05 ago. 2025

Anclajes

Una de nuestras características como nación es vivir anclados en un pasado que creemos pudo haber sido mejor sin la tragedia de la guerra. Que con energía abundante hubiéramos podido desarrollarnos y progresar para no vivir lamentándonos del robo que nos hicieron los brasileños en Itaipú.
No podemos zarpar porque hemos hecho de la inmovilidad el factor que nos atenaza e impide otear un mejor horizonte. Nos contentamos con chucherías y vivimos debatiendo cosas ya superadas por otros países con tragedias iguales o peores que las nuestras. Estuve casi dos semanas en los países balcánicos que acaban de salir de una guerra de secesión de la ex Yugoslavia donde murieron miles y ciudades completas fueron destrozadas. Hoy, sin embargo, emergen y a pesar de sus malestares y malquerencias, avanzan sin anclarse en el pasado cercano, lleno de luto y dolor.

Incluso un nuevo país como Kosova se orienta en ese sentido con una fuerte inversión de sus hijos de la diáspora. Nosotros no terminamos el duelo de 1870 y pareciera ser que nos gusta.

Nuestros gobernantes encuentran facilidad en la emboscada de decir que no avanzamos porque no nos dejan, cuando en realidad el anclaje mayor está en no tener sueños ni aspiraciones mayores que hagan políticas públicas para el bienestar de la gente. Nos repetimos en la misma decadencia de unos torpes políticos que nos distraen con su mediocridad, cachafaceria y corrupción. Lo peor: Nos han hecho creer que solo eso y nada más que eso es la política.

Nuestro presidente se ha ido varias veces a EEUU y no ha logrado que Biden lo saludara. Ha vuelto a encontrarse con los mismos para decir y escuchar lo mismo. Que lucharán contra el crimen organizado, entre otras cosas, cuando el principal sospechoso es el presidente de facto del Paraguay.

Debe causar hilaridad entre los mismos, escuchar sus argumentos que por endebles acaban siendo el hazmerreír del senador Rubio, a quien alaba luego de votar el americano en contra de la exportación de carne paraguaya a su país.

Peña vive anclado en la ilusión de ser presidente que en menos de un año le llenó de canas simulando experiencia cuando en realidad son de impotencia e inutilidad. No movemos la nave llamada Paraguay porque vivimos anclados en la repetición de lo mismo.

Apenas uno sale, puede ver en perspectiva el país para observar que los temas como el estado de las calles, rutas, malos servicios públicos en general siguen siendo los mismos siguen siendo noticia. No hemos cambiado nada por eso algún signo de inmovilidad tendría que ser incluido en nuestro escudo patrio como sello de identidad.

El inmovilismo, la repetición, los personajes y temas repetidos nos han agotado como país. Hace falta sacudirnos de esta inercia convertida en modorra.

El espectáculo de la decadencia nos agota y empobrece. Requerimos un salto cualitativo que nos rescate del estado letárgico en el que estamos, al igual que los comedores de loto de los tiempos griegos. Ahora que los americanos le han sacado el sanbenito a la marihuana es quizás el tiempo para levar anclas y emprender un nuevo derrotero para no culpar a la hierba maldita de nuestro letargo. Lejos de los pretextos lejanos o cercanos, pero rebelados ante un destino que no tiene porqué condenarnos al inmovilismo; la quietud, la corrupción y el abandono deben dejar de ser nuestros falsos blasones.

No solo que podemos, sino que debemos hacerlo pronto por nosotros y por los que vienen detrás. Ya perdimos toda una generación y no podemos darnos el lujo de perder la siguiente.

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