Si bien anteriormente se cambiaba la hora mediante decreto presidencial, desde medianos del 2023 rige la Ley N° 7115 que establece que el cuarto domingo de marzo de cada año se atrase 60 minutos la hora oficial, es decir, este domingo.
De esta manera se tendrá un amanecer más tempranero, pero también oscurecerá antes. Nuevamente se adelantará el primer domingo de octubre, que corresponde al horario de verano.
Desde el aspecto técnico, los horarios que tienen los países se rigen por la Escapa de Tiempo Universal Coordinado, que es el resultado de un proceso matemático y estadístico. Su aplicación no es directa, ya que cada territorio toma la decisión final.
En el caso de Paraguay, el patrón de tiempo y frecuencia es custodiado por el Instituto de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN). El argumento principal para establecer un horario de invierno es para minimizar el impacto en el consumo energético, pero la Administración Nacional de Electricidad ya abandonó esta posición.
Para el INTN es importante contactar con la hora exacta mediante la Escala de Tiempo Universal para la certidumbre en las transacciones de cuentas bancarias y otras actividades que requieran de una exactitud horaria.
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Pero además hay otros aspectos económicos y sociales que se tienen en cuenta y que se debatieron hasta el año pasado en el Congreso Nacional, donde se analizó en más de una ocasión mantener el horario de verano y hasta establecer un horario escalonado en los espacios laborales y educativos.
El proyecto planteaba que un atardecer extendido también significaba mayor seguridad, además de un mejor uso de tiempo y energía, respecto al ahorro que implicaría el menor consumo en refrigeración.
La senadora Blanca Ovelar fue una de las legisladoras más preocupadas por esta iniciativa y se ocupó en derribar algunos mitos. Además de no ofrecer ventajas energéticas, mencionó que si se mantenía un solo horario, la mayor parte de la población llegaría a oscuras a sus puestos de trabajo y escuelas.
Crear un “horario artificial” también tendría consecuencias más profundas en las zonas rurales, donde hay pocos alumbrados públicos que iluminen los caminos al iniciar la jornada.
Los detractores del proyecto también argumentaron que el establecimiento de un horario escalonado tampoco tenía sentido porque habría un desajuste en los turnos tarde y noche de las escuelas, pero además perjudicaría que las madres y padres no coincidan en horario con sus hijos.
El Congreso desechó la iniciativa, pero creó una ley para que Paraguay tenga horarios oficiales, que antes se regían por simple decreto.