INSUFICIENTE. Actualmente, el servicio está a cargo de siete empresas privadas y una municipal que opera una flota de 20 buses eléctricos nuevos, los únicos que cumplen con horarios y ofrecen un servicio satisfactorio. Sin embargo, estos cubren solo tres itinerarios. El resto de las empresas, a cargo de la mayoría de las rutas urbanas, incumplen sistemáticamente los contratos, dejando barrios enteros desconectados.
En horarios nocturnos, la situación empeora. Estudiantes y trabajadores que dependen del transporte público deben recurrir a alternativas improvisadas para llegar a sus hogares. Para muchos, el simple hecho de movilizarse por la ciudad se convierte en un desafío costoso y riesgoso.
EXCUSAS. Los empresarios del sector argumentan que la falta de rentabilidad es el principal problema. Con un pasaje fijado a 5.000 guaraníes y la ausencia de créditos accesibles para renovar la flota, aseguran que las inversiones son inviables. Sin embargo, esta narrativa choca con la realidad de un sistema plagado de incumplimientos contractuales y una evidente falta de fiscalización por parte de las autoridades.
La dependencia del vehículo particular es uno de los efectos más visibles del colapso del transporte público. Entre 2008 y 2014, el parque automotor de la ciudad se duplicó, y se proyecta que lo hará nuevamente para 2028. Este crecimiento, lejos de ser un indicador de progreso, agrava los problemas de tráfico, contaminación y exclusión social.
El turismo y el comercio, pilares económicos de Ciudad del Este, también se ven afectados. Los turistas que cruzan diariamente el Puente de la Amistad, principal acceso desde Brasil, se enfrentan a un tráfico caótico y a la falta de opciones de transporte dentro de la ciudad. Esta situación empaña la experiencia del visitante y afecta la competitividad de la región como destino comercial y turístico.
LLAMADO URGENTE. El déficit en transporte público no solo dificulta la movilidad, sino que también limita el acceso a servicios esenciales como hospitales, oficinas públicas y centros educativos. Para muchos ciudadanos, una cita médica o un trámite oficial implican largas esperas y costosos desplazamientos en taxis o servicios de transporte alternativo.
La crisis del transporte público en Ciudad del Este no es un problema reciente, pero su impacto sigue creciendo, afectando la calidad de vida de sus habitantes y el desarrollo urbano de la ciudad.
La solución requiere voluntad política, inversión estratégica y un enfoque en la sostenibilidad para transformar un sistema que actualmente avanza “en piloto automático”.
Hasta que las autoridades tomen el volante y dirijan este sistema hacia un cambio significativo, los ciudadanos seguirán enfrentando un transporte público marcado por la improvisación y la incertidumbre.