Adentro los surubís, pacús, dorados y otros pescados aguardan un nuevo destino de la mano de algún cliente.
“Hay muy poca gente. Encima vino la lluvia, el frío y no se quiere salir así. Además, no hay plata”, cuenta Raquel mientras algunas gotas caen del cielo gris.
Ella, al igual que los 12 comedores de la zona, dependen de la llegada de los comensales que van en busca de un manjar hecho con las presas del río.
Raquel crió e hizo estudiar con este trabajo a sus hijos. Según contó en el feriado del 15, no hubo casi ventas. “Antes nos faltaba todo”, reveló.
Según dice, le hacen falta carpas para protegerse de la lluvia. También que el techo pueda estar en mejores condiciones.
Un reclamo reiterado desde hace varios años es el mejoramiento del camino que lleva a los comedores.
Al no estar en buenas condiciones, los vehículos muy bajos se golpean al pasar. Por ello, mucha gente desiste de llegar hasta el sitio.
“Nos prometieron también una salida del otro lado hace tiempo. Pero hasta ahora no están cumpliendo”, contó.
Reclamos. El mediodía se acerca y Antonia Oviedo deja un rato la preparación de los hipnóticos platos hechos a base de pescado para conversar.
Hace 30 años lleva adelante el comedor de dos pisos que cuenta con una excelente vista al río, abajo y arriba. También es dueña de una pescadería. Ambos negocios llevan por nombre La rivera.
Coincide con Raquel en que la venta es muy escasa. También en la urgente reparación del maltratado camino.
Antonia, que también es presidenta de la comisión de comedores, pide también que desde las instituciones como la Municipalidad se encarguen de la limpieza de las basuras de la orilla del río Paraguay.
Menciona que las malezas y la basura en la orilla del río, dan un aspecto descuidado al lugar, puede tener un gran potencial turístico.
“Nosotros tenemos un puentecito acá que ya se debería de habilitar. De eso hace 15 años, pero nadie nos hace caso. Ahora ya está el presupuesto en la Municipalidad y están viendo la licitación, pero ahí estamos. Son seis meses que no se está arreglando también”, contó la presidenta de la comisión.
Antonia es tajante al decir en qué debe consistir el apoyo. “Nosotros no necesitamos gran cosa acá si es que nos ayudan con la seguridad y limpieza”.
Coincidió con Raquel en una situación que ocurre en la zona desde hace un tiempo: Los meteclientes. Se trata de muchachos que llegan hasta los autos y les indican a los comensales un lugar específico adonde ir.
Según dijeron ambas, la presencia de estas personas asusta a los potenciales clientes y además es una competencia desleal. “La municipalidad y la comisaría no pueden hacer nada”, señalaron entre frustración y enojo.
Fracaso. Hace unos años hubo iniciativas para darle un mayor impulso a la zona de los comedores que suele ser muy concurrida. Hubo talleres que entre otros abarcaban el turismo gastronómico y también promocionaban el lugar, cuenta la actual titular de la Senatur Angie Duarte.
“Pero tienen muchos problemas sociales en el lugar y con la Municipalidad. Entre esos el manejo de desechos... agua servida e inseguridad”, describió la ministra.
Por esta razón, contó Duarte, el objetivo de darle un mayor impulso turístico pasó a segundo plano. La zona de los comedores de Remanso depende de la Municipalidad de Mariano Roque Alonso, que está a cargo de Carolina Aranda.
Según reveló la ministra, los trabajadores de la zona solicitan inversión en infraestructura para sus locales.
Este fue el pedido hecho por Raquel. Sin embargo, Antonia señala que eso depende de cada propietario.
Por otra parte, la titular de Senatur también habla de una realidad periódica: La periódica subida del río también afecta a la zona.
Duarte no abandona la idea de retomar el plan turístico. “Estaremos visitando la zona para relevar in situ y luego ver retomar con propuestas específicas”, adelantó.
Copetines con estrategias para atraer a los clientes
Abel Benítez, propietario del comedor El Buen Sabor, dio su versión sobre los que incitan a los clientes a ir a un comedor.
“Los muchachos hacen su trabajo invitando a los clientes, para que pasen a su local. Casi todos los comedores tienen su metecliente”, dijo.
Niega además que los jóvenes generen susto a los que van al lugar. “Ellos no hacen nada, solo hablan fuerte a veces. Los que ya les conocen toman en broma y capaz los que no, se asustan”.
Enfatizó que no son violentos y solo cumplen con su labor. “No hubo denuncias ni nada de eso hacia ellos”.