Este tiempo de purificación previo a la Semana Santa, dijo, sirve para “ayudarnos a quitar todo maquillaje y todo aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados, mejores de lo que realmente somos”.
“Significa mirarnos por dentro y tomar conciencia de quiénes somos realmente quitándonos las máscaras que a menudo usamos, disminuyendo el ritmo de nuestro frenesí, abrazando la verdad de nosotros mismos. La vida no es una actuación”, sostuvo.
Francisco presidió el rito de la imposición de la ceniza, símbolo del carácter finito de la existencia, en la basílica de Santa Sabina de Roma, aunque, como en años anteriores, no participó en la procesión.
En su homilía, aseveró que la Cuaresma es también “una invitación para nosotros”; subrayó que “a menudo vivimos en la superficie, que nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados y apreciados”.
“Sin darnos cuenta, nos encontramos sin contar más con un lugar secreto donde detenernos y custodiarnos a nosotros mismos, inmersos en un mundo en el que todo, incluso nuestras emociones y sentimientos más íntimos, debe volverse ‘social’”, lamentó.
Y agregó: “Pero, ¿cómo puede ser social lo que no brota del corazón? Hasta las experiencias más trágicas y dolorosas corren el riesgo de no tener un lugar secreto que las custodie: todo debe ser expuesto, ostentado, entregado al parloteo del momento”.
Por eso, el papa llamó a los fieles a “la oración silenciosa de adoración” y a no tener miedo a quitarse “los revestimientos mundanos y volver al corazón, a lo esencial”.
La celebración del Miércoles de Ceniza, como es tradición, volvió a vivirse en la colina romana del Aventino, con la procesión de cardenales, obispos, clérigos y monjes benedictinos y dominicanos, así como algunos fieles.
Francisco esperó el fin de la procesión en Santa Sabina y, tras pronunciar su homilía, bendijo sentado con un hisopo la ceniza; luego, el cardenal Mauro Piacenza, Penitenciero Mayor y oficiante de la misa, se la impuso sobre su cabeza, antes de proceder a hacerlo con el resto de asistentes a la misa.
HAMBRE. En la misma jornada, Francisco advirtió de que la sociedad actual está “llevando el mundo a límites peligrosos”, en un mensaje en ocasión de la 47ª Sesión del Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de Naciones Unidas (FIDA) reunidos en Roma.
Francisco denunció que el mundo vive una “dicotomía desgarradora”, ya que hay “millones de personas pasando hambre” mientras que hay “una gran insensibilidad” que se hace ver “en el derroche de comida”.
Los alimentos que se desperdician “generan masas de gases con efecto invernadero” y, para solucionarlo, sostuvo que “un racionamiento correcto bastaría para alimentar a todos los que pasan hambre”, señaló.
El papa aprovechó la misiva para avisar de que “son tiempos de precariedad” y que la sociedad actual está “llevando el mundo a límites peligrosos”. “El clima está cambiando, los recursos son expoliados; los conflictos y la crisis económica amenazan la subsistencia de millones de personas”, manifestó.