Og se enuncia habilitando prácticas y formatos plurales (objeto, escultura, grabado, video, sonido), como poderoso símbolo de mediación y comunicación intercultural. Suma y símbolo, la pequeña casa de dos aguas del pueblo Mbya-Guaraní, lugar y hogar donde descansar, amar, pensar y morir.
Para sentir esta ambientación, o instalación de sitio específico que plantea el artista, tomaría como consejo no perder de vista la realidad, o la literalidad de estos objetos - símbolos metonímicos de lo humano. Ante la visión de estas og, en guaraní actual oga, o casa, se distingue una dimensión imaginativa mayor. Las tres casas operan en su discreta aparición poniendo el foco en los proto-habitantes de esta tierra.
La frase Og: la última casa propone semánticamente una idea de adversidad o de oportunidad final ante la desgracia y la pérdida de los pueblos indígenas, advirtiendo que el sujeto, en este caso objeto (la casa) podría desaparecer. Son personas, son vidas, linajes milenarios de culturas y saberes tan preciosos y condenados a integrarse o desaparecer.
Me hermana con esta obra una rebelión ética. Ayer estaban Pánfilo, Javier e Ismael en la muestra de Asunción: Sus rostros admirando sus propias casas devenidas en arte contemporáneo, apreciando la labor de Luvier Casali, el artista-etnógrafo, quién luego de cinco años de trabajo procesual en su comunidad. La inauguración fue como una celebración de afecto sincero del autor y del público hacia el pueblo Mbya, al comprender que esta muestra no es sólo una demostración de la cultura material de los pueblos originarios, sino de vidas que sí importan.
Por eso es tan importante este trabajo de Casali. Nos revela formas de vida pre-modernas en nuestro tiempo, pero también nos rebela ante el etnocidio contínuo (o deberíamos llamarlo de genocidio, al asesinato de pueblos enteros desde la colonización hasta hoy). Un trabajo de comunicación y transferencia que se agradece por la claridad del mensaje; en la intersección del arte con la antropología cultural, la etnografía o la arquitectura, con la suma de aportes tomados del derecho o la ecología.
Las actitudes y formas de Og
Las tres casas se emplazan flotantes, níveamente con sus detalles estructurales en la inmensidad del galpón que contiene, como nueva metáfora, a estos hogares. Al momento de escribir esta nota, embargado de sonidos y luces espectrales de las casas de Pánfilo, Javier e Ismael, personas reales y participantes activos en la muestra, se activa sobre todo el deseo de reparación. El arte de Luvier es como un ejercicio mnemotécnico, fortalecedor de los músculos de la memoria, como hacían los artistas antiguos para recordar siempre el objeto o sujeto amado.
La técnica del frottage o frotado es la estampación directa de objetos y tiene una larga historia en la arqueología, donde se utiliza para crear copias precisas de inscripciones y diseños. Al colocar papel o tela sobre las zonas talladas o con relieves, el artista lo frota con una tinta gráfica y rodillo, consiguiendo capturar detalles centrales, tenues o erosionados con gran precisión, sobre todo de las maderas.
En el arte, esta técnica se asocia a la figura del artista Max Ernst (Alemania, 1891 - Francia 1976), alineado con el principio surrealista del automatismo, según el cual los artistas suprimen el control consciente para permitir que la mente subconsciente guie el proceso creativo. Casali utiliza los efectos aleatorios del frottage como punto de partida para una obra aún más compleja, llevándola a un siguiente paso, consistente en dar volumen escultórico al grabado, y conformar la escala real de tres casas Mbya.
Dispuestas elegantemente en la arquitectura industrial y suspendidas (los modelos están hechos de tela, tanto paredes, puerta y techo), la instalación artística de naturaleza analógica y electrónica, incluye imágenes y textos. Videos recogen páginas del diario de campo, objetos, paisajes y como no, el largo proceso de realización de la obra.
Aquí quiero señalar que el proyecto Og no es solo un acto visual sino también un acto de autobiografía. Manifiesta el compromiso de activismo personal de Casali, adherido a una lucha colectiva desde el arte y las ciencias sociales en dar imagen y voz a lo más genuino, precioso y prójimamente humano que aún subsiste en Paraguay. El pensamiento del antropólogo Joaquín Ruiz Zubizarreta (Asunción, 1982), referente intelectual del proyecto, resuena auténtico en esta investigación artística desde un océano de distancia y que anoche latieron cerca nuestro.
En el equipo de producción de Og, reconozco la fina y precisa factura de Juan Franco Maida (Asunción, 1976) en la realización de la edición audiovisual y del paisaje sonoro, junto a más personas indispensables, entre los que quiero nombrar a la pareja y a la familia del artista. Luvier Casali es el ideólogo, curador y expógrafo de su propia obra y narrativa junto a la curadora local Adriana Almada; mientras los escritos de Ruiz son el sedimento, el barro, las maderas y los vegetales de este proyecto artístico fundamental, brindando una relación sólida entre arte y ciencia pocas veces vista.
¿Cual sería el recuerdo indeleble tras una semana de arte de la última edición de Pinta Sud en Asunción?. Sin dudas, la última casa de un pueblo ausente, brillando fantasmática, secreta. Permanece el valor del arte, del arte con sentido, de una certeza que ilumina atravesando oportunismo y banalidad.
Una cosa más. Og anima y confirma que todos deberíamos llevar diarios, cuadernos de notas, blocks y una birome, siempre, escribiendo cualquier cosa, hasta la tristeza y el desánimo. Escribir como un acto de resistencia, para dejar un rastro de pensamiento crítico en la escritura de la historia visual cuando la nuestra es borrada sin cesar, silenciada, o cuando no, apropiada.