La tristeza se apoderó de ellos al ver, a lo lejos, que ya no estaban las chimeneas que identificaban a Puerto Pinasco. Este sentimiento invadió a Robert Singer y otros descendientes cuando, en 1990, regresaron a su terruño después de treinta años de haberse fundado la cruzada por la cual actualmente se recuerda el Día de la Amistad.
En aquella ocasión, varias generaciones volvieron a su pueblo natal a bordo de una embarcación repleta, que partió de Asunción y navegó por las aguas del río Paraguay.
Este momento se convirtió en un recuerdo imborrable para el conocido comunicador, hijo del estadounidense Kurt Singer, uno de los hombres que acompañaron al doctor Artemio Bracho en la fundación de la Cruzada Mundial de la Amistad en 1957.
Entre los miembros fundadores se encontraban su padre, quien fue secretario en la famosa fábrica de tanino de Puerto Casado; el gerente de la empresa, Horacio Myami; el contador general, Orlando Troncoso; el juez Víctor Alfonso Rolón y el capitán Carlos Riva, quien presidía el club social local.
Robert Singer evocó con nostalgia varios momentos, mostrando fotografías antiguas y recortes de periódicos sobre el tema, durante una entrevista con Última Hora, su antiguo lugar de trabajo.
La fundación
Para muchos, el Día de la Amistad parece un día comercial más, pero para unos pocos, hay un valor sentimental detrás de su historia.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 30 de julio como Día Internacional de la Amistad, inspirándose en la Cruzada Mundial de la Amistad impulsada desde Paraguay, con el objetivo de celebrar la unidad entre las naciones y fomentar la paz, la comprensión cultural y el bienestar.
No obstante, la idea nació en 1958, en un rincón de nuestro país en el Chaco, llamado Puerto Pinasco, que está situado en la ribera del río Paraguay, a la altura del Departamento de Presidente Hayes.

Imagen de la fábrica de tanino en Pinasco del acervo de la historiadora Milda Rivarola.
Fotografía disponible en www.imagoteca.com.py
Allí, hace 67 años, un grupo de amigos liderado por el médico Ramón Artemio Bracho forjó la base de lo que terminaría siendo una celebración mundial.
La Cruzada de la Amistad fue producto de una época en Puerto Pinasco marcada por los encuentros sociales, donde se fomentaban valores tales como la confianza, el aprecio, la lealtad, el espíritu de humanidad y la esperanza de un mundo de paz.
Esa calidez humana impulsó a los pinasqueños de la época a llevar adelante esta iniciativa.
Cuna de la Amistad
Aquel rincón del Chaco, que vio nacer la idea de celebrar el día de los amigos, es conocido también como Cuna de la Amistad.
Puerto Pinasco tuvo una época dorada entre las décadas de 1920 y 1950, primero con los aserraderos, y luego, con la famosa fábrica de tanino. La actividad económica que generaba en esos tiempos permitió que floreciera “una sociedad muy social, valga la redundancia”, describe Robert Singer.
Él nació algunos meses antes de la cruzada, en Asunción; pero toda su infancia y adolescencia vivió en el distrito chaqueño, por lo que afirma con humor tener “doble nacionalidad”.

