Entre los estudiosos del desarrollo de los países existe un gran consenso en que el factor más importante para construir una sociedad próspera es el nivel de confianza que existe entre los miembros de la misma.
La confianza es como la argamasa que permite que las personas se unan, se asocien, cooperen y trabajen juntas. Pero así como la confianza es la base del progreso, la honestidad y la transparencia son a su vez los cimientos de dicha confianza.
Por eso la corrupción que existe en nuestro país es un mal que no solamente nos roba recursos para la salud, la educación y la infraestructura, sino también nos roba la posibilidad de desarrollo hiriendo mortalmente a la confianza.
En este momento en nuestro país existen dos grandes temas que solamente vamos a poder enfrentarlos y superarlos si logramos generar confianza que permita una verdadera unión nacional. Uno es la pandemia del Covid 19 y el otro es la negociación del Anexo C del Tratado de Itaipú.
En el tema del Covid 19, cuando llegó la pandemia y nos pidieron que nos quedáramos en nuestras casas para darle tiempo al Estado a equiparse para enfrentarlo, todos nos unimos en torno al liderazgo del ministro Mazzoleni.
Pero cuando explotó el caso de corrupción en las compras de los equipos médicos y desde el Estado se actuó con tibieza contra los responsables, la confianza estalló por los aires.
Hoy estamos en el peor momento de la pandemia, las vacunas llegan a cuentagotas, los infectados crecen y tenemos un gobierno que parece paralizado por las críticas y por la falta de confianza de la sociedad a su gestión.
La misma cosa nos ocurre en la negociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, que es un hito muy importante para el desarrollo de nuestro país.
Esta negociación tiene dos frentes: uno es el frente interno donde los paraguayos debemos ponernos de acuerdo sobre lo que queremos plantear en las negociaciones; el otro es el frente externo que es la negociación misma con el Brasil.
Los que acompañamos de cerca este tema, no tenemos ninguna duda de que el gran desafío que tenemos por delante es nuestra negociación interna con nosotros mismos.
Porque desde la misma firma del tratado en 1973, la sociedad paraguaya se encuentra absolutamente dividida sobre este tema. Algunas posiciones se encuentran basadas en visiones ideológicas, otras en intereses electorales y muchas en el gran desconocimiento del tema y en la enorme desconfianza debido a la gran corrupción que lastimosamente siempre existió en torno a Itaipú.
Para empeorar las cosas, vino el escándalo del Acta Bilateral de contratación de energía, que estuvo a punto de llevar al presidente Mario Abdo a un juicio político y que hizo añicos la poca confianza que existía.
En lugar de tener un liderazgo claro al frente de este tema, este gobierno cambió a 4 cancilleres, a 3 directores de Itaipú y a 2 coordinadores del Equipo Negociador, en poco más de 2 años.
Recordemos que si no existe un nuevo acuerdo, que debe ser aprobado por los congresos del Brasil y del Paraguay, el actual Anexo C continuará vigente y la tarifa de Itaipú comenzará a bajar en forma importante el año que viene y en forma radical en el 2023.
Existe una sensación de parálisis del gobierno ante los temas fundamentales para la sociedad, la pandemia del Covid 19 y la negociación del Anexo C del Tratado de Itaipú.
El tiempo pasa y mientras tanto tenemos cada vez más muertos por la pandemia y nuestras posibilidades de una buena negociación con el Brasil se van esfumando.
Mientras eso ocurre, increíblemente, el gobierno y los políticos están ocupados en la operación cicatriz y en las elecciones municipales.
Y la corrupción sigue matando nuestro futuro.