30 abr. 2024

Cosecharemos lo que sembremos III

Continuando con el análisis del plan de Transformación Educativa 2030, creo que es importante remitir al lector a la nota 431 del Poder Ejecutivo al Parlamento, de setiembre de 2020, y que nadie leyó en plena pandemia, donde el presidente expone y pide aprobar el “Convenio de Financiación entre la Unión Europea y el Paraguay para el Programa de Apoyo a la Transformación del Sistema educativo en Paraguay”, con la llamada “donación” de 38 millones de euros para el efecto que, por supuesto, tiene una contrapartida local gigantesca y muy superior a esa plata, si consideramos todo lo que se pretende transformar. En esa Nota ya se perciben los elementos de fondo que deben ser discutidos ampliamente, pero que sospechosamente el Gobierno no clarifica a la comunidad educativa nacional, entre ellos: indicadores y metas “alineados” a la Agenda 2030, “gobernanza”, “catalizador del desarrollo sostenible”, “ciudadanía plena para los estudiantes”…

La matrioska de los marcos interpretativos. Cual muñecas rusas guardadas unas dentro de otras, el Plan de Transformación tiene una serie de documentos referenciales donde están las verdaderas claves para entender los cambios de paradigmas en lo social, antropológico, cultural, político y jurídico del Paraguay, a través de la instrumentalización del sistema educativo, y que afectarán a generaciones enteras de paraguayos. El problema ko es el marco conceptual. No solo hay que leer con lupa el documento actual del abarcativo plan que hoy tiene más de 100 páginas y que recién fue presentado en julio de 2022 a algunos referentes, hay que leer la Nota 431 del presidente, esta nos remite al Programa Indicativo Plurianual para Paraguay 2014-2020 de la Unión Europea, de ahí nos pone como marco el Plan de Acción Educativa del MEC 2018-2023, de allí ir a las metas del Plan Nacional de Educación 2024, de ahí recién ir al Convenio de Financiación con la Unión Europea, que tiene dos anexos que suman casi 90 páginas con cantidad de condiciones a cumplir.

Neocolonialismo ideológico. Con megacondiciones para el Paraguay, el Convenio de “cooperación” nos exige cumplir los Objetivos de Desarrollo (ODS) 4 (calidad) y 5 (género) que son las estrellas que guían la alineación del Paraguay a la moral de la gobernanza globalista, estos objetivos tienen metas y estrategias globales para concretizarse en el país, el cual se compromete a dejarse monitorear y evaluar, con gran pérdida de autonomía.

Miente quien dice que no hay ideología de género. Preguntemos como ciudadanos ¿cómo vamos a “alinear” nuestro sistema educativo paraguayo a los ODS 4 y 5 de la Agenda 2030, sin adoptar las premisas de la ideología de género, la cual desarraiga la sexualidad de su dimensión biológica y, al mismo tiempo, convierten “lo personal en político”? Si justamente esos objetivos lo que buscan es instalar estas premisas. La Agenda de Género está instalada en ONU desde hace décadas, sobre todo desde Pekín, 1995? Díganme, por ejemplo, ¿cómo vamos a cumplir la meta 4.5 “De aquí a 2030, hay que eliminar las disparidades de género en la educación” y sus estrategias de acción, sin pasar por encima de los fundamentos antropológicos de la educación paraguaya, de nuestros valores y de la Constitución Nacional (ver artículo 73 donde se habla de la educación integral de la persona)?

¿Son vendepatria o cambiarán el marco referencial del Plan? O nuestras autoridades no leen lo que firman o saben bien y nos toman por tontos. Ante los neo-Tratados de la Triple Alianza el ñembotavy se usaba como técnica contra el invasor prepotente, no para justificar la entrega de algo más valioso que Itaipú a los poderes fácticos que no están invirtiendo su platita por nada. ¡Estamos hablando del futuro de nuestros hijos y nietos por el que dieron la vida nuestros héroes y heroínas! Como les dijo a los jóvenes el papa Francisco: “no se dejen esclavizar por las colonizaciones ideológicas”. No nos podemos quedar callados.

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