Dr. Roberto Zub Kurylowicz
Historiador
El libro Ivan Timofeyevich Belaieff, que narra la vida del general ruso y líder de los Maká, es un minucioso retrato de un hombre excepcional y de un capítulo intrigante de la historia rusa y paraguaya.
Fue presentado por su autora, Nadiezda Emilianova, de la Universidad de Rusia, el 22 de abril de 2019 en la impresionante Biblioteca Presidente de San Petersburgo. El evento contó con la presencia de intelectuales, escritores, cineastas, familiares de Beliaeff y el embajador paraguayo en la Federación Rusa, Ramón Díaz Pereira. También tuve el honor de asistir en representación de los escritores paraguayos. La traducción al español fue realizada por Ismael Ortola, un paraguayo que vivió en la Unión Soviética y posee un sólido dominio de ambos idiomas.
Esta obra arroja luz sobre muchos aspectos del legado de un descendiente de príncipes caucásicos que vivió sus primeros 45 años en la Rusia zarista, sirviendo en su ejército y participando en múltiples campos de batalla en el Cáucaso. Sin embargo, la revolución bolchevique de 1917 lo exilió, cambiando drásticamente su vida.
Después de un recorrido por gran parte de Europa del Este y el antiguo Imperio Otomano, el ex general de la Armada Imperial Rusa llegó a Paraguay en 1924, un país sobre el cual había leído en su juventud debido a sus guerras. Fue recibido por el entonces presidente Eligio Ayala, quien lo invitó a quedarse y contribuir a la inmigración de sus compañeros de armas ante la inminente guerra entre Paraguay y Bolivia. Una vez en Paraguay, fue admitido como miembro del Ministerio de Guerra y Marina de aquel entonces. De inmediato, lideró expediciones junto a los indígenas en el Chaco, recolectando información crucial para la defensa y localizando lugares estratégicos para establecer fortines y cuarteles.
Destacó como geógrafo, antropólogo, lingüista, poeta, artillero, cartógrafo y explorador en esta inhóspita región del Chaco.
La Guerra del Chaco se destacó por la lucha por el acceso al agua como elemento fundamental. A Ivan Timofeyevich Belaieff se le atribuye la importante tarea de identificar la ubicación geográfica de la laguna de Boquerón y el descubrimiento de la laguna Pitiantuta, un abundante caudal de agua dulce en el Chaco, además de señalar varios puntos estratégicos para la construcción de fortines. En 1932, cuando el ejército boliviano emprendió operaciones militares, Belaieff se erigió como líder en esa guerra.
Tras tres años de conflicto, optó por entregarse con profundo afecto a los indígenas Maká, dedicación que mantuvo hasta el final de sus días. Fundó la Asociación Indigenista del Paraguay y, gracias a sus méritos, alcanzó el más alto reconocimiento posible para un ser humano: Ser considerado mediador entre Dios y el pueblo Maká.
Me dediqué a la traducción y posteriormente a la publicación de este libro porque Belaieff fue un amigo, protector y aliado de los inmigrantes eslavos en las colonias de Itapúa. Les brindó apoyo en su proceso de integración, como lo evidencia el caso de los inmigrantes ucranianos de la colonia Uru Sapucay en 1934. En ese mismo año, fundó la “Sociedad Pro Agricultor Ruso” con el propósito de salvaguardar los intereses de los colonos (Diario El Orden, Asunción, 4/12/1934).
En marzo de 1955, los colonos organizaron una velada en Fram, un acontecimiento que el régimen de Stroessner interpretó como un acto comunista. A partir de entonces, se vivieron días sombríos marcados por una represión brutal que dejó profundas heridas en las colonias.
Durante la ola de persecución y la búsqueda militar en el pueblo de Apereá, hoy conocido como Fram, 104 colonos fueron arrestados y trasladados a la cárcel de Encarnación, mientras que otros fueron sometidos a sesiones de tortura en Asunción (Diario Patria, Asunción, 26/3/1955). Uno de los prisioneros llevados a Asunción fue Valdimir Kucher, cuya esposa, Olga, asegura que “gracias a la intervención de Belaieff ante Stroessner, su esposo obtuvo la libertad, pero al regresar a casa, no se recuperó y falleció a los 42 años” (Roberto Zub, Ataque a Fram, Asunción, El Lector, p. 132). Como se puede apreciar, en circunstancias extremadamente difíciles, Beliaeff demostró valentía al intervenir y abogar en favor de los colonos.
En 1942, en plena guerra en Europa, las iglesias Bautistas Eslavas tomaron la decisión de “enviar donaciones destinadas a nuestras viudas, huérfanos y heridos a través de la Cruz Roja Soviética”, a pesar de cierta preocupación por una posible persecución por parte del gobierno paraguayo, sembrada por el Sr. Butlerov. El pastor Andrés Prokopchuk, quien ocupaba la presidencia de la Unión Cristiana en Paraguay, se comunicó con el General Belaieff en busca de orientación sobre este asunto. Además, otro testimonio de su gran reputación se refleja en el hecho de que en 1933, la asamblea de las Iglesias Bautistas Eslavas le envió un telegrama de agradecimiento y saludos (acta del 12/10/133).
El inmigrante bielorruso Emiliano Kurylowicz llegó a Asunción el 26 de enero de 1935, y esa misma noche, el General Belaieff lo visitó, manteniendo una conversación que se prolongó hasta las once de la noche, como relata en su diario de viaje (Roberto Zub, Emiliano, Asunción, Servilibro, 2014, p. 89). Entre los años 1950 y 1956, Emiliano se ocupó de la atención pastoral de la comunidad rusa en Asunción, y durante ese período registró numerosos encuentros y diálogos amigables con Belaieff.
Por otra parte, para el colono ucraniano Platón Zub, “Belaieff no parecía un militar; su amabilidad en el trato y su forma de hablar se asemejaban más a las de un sacerdote (sviashcheñik)”. No es de extrañar que el cónsul paraguayo en París, Juan Lapierre, expresara en 1935: “...al pensar en él, uno se pregunta: ¿Es un ruso con alma paraguaya o un paraguayo con corazón ruso? Es bien sabido que el General Belaieff era una figura grandiosa y santa, un hombre extraordinario para nosotros... una persona de virtud debido a sus sacrificios y labores realizadas”. Aunque residió principalmente en Asunción, donde desarrolló su trabajo principal, Belaieff también tenía una casa en la calle Villarrica en Encarnación, que visitaba con frecuencia para acompañar a los inmigrantes.
Para concluir, deseo compartir una cita de Nicolai Korzakov, otro ex general del ejército ruso que vivió en Asunción. Al observar cómo el féretro de Belaieff se alejaba hacia su última morada para ser sepultado junto a los indígenas Maká pronunció estas palabras: “Otros o todos nosotros seremos olvidados, pero él, nunca. Él se encamina hacia la inmortalidad”.
Con este libro, la inmortalidad de Belaieff también se extiende a Rusia.
Encarnación, octubre de 2023