La confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas constituye un pilar fundamental para la democracia y la gobernabilidad. Un reciente informe de un organismo internacional basado en una encuesta realizada en diez países de América Latina ubica a Paraguay como uno de los países con menor nivel de confianza en las instituciones públicas. Estos resultados deben llamar la atención de autoridades y políticos, ya que es un obstáculo estructural para el desarrollo.
Los principales hallazgos del informe muestran que Paraguay sufre una crisis de legitimidad institucional debido a las percepciones generalizadas de corrupción, ineficacia en la prestación de servicios y desconexión entre el Estado y la ciudadanía.
El hallazgo más contundente del informe es el nivel críticamente bajo de confianza en sus instituciones públicas. Los datos muestran un cuadro de desencanto generalizado que sitúa al país entre los más pesimistas de la región. Solo el 27% tiene una confianza alta en el Gobierno, nivel menor que el promedio regional de 35%. Esta cifra indica que gran parte de la población no confía o confía poco en la institución que debería dirigir el destino del país. El Parlamento tiene una todavía menor confianza, con el 26%.
La situación es aún más grave para el Poder Judicial, donde una alta confianza se reduce al 30%, muy por debajo del promedio regional del 35%. Esta cifra es particularmente preocupante, ya que el sistema judicial es el garante principal de los derechos de la ciudadanía y el árbitro de los conflictos. Una desconfianza tan profunda sugiere una percepción de impunidad, parcialidad y falta de acceso a la Justicia.
La institución que goza de una confianza relativamente mayor es el Gobierno local, con un 33%. Aunque esta cifra sigue estando por debajo del promedio regional para gobiernos locales (37%), podría estar sugiriendo que la ciudadanía percibe a las autoridades más cercanas –municipales o departamentales– como más accesibles, receptivas y efectivas que las entidades nacionales.
Los factores claves que impulsan la confianza son múltiples, pero hay dos en los que Paraguay se destaca por sus percepciones negativas: la corrupción y la calidad de servicios públicos. La principal preocupación para el 54% de los paraguayos es la corrupción, una de las tasas más altas de toda América Latina y el Caribe, solo detrás de Perú. La corrupción erosiona la legitimidad moral y la capacidad gubernamental para actuar con imparcialidad y Justicia.
La evaluación de los servicios públicos refuerza la imagen percibida de ineficacia estatal. La satisfacción con los servicios de salud (26%) y el sistema educativo (37%) se sitúa muy por debajo de los promedios regionales (50% y 40%, respectivamente). La baja calidad percibida de estos servicios esenciales alimenta un círculo vicioso: la desconfianza en la institución conduce a una evaluación negativa de sus servicios, y la mala calidad de estos servicios valida y profundiza la desconfianza inicial.
Los hallazgos de la OCDE sobre Paraguay revelan una fractura en la relación Estado-ciudadanía, caracterizada por una profunda desconfianza alimentada por la corrupción percibida, la falta de receptividad gubernamental y la deficiente prestación de servicios públicos. Estos resultados no son diferentes de otros reportes, como el de Latinobarómetro, que con otras preguntas confirma y amplía percepciones sobre algunos de estos temas.
Las autoridades y políticos no pueden estar ajenos a estos resultados. No es posible gobernar para el bien común con estos niveles de desconfianza ciudadana. Los bajos niveles de confianza no se traducen solo en deslegitimidad política o en conductas a veces antisociales como la justicia por mano propia. Es también un problema económico, ya que la población al no creer en el Gobierno, las instituciones y las políticas públicas terminan afectando a la sostenibilidad del crecimiento económico.
Si bien es posible apostar por los agentes externos, como la inversión extranjera para impulsar el crecimiento, no es posible gobernar sin atender las necesidades, derechos y aspiraciones de la población que habita el país. Tarde o temprano tendrá consecuencias para todos.