Fueron menos consideradas las razones esgrimidas por el propio Claver-Carone para su nominación y las implicancias para la institución multilateral. Decía él, en una reunión virtual organizada por Dende el 5 de agosto para su presentación en Paraguay, que su candidatura representaba un mayor compromiso de EEUU con América Latina y que tenía dos propósitos: uno, revisar el gobierno corporativo del banco multilateral; y otro, buscar que los distintos países miembros tengan mayor competitividad para atraer las inversiones que están siendo relocalizadas debido a la reorganización mundial de las cadenas productivas que están realizando las principales empresas multinacionales para reducir los riesgos de aprovisionamiento a consecuencia del enfrentamiento cada vez más fuerte entre EEUU y China Continental.
En cuanto al gobierno corporativo, planteó entre otras cosas su intención de limitar la duración del mandato del presidente del BID para generar mayor dinamismo en la gestión del Banco e introducir una mayor equidad en la distribución del staff entre los países miembros, considerando que el BID es un importante centro de aprendizaje sobre diseño e implementación de políticas públicas. Con relación a la promoción de inversiones, dijo que el BID orientaría sus operaciones de financiamiento hacia proyectos que mejoren la competitividad de cada uno de los países miembros para la atracción de inversiones y que cada país debiera identificar sus debilidades y plantear las inversiones necesarias.
El BID puede ser mucho más importante para eliminar los cuellos de botella de infraestructura y de capital humano que existen en la región y que limitan nuestra competitividad y el bienestar de la gente. Para ello, una de las prioridades es incrementar la capacidad de préstamos del BID, lo cual requiere de un incremento en las garantías de los EEUU y otros países desarrollados miembros, combinado con un aumento en la relación deuda/capital del BID manteniendo su calificación crediticia Triple A, para así incrementar su captación de fondos a costos muy bajos y transferir estas condiciones a los países prestatarios. La otra es revisar sus procesos para mejorar su eficiencia reduciendo tiempos de proceso y costos operacionales.
A fines del 2019, el BID tenía una cartera de préstamos de USD 96,7 mil millones y realizó desembolsos por USD 10,5 mil millones ese año. Un objetivo importante sería duplicar estos desembolsos en los próximos cinco años y distribuirlos en función a la capacidad de pago y nivel de desarrollo relativo de los países prestatarios con préstamos de hasta 40 años de plazo con tasas fijas del 2% anual en dólares para el financiamiento de viviendas económicas, sistemas de agua y saneamiento, generación y distribución de energía limpia, sistemas de transporte público, pavimentación de rutas, redes ferroviarias, conectividad digital, infraestructura de salud y educación, financiamiento a pymes, emergencias y desastres, etc., todos fundamentales para acelerar el desarrollo de la región.
Un norteamericano en la Presidencia del BID puede ser positivo para la región en la medida en que implique incrementar sustancialmente sus operaciones en condiciones muy favorables que hoy son posibles o, puede ser negativo si el BID se convierte en un instrumento de EEUU en su enfrentamiento con China. Veremos qué significa en la realidad en los próximos meses.