Vestidos con sus uniformes blancos, conocidos como doboks, los pequeños se alinean en filas ordenadas, siguiendo las instrucciones del maestro. Algunos llevan cinturones de colores, que reflejan su nivel de habilidad, desde los blancos de los principiantes hasta los amarillos. Concentrados, ejecutan sus patadas ante la atenta mirada de su público: Sus padres.
El proyecto comenzó en noviembre del año pasado cuando el profesor, quien reside en la comunidad, vio la necesidad de brindar a los niños una alternativa saludable y constructiva en su tiempo libre.
‘‘El espacio está dirigido en sí para niños, jóvenes y adultos. Los adultos son un poco más tímidos por eso todavía no se animan a apuntarse a las clases’’, comentó el profesor.
¿Cómo surgió?
Originalmente, la idea fue y la acción fue la de mejorar la plaza del barrio y fomentar el fútbol y el vóley para los más pequeños del asentamiento, pero Mario se dio cuenta de que no todos los niños compartían el mismo entusiasmo por estos deportes.
Fue entonces cuando decidió canalizar su pasión por el taekwondo, disciplina en la que se había formado hace tiempo, se recibió de profesor, pero nunca ejerció. ‘‘Estaba en mi sueño hacer esto, crear un espacio donde los niños y jóvenes pudieran aprender y crecer’, dice.
Estamos consolidándonos como escuela, peleando contra el viento, el frío y la lluvia para seguir dando las clases.
Al inicio del proyecto, 54 niños y niñas se sumaron a la iniciativa. Actualmente 23 alumnos participan regularmente en las clases los lunes, miércoles y viernes, de 19:00 a 20:30. Sin embargo, el recorrido para este proyecto social no fue nada fácil por los desafíos, como mantener la motivación de los alumnos y, sobre todo, la disciplina que se requiere.
‘‘Poco a poco nos fuimos formando y consolidando. Tenemos muchas circunstancias que nos están costando, pero estamos siguiendo. Estamos peleando contra la lluvia, contra el viento, contra el frío’’, comentó.
A pesar de esto, Pereira sigue adelante con su objetivo de consolidar el grupo y sumar a más jóvenes en la práctica del taekwondo.
Donaciones
El proyecto contó con la ayuda de los profesores de Mario que donaron uniformes para los alumnos. ‘‘Hace poco nos donaron el piso de goma, pero el techo aún falta. Es un poco caro para mí hacer eso ahora’’, explicó Pereira, destacando la necesidad de apoyo adicional para mejorar las condiciones de entrenamiento ya que este proyecto se está desarrollando a pulmón.
Las clases al principio tuvieron lugar en la plaza del barrio, pero tuvieron que trasladarse a la casa del profesor debido a la falta de espacio en la plaza, que es compartida por otros deportes como el fútbol y el voleibol.
Las clases tienen un costo de 50.000 guaraníes por alumno. ‘‘A los de antes les estoy cobrando 30 mil y 2 por 50, los que comenzaron. La mayoría ya tienen uniformes que fueron donados y como no los alcanzaron todos, hicimos así, comprando usados’’, refirió.
Los interesados en apoyar a los alumnos del profesor Mario pueden contactar con él al (0975)500-333.
