03 may. 2024

Arte sin tapujos

Despojándose de ropas y de prejuicios propios y ajenos, ponen sus cuerpos al servicio del aprendizaje de otros. Para ellas y ellos, la desnudez no es solo una fuente de ingresos extra. Es, además, una manera de liberarse, de hacer arte y de aceptarse como son. Nos adentramos en el mundo del modelaje artístico.

MODELO ARTISTICO

Por: Silvana Molina.
Fotos: Javier Valdez / Fernando Franceschelli.

Allí está ella. En medio de un aula universitaria, acomodada sobre una mesa, inmóvil cual estatua. A su alrededor, y a escasa distancia, un grupo de estudiantes de ambos sexos la observa minuciosamente y se prepara para dibujarla. Nada especial, en realidad, si no fuera por el hecho de que la dama no lleva puesta ninguna prenda de vestir: está completamente desnuda.

En los primeros minutos, quizás, la situación es algo tensa. El silencio es tan absoluto que se puede escuchar hasta el sonido del lápiz deslizándose sobre el papel. Los jóvenes la miran algo intimidados, con una mezcla de ansiedad y curiosidad. Luego, los prejuicios y el pudor –de ambas partes– se van disipando. Y solo queda un desafío para los aprendices de artista: observar profundamente y conseguir trasladar a la hoja de dibujo esas formas, esas proporciones, esas texturas y, en lo posible, esa esencia.

No es fácil. Ni rápido. Serán entre 25 y 60 minutos que pasarán, para ellos, más rápido de lo que quisieran. Para la modelo quizás no tanto: deberá esforzarse por mantenerse inerte durante ese tiempo y sobrellevar con altura las miradas sobre su cuerpo.

“¿Qué tal el día hoy?”. Linda Wagener, la mujer en cuestión, lanza repentinamente la pregunta que ayuda a distender el ambiente. Hace ya ocho años que ella incursionó en este oficio nada tradicional: el de modelo artística.

Sus servicios son requeridos como parte del aprendizaje de la carrera de Artes Visuales, tanto en el Instituto Superior de Arte (ISA) como en el Instituto de Bellas Artes. También los solicitan en la carrera de Diseño de Indumentaria, que se dicta en la primera institución.

Por amor al arte

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El ingreso de Linda a este oficio no fue algo planeado. Un día le preguntaron si estaría dispuesta a posar en traje de baño, para un curso de dibujo en la carrera de Diseño Gráfico de una universidad privada. Ella, a quien siempre le gustó el teatro y el baile, consideró que sería como actuar, así que aceptó, pese a que ya tenía un trabajo y que este nada tenía que ver con el arte: era oficial de cuentas de un banco.

Después la llamaron del ISA para algo similar, aunque ya tenía que ser sin prendas de la cintura para arriba. También lo hizo, y empezó a tomárselo muy en serio, por lo que solicitaban su presencia una o dos veces en cada semestre. “Me dije: ‘Esto es muy lindo’. Y como ya no podía actuar o bailar, consideré que sería una manera de rescatar algo de arte en mi vida”, revela ella.

Luego de un año, le preguntaron si se animaría a posar totalmente desnuda, porque necesitaban que los alumnos aprendan a dibujar el cuerpo humano tal cual. “Lo pensé y dije: ‘Ok, creo que estoy preparada para esto’”.

Desafíos

El trabajo de modelo artística –o artístico, porque también se requiere el concurso de hombres– consiste específicamente en posar desnuda frente a los alumnos, parada, sentada o acostada sobre una mesa para que aprendan a dibujar la figura humana en todos sus detalles. La misión es quedarse inmóvil durante un mínimo de 25 minutos y un máximo de 60, con algunas pausas. Las posiciones se van cambiando según indicaciones del profesor de la cátedra, aunque la modelo también puede proponer.

“Cuando necesito descansar, levanto la mano y pido unos minutos”, explica Linda. “La persona que no suele hacer modelaje artístico generalmente no aguanta más de 20 minutos, luego ya le dan calambres o se puede desmayar, como me pasó a mí la primera vez (ríe). Pero con los años que ya llevo trabajando en esto, el cuerpo se entrenó. Llegué incluso a posar durante una hora 10 minutos”.

