19 abr. 2024

El guaraní avanzó en lo simbólico, no en el uso

El guaraní experimentó avances en normativas y discursos oficiales, pero en el uso tiene un notable déficit. Esta dualidad es analizada por Miguel Ángel Verón, de la Academia de la Lengua.

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Por Miguel H. López | Periodista

El guaraní siempre está en el centro de la polémica, aunque no se quiera reconocer tal situación. La reciente negativa de un funcionario del Registro Civil a inscribir a un niño bajo nombres indígenas reinstaló el cíclico debate. Miguel Ángel Verón, Director General de Planificación Lingüística de la Secretaría de Políticas Lingüísticas y miembro de número de la Academia de la Lengua Guaraní, asume que el caso es producto de una actitud ambivalente de la sociedad que tiene fuertes raíces históricas desde la colonia cuando se impregnó “la ideología unilingüista castellanista, antiguaraní y antiindígena"; y en paradigmas contracientíficos como la antropología evolutiva (salvajismo-barbarie-civilización) que instala la idea de que lo salvaje –lo indígena– atrasa, empobrece.

En una extensa conversación con Correo Semanal, el estudioso reconoce que si el guaraní, las autoridades, la sociedad, la escuela, las instituciones, no logran quebrar el círculo vicioso de la ambivalencia (admiración-desprecio) corre riesgo de diluirse.

–Existe un aparente avance del idioma guaraní en la región y el país, eso se ve en el discurso y en la legislación, pero al mismo tiempo hay un arraigo de discriminación, de desdén. ¿Cuál es la realidad?

–Hay una actitud ambivalente de la sociedad. En 1812 la Junta Superior Gubernativa estableció que la educación sería en castellano. Durante la colonia la educación era: en guaraní para los indígenas y castellano para los criollos. Sin embargo, el guaraní fue proscripto de la escuela el 7 de marzo de 1970 por el ejército de ocupación. Son 200 años de negación, de persecución. Eso arraigó en nosotros esta situación. Por un lado decimos con orgullo que el guaraní representa nuestra identidad, pero por otra parte la ideología unilingüista castellanista, nos convenció de que el guaraní es ser pobre, es el que nos empobrece. Se construyó un discurso antiguaraní y antiindígena. Para entender esa ideología hay que entender la antropología evolutiva, eurocéntrica y acientífica, que afirma que la sociedad avanza de lo más atrasado a lo más adelantado. El salvajismo: los indígenas; la barbarie: las poblaciones rurales; la civilización: los citadinos. Esa idea se impuso por siglos. Por eso todo lo local atrasa y lo que viene de afuera nos adelanta. Ese discurso está superado, pero lamentablemente en Paraguay persiste. Avanzamos mucho en este tema de la lengua, pero pervive esa ideología que debemos erradicar.

–¿Avanzamos en qué?

–Avanzamos mucho en lo simbólico. Tenemos nuestra Constitución Nacional en guaraní. En 1967 se reconoció por primera vez que en Paraguay se habla otra lengua aparte del castellano. En 1992 se oficializó el guaraní, en 2010 se promulgó la ley de lenguas, después se creó la Secretaría de Políticas Lingüísticas y la Academia de la Lengua Guaraní. En ese sentido avanzamos mucho. En las cuestiones normativas, en lo simbólico, esto que es muy importante, pero avanzamos poco en el uso.

–¿Por qué ese escaso avance?

–Hay dos instituciones fundamentales para debilitar y matar, o recuperar y revitalizar una lengua: la escuela y la familia. En 20 años de reforma el sistema educativo progresó muy poco en la revalorización y especialmente en la enseñanza del guaraní. Reconozco el trabajo que hizo y hace el Ministerio de Educación y Cultura, pero no fue ni es suficiente. Estamos trabajando con ellos, en eso, desde la Secretaría. En más de 12 años de formación los estudiantes llegan al tercero de la media y (sin embargo) no hablan guaraní. La escuela no forma jóvenes bilingües guaraní-castellano. El otro ámbito fundamental es la familia. Pregunto qué lenguas transmiten los papás bilingües (posiblemente el 70-80% son bilingües). Creo que en la casa hay una crisis muy grande. Desde la Secretaría impulsamos un proyecto para alentarles a transmitir las dos lenguas. Debemos descolonizar las mentes. Que cada uno hable a los hijos solo uno de los idiomas. Así crecen con ambos.

