Víctor Franco Novarecci
@victfran
Una frase que dijo Nico Garzia al día siguiente del concierto de los Guns N’ Roses me quedó dando vueltas en la cabeza: “los Guns son caros, pero más caros son los Aerosmith, pero también más profesionales”. Anoche en el concierto pudimos confirmar plenamente que lo dicho por Garzia era 100% verdad.
La banda liderada por Steven Tyler mostró todo su potencial en 1 hora y 45 minutos de puro Rock and Roll. La esperada llegada, el accidente en el hotel, la atención en un sanatorio, la postergación del concierto y todas las horas de espera, quedaron atrás cuando a las 22:15 la agrupación irrumpió en el escenario del Jockey Club y al ritmo de “Draw the Line”, un tema de los 70', seguido de “Same Old Song and Dance”, luego vino “Mama Kin” que encendió a la multitud que desde temprano se llegó al sitio.
Steven Tyler, con su prodigiosa voz al son de los riffs insuperables de Joe Perry, acompañados con total maestría por Brad Whitford en la segunda guitarra, Tom Hamilton en el bajo y Joey Kramer en la batería, encapotaron el cielo de la mejor música. Una pantallada de sus mejores éxitos, esos que en la época de colegio coreábamos, sonaron en vivo en un escenario que desplegó una perfecta iluminación y un impecable sonido.
Claro que a lo largo de casi 40 años de trayectoria en un solo concierto no pueden caber todos los éxitos del grupo, pero Tyler, se robó al público, sin hablar mucho, pero con esos sus ya clásicos movimientos, su plasticidad y haciendo lo que quería con su voz, se comió el escenario y a la gente. Steven, se sacó los lentes oscuros y dejó ver un gran moretón en el ojo derecho y también lesiones en el mentón, como lanzando un mensaje a sus seguidores de que fue real el accidente que sufrió, pero que iba a dar todo.
“Living on the Edge”, fue tal vez la primera canción más coreada por el público que ya estaba rendido a los pies de los Aerosmith. El show subía cada vez más en revoluciones, hasta que le llegó el turno a Joey Kramer, quien hizo un solo de batería magistral, mientras que el resto de la banda tomaba aire. Steven Tyler, quien es un gran músico y ejecuta a la perfección 16 instrumentos, se acercó a Joey y con otro juego de palillos tocaron la batería a cuatro manos haciendo explotar a los presentes.
Luego se enganchó con “Rag Doll” donde una vez más Joe Perry mostro toda su destreza al ejecutarla un Pedal Steel. La gente esperaba escuchar una y otra canción. Tal vez la excitación mezclada con la emoción hizo que pocos se dieran cuenta que Joy Perry al tomar el liderato y antes de cantar un blues de Boston, saludo al público diciendo “buenas noches Perú”, luego al final del concierto el guitarrista en su cuenta de tuiter explicó que son gajes del oficio, este tipo de errores y pidió disculpas.
“Amazing” tal vez fue el tema que más coreó la gente. El tema emblemático de los “chicos malos de Boston” arrasó, cuantas historias de amor y desamor se revolvieron en los corazones de los presentes con los acordes de este tema. También “I Don’t Wanna Miss a Thing” la canción que sirvió de banda sonora a la película Armagedon, también fue uno de los puntos altos. Tyler en esta música hizo la señal de la cruz ¿por qué? No lo sé.
Tras una pausa en la que se puso un piano en el escenario, los rock star volvieron a tomar sus puestos con la albirroja puesta. Steven Tyler con el número 10 en su dorsal se sentó al piano y tocó el clásico “Dream On”. Luego siguió con “Love in an Elevator” para volarle la cabeza a los miles de seguidores que ya estaban sobrepasados por un show único.
Para, el final el gran Steven tenía todavía guardada una sorpresa, una remera negra con su imagen sin dientes que lució con todo orgullo y simulando que iba a caerse en cualquier momento se cerró el show con una gran emoción.
Tal vez mucha gente se quedó con las ganas de escuchar algunos de los temas, pero si los Aerosmith tienen tantos éxitos que no cabrían ni en dos show. Lo que se puede rescatar es el gran profesionalismo de Steven Tyler, quien 24 horas después de sufrir unas descompensación y caerse en un baño, subió al escenario donde cantó, bailó y dio un espectáculo único. Cualquier persona de 63 años, que pase por un hecho similar estaría en cama por días, pero demostrando un amor propio único el líder de los Aerosmith dejó todo en escena, para que el público viva tal vez uno de los show más apoteósicos de la historia del rock en Paraguay.