Un informe realizado con datos oficiales realizó un análisis de ingresos reales
ajustados por inflación, comparando el tercer trimestre de 2023 con el segundo trimestre de 2025, mostrando un panorama mixto en el mercado laboral paraguayo en la variable de ingresos. Si bien se observan mejoras en los ingresos en algunos ámbitos, estos no modificarán sustancialmente la calidad de vida de esas poblaciones; mientras que en otras, como el trabajo asalariado, muestra un retroceso en términos de los ingresos reales.
Al analizar por categoría ocupacional, se observan mejoras en los ingresos reales de los trabajadores por cuenta propia (+5,2%) y de los empleadores (+2,2%), mientras que se registraron retrocesos entre los empleados públicos (-1,5%), los empleados privados (-2,6%) y las trabajadoras domésticas (-0,8%)
El análisis de estos cambios hay que realizarlos a la luz de otras condiciones del mercado laboral, como el nivel de ingresos y la estabilidad del ingreso que pueden medirse en términos de la formalidad o informalidad laboral.
Si se comparan los ingresos corrientes de cada año con el salario mínimo legal como parámetro que garantiza un nivel de consumo mínimo para la sobrevivencia establecido para ese periodo, se puede ver que las trabajadoras domésticas y trabajadores por cuenta propia o independientes, en promedio, ni con las mejoras logran ganar el equivalente al valor de un salario mínimo, mientras que quienes trabajan en el sector privado si bien su promedio de ingresos superaba levemente el nivel del salario mínimo en 2023 (ganaban el 111% del salario mínimo), en 2025 esta proporción se redujo (107% del salario mínimo).
Con respecto a los niveles de pobreza, datos que se tienen para 2023 y 2024, se puede ver que en 2024 (último año disponible), el promedio de ingreso laboral para asalariados representa el 95% de la línea de pobreza para una familia tipo en Paraguay (3,5 integrantes según el censo 2022); para el caso del trabajo por cuenta propia representa el 83% y para las trabajadoras domésticas el 53%. Es decir, el salario mínimo actual no permite salir de la pobreza a una familia tipo cuyo proveedor/a económica trabaja de manera asalariada en el sector privado, como cuentapropista o como trabajadora doméstica.
En un país donde el discurso oficial y de muchos representantes gremiales señalan el valor del trabajo y la supuesta dignidad del trabajador honesto o la mujer kuña guapa resulta que con el trabajo remunerado no pueden sacar de la pobreza a su familia ni tener una vida digna. También hay que considerar la cantidad de horas de trabajo que en muchos casos superan la ya elevada cantidad de horas de trabajo en Paraguay. En el sector de la construcción, el comercio, restaurantes y hoteles, la población ocupada trabaja en promedio 48 horas o más.
Por otro lado, también es necesario considerar que la mejora salarial se produjo en áreas informales sin que se observen cambios sustanciales en el acceso a la seguridad social.
Desde esta perspectiva, el aumento de los ingresos no va a implicar mejores condiciones de vida, sino solo mantener las ya precarias condiciones en las que vive gran parte de la población paraguaya. El 20% permanece en situación de pobreza, ya casi estructural, entre el 40% y 50% de la población logra mantenerse por encima de la línea de la pobreza en condiciones laborales de dos siglos atrás –sin seguridad social, con trabajo infantil y adolescente, trabajando más de 48 horas y con muchas horas de viaje diarias y de pésima calidad–.
La calidad del trabajo sigue siendo una deuda pendiente con la población, tanto en el presente como hacia el futuro. Esta situación obliga a niños, niñas y adolescentes a contribuir económicamente en sus hogares, a jóvenes a aceptar empleos que les impiden continuar sus estudios, y a personas mayores a enfrentar la dependencia y la pobreza. Los ingresos laborales no permiten acumular activos para la vejez, ni acceder durante la vida laboral a mecanismos de ahorro previsional como la jubilación.