–¿Cuál es la falla de la enseñanza, entonces?

–El aprendizaje de un idioma requiere 70% de actitud y 30% de aptitud, la capacidad de aprender. La actitud de la población, la rémora del colonialismo cultural, es que el guaraní entorpece. La sociedad se construyó sobre un paradigma monolingüístico. Sin embargo, la lengua es comunicación y uso. El MEC reconoce esta situación. Hay que empezar la enseñanza con el uso y cuando los estudiantes hablen, ir con la gramática. Tiene que enseñarse un guaraní realista. El enfoque debe ser comunicativo, no estructuralista como hasta ahora.

La ley no es suficiente y el

idioma corre riesgo de diluirse

Miguel Ángel Verón entiende que hay asuntos urgentes que deben producirse y otros rectificarse para lograr que el idioma guaraní, en particular, logre repuntar y asegure su continuidad en el largo plazo. Asimismo, explica que de lo bien o mal que le vaya al idioma local más hablado en el país depende el destino de las otras 18 existentes.

Indica que el punto crítico que explicaría por qué el avance del guaraní es escaso en el uso está en el estatus. Que necesita mejorar su prestigio para afianzar la confianza y el apego de la gente. “Pese a que ganó estatus en los últimos tiempos, le falta construir más”.

Observa en su actividad cotidiana que “ahora la gente habla guaraní sin limitaciones, sin vergüenza”. Según Verón, alrededor de 10 años atrás “surgió una nueva conciencia lingüística en Paraguay, la gente empieza a defender su lengua, pero persiste esa actitud ambivalente"; aparte, “hay mucha defensa del idioma guaraní, pero en castellano”.

Altas y bajas

Dentro del análisis de los espacios conquistados por el idioma, el estudioso del guaraní considera que hasta el uso de nombres de personas en idioma indígena aumentó, en particular en los estratos sociales medio y alto, en contrapartida a los sectores de menores recursos económicos donde el prejuicio de que el guaraní atrasa sigue generando crisis duales y contradicciones muy fuertes, “es un asunto sociolingüístico”.

En cuanto al escaso desarrollo de vocabulario técnico, político y científico del guaraní, considera que es uno de los principales desafíos en el proceso que se emprende para lograr que el prestigio del idioma se amplíe.

Verón considera que este es el momento justo en el que se deben hacer las tareas urgentes, que no queda mucho tiempo. Habló de la pertinencia de la promulgación de la Ley 4251 de Lenguas en el 2010 y admitió que “la ley sola ni la Secretaría de Políticas Lingüísticas sola no harán primavera, pero son herramientas fundamentales. Acá está todo por construir. El guaraní debe inscribirse definitivamente entre las lenguas modernas. Usarse en todos los ámbitos, incluyendo la universidad, en la administración de Justicia, el turismo, los cultos, etc.”.

Adelantó que hay un plan nacional de lenguas que saldrá este 2015 y que proyecta que en 10 años todas las universidades tengan como materia la lengua guaraní y en 20 años la enseñanza sea impartida en ese idioma, “porque solo el uso salva a la lengua”, lo que implica “textos, docentes formados y vocabulario desarrollado y propio”.

La sociedad –en opinión de Verón– debe ser bilingüe en todo, “incluyendo su cartelería en las calles”. En ese sentido, refiere que América es el único continente que rechaza sus lenguas y asume una externa. Citó el ejemplo de Europa, donde convive la diversidad de idiomas que caracterizan a los países y pueblos.

No descarta que el guaraní corra riesgo de desaparecer o diluirse, pese a que reúna las características necesarias para proyectarse en el tiempo. “Unesco alerta que los pueblos que no pelean por sus lenguas, tienden a desaparecer. El guaraní tiene garantizado su futuro, pero el riesgo existe. Hay que hacer la tarea ahora, mañana puede ser tarde”.

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