29 mar. 2024

“Aunque los vecinos lo callan, en este lugar estuvo el harén de Stroessner”

La historia de las niñas violadas durante la dictadura conduce a una casa en Sajonia, donde Popol Perrier mantenía el harén stronista. El historiador Fabián Chamorro cuenta lo que muchos callan.

El lugar.  La casa es otra y tiene otros dueños, pero aquí estuvo el harén de Stroessner.

El lugar. La casa es otra y tiene otros dueños, pero aquí estuvo el harén de Stroessner.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

@andrescolman

"¿Qué hacen...? ¡Dejen de remover esa historia! ¡Eso ya quedó en el pasado!”, reclama un vecino de la calle Carlos Gómez casi Narciso López, al ver el móvil de Última Hora y observar al legendario Fotosky sacando fotos de la antigua casa del teniente coronel Leopoldo Popol Perrier, donde alguna vez estuvo el harén de niñas secuestradas para que sean violadas por el dictador Alfredo Stroessner y otros jerarcas stronistas.

La casa está a media cuadra de la calle Colón y a cinco del estadio Defensores del Chaco. El sector en realidad se llama Carlos Antonio López, pero todos lo consideran parte de Sajonia. Hay una especie de rampa, un silencioso callejón que conduce hasta un portón de color verde.

“Esta casa actual ya no es la misma de esa época y hoy tiene otros dueños, pero mis abuelos me aseguran que este es el exacto lugar en donde estuvo el harén de Stroessner”, afirma Fabián Chamorro, joven escritor e historiador, poblador del barrio, quien nos hace de guía hacia ese antiguo escenario del horror.

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SILENCIO. Mientras uno de los vecinos nos recrimina por sacar fotos, otros se ocultan de las cámaras y casi nadie quiere recordar lo que allí pasó alguna vez.

“Aún hay temor o vergüenza para hablar de este tema. Mis padres no me respondían cuando yo les preguntaba, pero mis abuelos sí lo hicieron, y un vecino ex policía que hoy tiene más de 90 años me confirmó que esta fue la casa de Popol Perrier, adonde eran traídas las niñas menores secuestradas en el campo, para que sean usadas como esclavas sexuales por el dictador y sus colaboradores”, dice Fabián.

El anciano ex policía dijo que la casa tenía una especie de rampa, que es la que hoy conduce al callejón. La casa era como una quinta rural, tenía una pileta en el patio y toda la zona estaba cubierta de guardias. A la noche, el tránsito estaba cerrado.

CRUELDAD. Una de las facetas más crueles de la represión dictatorial ha cobrado interés tras la propuesta del director de Reparación y Memoria Histórica, Rogelio Goiburú, de investigar la violación de niñas durante el stronismo.

“El dictador no solo fue un vendepatria, ladrón, asesino, torturador, sino además un perverso sexual, que violaba niñas”, asegura Goiburú.

Hasta ahora se han confirmado dos lugares donde funcionaban los harenes en donde se reclutaban niñas de entre 10 y 15 años para el goce del dictador y demás jerarcas. Una de ellas era una finca en Laurelty, regenteada por el coronel Pedro Julián Miers, y otra la casa de Sajonia, que administraba el teniente coronel Popol Perrier.

CRIADERO. La casa de Popol era en la práctica “un criadero de niñas” para el gozo sexual de Stroessner y sus íntimos, relata el escritor Bernardo Neri Farina en su libro El último Supremo. Stroessner conoció a Popol en la Guerra del Chaco y se hicieron muy amigos, afirma.

Cuando llegó a la presidencia, el dictador lo favoreció con la explotación de casinos, entre ellos el Royal Park.

Conocedor de los gustos sexuales de Stroessner, Perrier le preparó el harén en Sajonia, adonde el dictador iba con frecuencia, “a las seis de la mañana, para iniciar allí su jornada de gobierno”, ironiza Farina.

“A esa pícara residencia concurrían los jerarcas militares a recibir las instrucciones del día. Era común ver a los hermanos Manuel y Francisco Brítez (el intendente de Asunción y el jefe de Policía) entrar y salir con aire de marcialidad, como si estuvieran en el propio Palacio de Gobierno”, escribe el autor.

Hoy, el lugar busca pasar desapercibido, cobijado por el pacto de silencio o de olvido en que parecen cubrirlo los vecinos. “Pero la verdad histórica siempre se abre paso, porque es necesario conocer lo que pasó, para no repetirlo”, dice Fabián Chamorro.