Esta modelo ocasional tiene buenos recuerdos de su primera experiencia sin ropa: “Fue realmente sorprendente. Al principio estaba un poco cohibida, pero después me fui dando cuenta de que eran los que me miraban los que sentían vergüenza. Por lo general, se tiene la idea de que la modelo es la que se va a sentir incómoda porque todos la miran, pero es al revés. Yo notaba que ellos –los estudiantes– observaban con timidez mi cuerpo, no se animaban a verme totalmente”.

Por eso, a medida que fue ganando confianza, empezó a hablar en las clases para que los estudiantes se relajen y puedan sentirse más cómodos.

“Así empezamos a tener una forma de trabajar bastante cálida. Ya son ocho años de todo esto, pero cada semestre y cada grupo son diferentes, y van surgiendo cosas nuevas. Hasta las poses son más trabajadas, de modo que sea más desafiante. Para mí, es cada vez más enriquecedor”, asegura esta mujer de 32 años.

Y es que la desnudez que expone una modelo artística en un aula no es la misma que busca provocar o pensar en un acto sexual. Simboliza formas, luces, sombras. Allí, el cuerpo es, en definitiva, un objeto de aprendizaje.

Observar para aprender

En la formación de un artista visual, el conocimiento de las formas es fundamental, en especial las de la figura humana, ya que ofrece proporciones, texturas y tonos reales del ser humano, algo que no se puede encontrar en una fotografía, por ejemplo.

“Si nosotros queremos conocer todo lo que encierra el ser humano en su movilidad, en su comportamiento, en sus vivencias, tenemos que conocer esa figura en profundidad”, explica el profesor Gabriel Brizuela Santomé, docente del ISA en el área de Artes Visuales.

En los talleres de desnudo, lo que se busca es, precisamente, realizar una observación más profunda. “Miramos el cuerpo, sus componentes, y nos fijamos en la relación entre las distintas partes, en las proporciones. Hay una serie de lógicas que deben ser conocidas y comprendidas. Tenemos que conocer el cuerpo en sus detalles mínimos, para poder representarlo con suficiente aptitud”.

Brizuela explica que hay cuatro pasos básicos en este proceso: ver, conocer, reconocer y representar. Y es la o el modelo quien tiene que facilitar esa observación, esa mirada más detenida. Por eso, asegura, es fundamental para los estudiantes de Artes y Diseño de Indumentaria contar con modelos artísticos.

Él cuenta su experiencia en los primeros encuentros de sus estudiantes con los modelos sin ropa. “Generalmente, en el primer encuentro se percibe un impacto en los chicos (tienen entre 18 y 20 años). Pero lo que aparece enseguida es el respeto. Suele ser es una de las mejores clases, y resaltan, además, la timidez y la curiosidad. Uno –como docente– tiene que saber acompañar ese momento, tratando de darle mucha naturalidad a la situación, haciendo que las miradas sean curiosas desde lo académico, sin morbo. Después, los estudiantes ya se van familiarizando con la situación y la ven como algo muy natural”.

Sin tabúes

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Pese a que tiene una profesión (es administradora financiera, con una especialización en Marketing) y un trabajo estable y bien remunerado (es gerente comercial en una empresa), Linda Wagener no quiso dejar de lado la faceta de modelo artística. Y no es por los ingresos económicos, porque lo que se paga no es muy significativo (entre G. 100.000 y 180.000 por clase, dependiendo de la cantidad de horas).

“Lo hago porque esto me conecta con el arte, que es algo que me gustó desde chica. Es como ser actriz de teatro o bailarina, solo que trabajamos con nuestro cuerpo desnudo para que los artistas puedan dibujar. Yo disfruto, porque hay una energía muy linda y, además, un respeto muy grande”.

Sin embargo, en nuestro país hay poca gente que se dedique a esto, y generalmente lo hacen de una forma temporal, no van más allá de un año. Y lo ocultan.

Linda es una de las pocas modelos artísticas –si no la única– que no tiene problemas en contarlo abiertamente. “Cuando me preguntan a qué me dedico, yo contesto: ‘Al marketing y también soy modelo artística. Algunos se sorprenden y hasta se asustan. Me dicen: ‘¿Posás desnuda?’”.

