17 may. 2024

Alternancia política, un camino poco explorado en Paraguay

Paraguay mantiene un escenario político con una histórica hegemonía colorada y casi nula alternancia en las últimas siete décadas. Para analistas, esa situación afecta la calidad de las políticas públicas y agudiza la corrupción.

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En la era democrática solo se tuvo una alternancia y terminó con un polémico juicio político al entonces presidente Fernando Lugo. Ilustración: Enzo Pertile

“La alternancia debe ser una moneda corriente. No tenemos que asustarnos”, fueron las palabras del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, hace unas semanas, tras un acto oficial en Alto Paraná. Sus expresiones no cayeron bien en el seno del Partido Colorado.

Desde 1949, la Asociación Nacional Republicana (ANR) se adueñó de la gobernabilidad casi total del Paraguay. Solo sucumbió un breve y conflictivo lapso en 2008. Sin embargo, el sistema que construyó a lo largo de las décadas le valió para recuperar rápidamente el poder en 2013.

En Paraguay, incluso, no se registró un cambio inmediato después de la caída del gobierno dictatorial de Alfredo Stroessner (1954-1989), como sí ocurrió en otros países con regímenes autoritarios similares. De los últimos 74 años, 69 fueron administrados por el Partido Colorado.

La alternancia política es el cambio o la sustitución de un grupo o partido político, de manera pacífica y acorde a las reglas electorales, por otro que pertenece a una nucleación política distinta a la que gobierna.

Para la doctora en Ciencias Políticas, Rocío Duarte, la falta de alternancia debilita el sentido de responsabilidad de los funcionarios electos por la ciudadanía. “Ya no sienten que su permanencia en el poder dependa de la calidad de su gestión”, afirma.

Eso trae como consecuencia los altos niveles de corrupción en las instituciones estatales y la pésima calidad de las políticas públicas. De hecho, en los últimos 20 años, Paraguay ocupó siempre los primeros lugares de países más corruptos.

Si bien el presidente Mario Abdo dice que hay una “democracia consolidada”, informes de la organización IDEA Internacional y de la revista inglesa The Economist exponen el frágil sistema en Paraguay. Hablan de “bajo desempeño” y de “democracia defectuosa”, respectivamente.

Actualmente, el país atraviesa por una severa crisis del transporte público, un sistema de salud deplorable y de muchas carencias en el campo educativo. A eso se suman la impunidad, el prebendarismo y el clientelismo. Los campesinos desde hace años reclaman sus reivindicaciones.

De acuerdo con el último informe de la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2022 (EPHC) del Instituto Nacional de Estadística, la pobreza monetaria total, que se obtiene de la suma de la pobreza no extrema y la pobreza extrema, registró una incidencia del 24,7%.

En términos absolutos, representa alrededor de 1.817.000 personas residentes en hogares cuyos ingresos per cápita fueron inferiores al costo de una canasta básica de consumo (alimentos y no alimentos), estimado para el año 2022.

Lea más: La corrupción en Paraguay y su institucionalización con Stroessner

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“La alternancia pone límites al abuso del poder”

La socióloga Milda Rivarola refiere que la alternancia política se da como un voto castigo a las malas administraciones o al desgaste de la imagen de un partido político. Eso pasa mucho en Europa y Estados Unidos. Después de dos periodos suele darse un cambio”, indica.

“El temor de caer pone límites al abuso de poder de los partidos en esos países. La alternancia también es un mecanismo de control de los partidos de poder”, asegura

El politólogo Marcos Pérez Talia menciona al polaco-estadounidense Adam Przeworski, a quien se le atribuye una de las frases más citadas en la literatura de las Ciencias Políticas: “La democracia es un sistema en el que los partidos de gobierno pierden elecciones”.

A su consideración, la alternancia política no solo es sana en términos ideales, sino también en términos democráticos, ya que permite procesar los distintos conflictos y tensiones de la sociedad de forma pacífica y en libertad.

Nota relacionada: Mario Abdo valora la alternancia en democracia: “No debemos asustarnos”

La falta de alternancia socava la calidad de la democracia. Es muy llamativo que un mismo partido gane siempre las elecciones. En las democracias consolidadas la alternancia es un hecho rutinario. La falta de alternancia socava la calidad de la democracia. Es muy llamativo que un mismo partido gane siempre las elecciones. En las democracias consolidadas la alternancia es un hecho rutinario.

