan aumentar los recursos dirigidos a financiar las políticas sectoriales y mejorar la calidad del gasto.
El Presupuesto 2021 no genera muchas expectativas en tal sentido. Ojalá en el transcurso de su ejecución se tomen medidas, que aunque tengan un marco que no es el ideal, al menos den señales positivas a la ciudadanía.