El histórico barco Aquidabán, conocido en su época como el mercado flotante, marcó la historia de la navegación fluvial en el norte de Paraguay. Sin embargo, su destino final llegó tras un largo período de espera sin apoyo estatal.
Durante casi cinco décadas, el Aquidabán navegó las aguas del río Paraguay, conectando Concepción con Bahía Negra y llevando mercancías como frutas, electrodomésticos y motocicletas a varios puertos del Norte del país. A lo largo de su travesía, llegó a destinos como Pinasco, Puerto Casado, Vallemí, Fuerte Olimpo y Bahía Negra, alcanzando incluso el Pantanal Paraguayo, una de las rutas más difíciles de transitar.
La última travesía del Aquidabán concluyó el 31 de diciembre de 2023, cuando atracó por última vez en el embarcadero del barrio Fátima, en Concepción. En ese momento, la comunidad y las autoridades rindieron homenaje al barco, reconociendo su importancia histórica para las comunidades ribereñas. La llegada marcó el fin de una era de comercio y conectividad para muchas localidades del Norte.
Hugo Desvars, heredero de la familia propietaria, explicó que la decisión de retirar el barco del servicio se debió a varios factores: la caída en la demanda de pasajeros y carga, el alto consumo de combustible y los elevados costos operativos. “El barco era demasiado grande para el poco movimiento que había y requería mucho personal para su funcionamiento, lo cual lo hacía inviable económicamente”, comentó. Además, el costo de reparación, estimado en 100.000 dólares, era inalcanzable.
Desvars también indicó que se intentaron varias alternativas para mantener la nave en funcionamiento, incluyendo la posibilidad de acceder a créditos. Sin embargo, debido a la baja rentabilidad del servicio, devolver cualquier préstamo era una tarea imposible. “Aguantamos un año viajando a pérdida, pero llegó un momento en que necesitábamos mantenimiento urgente, y no había manera de cubrir los costos”, explicó.
El Aquidabán ya mostraba signos de deterioro debido a la falta de mantenimiento. Filtraba agua constantemente, y su flotación dependía de motobombas. Para sostenerlo, la familia contrató serenos que se turnaban para vigilar y operar los equipos. Sin embargo, en una madrugada crítica, un corte de energía eléctrica dejó al barco sin los generadores de emergencia. El agua terminó por adueñarse del Aquidabán, que se hundió rápidamente en el astillero Desvars, ubicado en el barrio San Antonio de Concepción.
Tras el retiro del Aquidabán, tanto la comunidad como las autoridades locales elevaron solicitudes al Gobierno Nacional solicitando ayuda para la conservación de la nave. Sin embargo, las respuestas nunca llegaron. Así, el último gran mercado flotante se sumergió en el río, convirtiéndose en un silencioso testigo de una era que ya no volverá.