Ella opina que se debe tener personalidad para hacer esto, “porque uno puede toparse con la desaprobación de la familia, de los jefes, de los amigos, en esta sociedad tan conservadora”. Afortunadamente, esta profesional no tiene ningún problema en su trabajo actual, donde sus jefes –extranjeros– son abiertos y no lo ven con malos ojos.

Sin embargo, lamenta que muchos otros no piensen igual. “Pasa que la gente tiene miedo porque cree que porque vos posás desnuda, sos una mujer muy libre. Esa es la idea que predomina, y no es así. Yo puedo posar sin problemas porque sé que me voy con un objetivo académico. Es algo que tiene su lugar, su manera y su objetivo”.

Cuerpos imperfectos

Contrariamente a lo que muchos piensan, no se necesita tener un cuerpo perfecto para ser modelo artística. El estándar de belleza que vende la publicidad no es lo que se busca en las aulas de artes visuales.

“Los estudiantes necesitan un cuerpo normal. Nadie quiere dibujar una fitness, cuerpos trabajados en cirugía. Quieren una persona normal, que saque su esencia, su belleza natural”, destaca Wagener.

El profesor Brizuela refuerza esta afirmación, resaltando que no es necesario que un modelo artístico tenga una figura perfecta. Y recuerda una ocasión en que faltó la modelo y una alumna se ofreció a posar. “Era una chica que estaba con sobrepeso, pero eso no fue ningún problema. Posó dos veces y los dibujos que salieron de esas sesiones fueron de los más lindos que se hicieron en las clases. Me impresionó el sentimiento que los estudiantes volcaron en esos trabajos, fueron unos dibujos bellísimos”, asegura.

Linda comenta que el modelaje artístico no es fácil para cualquier persona. “Si uno no tiene una buena autoestima y una seguridad sobre su cuerpo, le va a costar. Hay mucha gente que a mí me dice: ‘Me quito el sombrero por lo que hacés, porque yo jamás me voy a animar a posar desnuda’. Es que las personas tienen vergüenza de su cuerpo, de cómo son sus senos, de si son gordas o muy delgadas, de esto y lo otro, muchos complejos. Nuestra sociedad es la que genera todo esto. Yo siempre les digo a las mujeres: ‘Amen su cuerpo como es’”.

Delgados, gordos, altos, bajos, con tal o cual forma. Es tiempo de ir perdiéndole el miedo al cuerpo desnudo.

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FORMAS HUMANAS

En la formación de un artista o de un estudiante de comunicación visual, el conocimiento de las formas es fundamental, sobre todo las de la persona, que es el centro de toda la actividad humana.

En los talleres de desnudo, se hace una observación profunda del cuerpo, de sus componentes, de las proporciones. Ver, conocer, reconocer y representar, son las cuatro etapas en las que se trabaja para que los estudiantes esbocen una figura con suficiente aptitud.

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El lado morboso

“Para muchos en esta sociedad, es un tabú que alguien se desnude para ser modelo de artistas. No pueden pensar en la desnudez de una manera que no sea morbosa. Es por eso que hay muy pocos modelos en Paraguay, porque esta profesión generalmente no se ha visto con respeto. Pero ahora yo creo que la gente está un poco más liberada de tabúes”, opina el profesor Gabriel Brizuela Santomé (foto), docente del Instituto Superior de Arte.

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EMBARAZO SIN INHIBICIONES

Embarazada de seis meses y medio, Linda Wagener sigue participando en clases de arte como modelo, una experiencia nueva no solo para ella, sino también para los alumnos y profesores, porque es la primera vez que cuentan con la presencia de una mujer embarazada que accede a posar desnuda. “El profesor me dice que es revolucionario y que soy la primera que lo hace, al menos en nuestro país. Es un desafío muy grande y me cuidan muchísimo, hasta le hablan al bebé mientras me dibujan”, cuenta.

“No es fácil para cualquier persona. Si uno no tiene una buena autoestima y una seguridad sobre su cuerpo, le va a costar”. Linda Wagener.