A la caída de Alfredo Stroessner le sucedieron otros gobiernos colorados con Andrés Rodríguez (1989-1993), Juan Carlos Wasmosy (1993-1998), Raúl Cubas (1998-2001) —renunció tras el Marzo Paraguayo—, Luis González Macchi (2001-2003) y Nicanor Duarte Frutos (2003-2008).

“En Paraguay tuvieron que sucederse cinco elecciones después de la dictadura para que haya alternancia. Y el impacto positivo se nota en las mediciones sobre actitudes ciudadanas”, señala mostrando los altos niveles de aceptación que tuvo el gobierno de Fernando Lugo.

Al respecto, expone que, según las mediciones de Latinobarómetro sobre la confianza en los gobiernos a mitad de mandato, el de Lugo era el que más confianza generó con un 46,5% en 2010, frente al 6% de González Macchi en 2002, 25,7% de Duarte Frutos en 2006, 24,1% de Cartes en 2016 y el 13,1% de Mario Abdo en 2020.

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Las causas de la falta de alternancia en Paraguay

Milda Rivarola menciona como uno de los puntos la ausencia de un sistema electoral con balotaje, donde en una primera vuelta participan varios candidatos y en la segunda se define entre los dos mejores.

“Los colorados se dieron cuenta de su riesgo y por eso lo sacaron”, recuerda al tiempo de mencionar que en las últimas elecciones no superaron el 50% de los votos. “Si hay segunda vuelta ya no ganarían”, asegura.

Esa reflexión se reafirma con los datos estadísticos de otras elecciones generales, en los que se observa que sumando los porcentajes de los votos de los candidatos opositores se supera a lo obtenido por el postulante del Partido Colorado.

Más sobre el tema: Revelan que 93% de los paraguayos creen que se gobierna para poderosos

En 1993 el ganador fue el colorado Juan Carlos Wasmosy (468.213 votos). Se impuso a sus principales contrincantes: el liberal Domingo Laíno (376.868 votos) y el encuestrista Guillermo Caballero Vargas (271.421).

Otro ejemplo ocurrió en el 2003 con la victoria de Nicanor Duarte Frutos (574.232 votos), quien superó al liberal Julio César Franco (370.348), al patriaqueridista Pedro Fadul (328.916) y al oviedista Guillermo Sánchez (208.391).

Como un segundo hecho, la socióloga e historiadora se remonta al gobierno colorado de Federico Chaves (1949-1953) cuando la ANR empezó a tomar el Estado “como un aparato partidario”. “Para entrar al aparato del Estado tenías que ser fiel al Partido Colorado”, rememora.

“Los colorados convirtieron el funcionariado público y todos los beneficios en un arma electoral. Ellos movilizan gran parte del funcionariado. Los funcionarios partidizados se convirtieron en una base electoral”, expresa.

¿Se podría tener una nueva alternancia?

Tras la victoria de Fernando Lugo en las elecciones de 2008, el Partido Colorado nuevamente recuperó el poder en el 2013 con Horacio Cartes y en el 2018 lo retuvo con Mario Abdo Benítez, esta última victoria con el margen más pequeño en la historia electoral del país.

En las próximas elecciones del 30 de abril aparecen como principales candidatos Efraín Alegre por la Concertación Nacional, Santiago Peña del Partido Colorado y otros como Paraguayo Cubas, Euclides Acevedo y José Luis Chilavert.

Para el politólogo Marcos Pérez Talia, la crisis interna colorada entre Mario Abdo y Horacio Cartes, más la externa por las sanciones de EEUU al presidente de la ANR, “pareciera que favorece a una posible segunda alternancia”.

Sobre el cambio de timón en el 2008 refiere que se dio no necesariamente por la acción de la oposición, sino por la crisis colorada no resuelta, cuyos votos enojados fueron captados por el fallecido Lino César Oviedo.

“El 2023 se podría parecer más al 2008 (falta de unidad total en la oposición, pero con crisis colorada) que a otras elecciones. Sumado, además, a que existen fórmulas que eventualmente pueden captar votos colorados disidentes”, indica por Paraguayos Cubas y Euclides Acevedo.

La analista Rocío Duarte concluye que una eventual alternancia podría generar grandes cambios, pero que dependerá mucho de la capacidad de los representantes electos para generar consensos entre las bases y establecer acuerdos que estructuren sus políticas.

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