Público en un desfile durante la época dorada de Puerto Pinasco. Acervo de la historiadora Milda Rivarola.
Fotografía disponible en www.imagoteca.com.py
Recién al llegar a la mayoría de edad fue traído a la capital del país para ejercer el periodismo. Se interesó en el oficio de la mano de su compueblano, el músico, poeta y periodista Félix R. Maneco Galeano, quien en vida dedicó sus obras también a Puerto Pinasco.
“Es notable la fuerza que tienen algunas imágenes”, manifiesta Singer, recordando a la antigua sociedad pinasqueña. “Adrede la redundancia: era una sociedad muy social”, insiste, y resalta que era un pueblo sin distinción de clases, que fue fundamental para el nacimiento de la Cruzada Mundial, ya que las reuniones y fiestas “entre la gente de distintas capas sociales” entonces eran la normalidad.
Como parte del espíritu de la época no quedaban atrás las fiestas de carnaval y encuentros deportivos. “Había un auge social”, según el hijo de uno de los miembros fundadores.
Pese a la distancia con la capital, “Pinasco era un centro al que iban, incluso cantantes. Creo que Luis Alberto del Paraná, en su apogeo, había ido también. Había cine. Era una fiesta total. Era muy lindo vivir ahí. O sea, se encontraba mucho la gente”, explica.
“No es que ahí se fundó la amistad y después fueron todos amigos, sino que ya se respiraba realmente un clima muy lindo en Pinasco”, rememora.
La amistad como concepto
Si bien el Día de la Amistad tiene sus orígenes en 1958, el concepto de esa celebración fue creciendo con los años, con empuje y trabajo del grupo que le dio vida.
“Si alguien estaba enfermo, si alguien necesitaba algo, si había un nacimiento o fallecimiento, la parte social siempre estuvo muy fuerte”, asegura Robert Singer, refiriéndose a los miembros fundadores y descendientes que tanto en Pinasco como en Asunción siguieron promoviendo la esencia de su pueblo con visitas a hospitales y cárceles, colegios o instituciones deportivas, pero, por sobre todo, reconciliando en numerosas ocasiones a personas distanciadas.
“Eso creció así como lo es fundar un club de barrio. Primero, como algo pequeño. Pero para que existiera la conciencia a nivel de toda la comunidad, eso llevó su tiempo”, manifiesta.
El concepto de amistad, la consolidación de un día que se volvió internacional y el orgullo de que haya salido de Puerto Pinasco, no tenía que representar el cambio de nombre del distrito de sus amores.
Robert Singer recuerda que en otros tiempos intentaron llamar de otra forma a Puerto Pinasco, vía Congreso Nacional, para que pasara a llamarse Puerto Amistad. Fue algo que la población entera rechazó. Él, como periodista, incluso dejó documentada su oposición en un artículo de ABC, donde trabajaba en esos años.
De Pinasco para el mundo
Para Robert Singer, el Día de la Amistad no es un día cualquiera, sino que representa un orgullo, el sentido de pertenencia y parte de su identidad, porque la iniciativa fue impulsada en su país y forma parte de los recuerdos más íntimos de su familia y la ciudad donde se crio y creció.
Tanto así, que no olvida cuánto impacto tuvo en su comunidad la declaración que hizo el bloque internacional en 2011.
“Me emociona saber hasta dónde llegó. ¡Nada menos que la ONU! ¡Imaginate, de Pinasco a la ONU! La ONU estableció que este día se celebre a nivel mundial. Eso demuestra que va mucho más allá de una fecha comercial: se convirtió en un mensaje universal. Y la verdad, emociona profundamente”, expresa con fervor.
“La idea siempre fue expandir el concepto de la amistad, primero a nivel de la comunidad, y después a nivel nacional. Pero nunca se pensó llegar hasta la ONU. Eso no tiene parangón. Cuando salió la resolución de la ONU fue algo increíble, a nivel social, no sé si político, pero sí a nivel país. Fue como ganar la Copa del Mundo”, recuerda con emoción el periodista.
Ni hablar de la parte más íntima: “Obviamente, los que estábamos tan cercanos a esa cruzada, lo que vivimos, en mi caso, desde pequeño, fue demasiado grande, porque esa fue una lucha de muchos años”, refuerza.
El emotivo regreso a Pinasco
Descendientes de pobladores de Puerto Pinasco residentes en Asunción conformaron más tarde el Centro de Pinasqueños y organizaron un tour hasta el distrito en 1990. Para Robert Singer, fue un viaje histórico, porque esto permitió que hijos y nietos conocieran el distrito chaqueño del que hablaban los abuelos. Incluso, el acontecimiento posibilitó un choque de generaciones, entre recuerdos, abrazos y nostalgias.
En esa comunión de clases, esa mezcla de trabajadores y patrones, él comenta que en ese viaje “se notaba que había gente de distintos niveles que había trabajado en la fábrica”, que volvió a su ciudad natal o, en el caso de los hijos y nietos, iban a conocerla.
La mezcla de “tres (generaciones), inclusive. Abuelos, hijos, nietos” en ese viaje fue “chocante”, sobre todo para aquellos que recordaban la vieja fábrica, porque parte de ella solo estaba en los recuerdos de las personas más mayores o en la narración de alguien más.

Las famosas chimeneas de la fábrica de tanino, que identifican a Puerto Pinasco, son todo un símbolo.
Fotografía: Acervo Milda Rivarola en www.imagoteca.com.py
“No sé si le dicen ‘recodo’ en el idioma marino, pero desde la curva del río antes de llegar, se veían las chimeneas. Y el barco hizo la curva. Todos miramos y ya no estaban las chimeneas. El llanto ya empezó ahí, porque no estaban las famosas chimeneas”, recuerda Singer.
“Empezamos a recorrer Pinasco, cada uno fue a su barrio, cada uno fue a su casa, había gente que hizo la escuela en Pinasco. Fueron a sus aulas, a ver si todavía estaban lo que habían escrito en el pupitre. En fin, fue muy emocionante”, prosigue.
El Día de la Amistad es un día que sirve para fortalecer lazos, para dar abrazos y recibir el cariño de la familia que elegimos. También sirve como un mensaje de paz para la humanidad, que nació en Paraguay.