Robert Prevost eligió el nombre de León XIV, asumiendo tácitamente el legado de León XIII, un Papa que condenó por igual la explotación laboral, tan propia del capitalismo del siglo XIX, y el socialismo emergente que ponía bajo riesgo la propiedad privada, la familia y el derecho a tener una religión. Aclaro que no pretendo hacer historia sobre los Papas. Menciono el punto solo como ejemplo de que las opiniones y posiciones sobre diferentes cuestiones que hacen a nuestra vida en sociedad no pueden ser encasilladas tan alegremente, la realidad es siempre infinitamente más compleja.
Analice usted sus propias opiniones y verá. En mi caso, por ejemplo, no creo que haya a la fecha un modelo económico distinto del capitalismo capaz de estimular el crecimiento económico de un país. Sería un necio, sin embargo, si dijera que el mercado soluciona por sí solo todos los problemas de su gente; pero sería todavía más necio si dijera que ese mercado puede ser sustituido por el Estado y sus burócratas. La experiencia del mundo me dice que simplemente no hay modelos puros.
No tengo nada que opinar con respecto a la vida privada o a la creencia religiosa de las personas. Todos tienen el derecho de vivir su sexualidad como quieran, unirse civilmente con cualquier otra persona y obrar según su fe, siempre que tengan la edad y las condiciones para decidir por sí mismos y que sus actos no afecten a terceros. Creo en la familia y dudo que alguna vez deje de ser la célula constitutiva de nuestra civilización.
Opino que los Estados-nación son accidentes históricos y geográficos, que igual podríamos haber sido bolivianos, uruguayos o ciudadanos de los Estados Unidos del Sur, y nuestra realidad sería básicamente la misma. Considero la discusión entre globalistas y antiglobalistas una pérdida de tiempo. Solo la histeria conspiranoica puede afirmar que todo el que no se sume a su cruzada retórica está comprado. La invasión cultural desde los centros del poder se da desde los tiempos de Roma. Hoy se proyecta a una velocidad espantosa desde las redes sociales, las aplicaciones y la inteligencia artificial.
Sé que hay debates permanentes sobre si el cambio climático es responsabilidad de la acción humana o no. Sospecho que sí, pero no puedo estar seguro. Puede afirmar, sin embargo, que a la velocidad a la que estamos contaminando el planeta en algún momento la vida humana ya no será posible.
Por cierto, estoy seguro de que hay vida en otros planetas, pero a distancias que hacen imposible cualquier comunicación. Por tanto, la ufología me parece más una religión que un intento de hacer ciencia. No creo que haya nada más allá de nuestras breves vidas materiales y por la misma razón las considero tan valiosas.
Como ven, este es un puñado desordenado de cosas en las que hoy creo. Y soy apenas un cronista de hechos mayormente locales en la periferia del mundo. Ni imagino todas las ideas que poblarán la cabeza de un hombre con una historia tan rica como la de León XIV. O las que zumban en la testa de cualquiera de los ocasionales lectores de esta columna. ¿Podemos realmente pretender reducir a cualquiera de nosotros a una clasificación tan pobre como la de conservador o progresista, zurdo o derechoso?