El majestuoso Centro de Eventos Puerto Liebig, erigido en una antigua fábrica de carne procesada y depósitos portuarios, fue inaugurado ayer, con la presencia de sus inversores y propietarios, Javier Zuccolillo Conigliaro y sus tres hijas: Fátima, Guadalupe y Zofía, quienes son las directoras del inmenso complejo multicultural, que está ubicado en una zona de puertos privados a orillas del río Paraguay, en Zeballos Cué.
La antigua fábrica Liebig’s Extract of Meat Company (Lemco), que cerró en 1978, sirve de escenario ideal a este gran complejo denominado Puerto Liebig, cuya restauración y recuperación insumió cuatro años, y que pudo hacerse realidad, a pesar de la interrupción que significó la aparición de la pandemia de Covid-19, el año pasado.
El objetivo de este nuevo emprendimiento es el de brindar una experiencia única a los eventos corporativos y sociales, lleno de cultura e historia.
El complejo está integrado por tres imponentes salones: El Salón Blanco, La Fábrica, y La Cueva. En total, los salones, sus amplias galerías y jardines al aire libre componen 3.746 m² de un predio de nueve hectáreas (donde también están construidas oficinas corporativas y depósitos), y con capacidad de estacionamiento para 500 vehículos.
Dentro de sus salones y eventos, Puerto Liebig ofrecerá una amplia variedad de experiencias y servicios únicos a sus clientes, como una cava, un bar industrial, alquileres de ítems auténticos de la fábrica, actuaciones de personajes históricos, un playroom para niños, vestimenta del siglo XIX para los mozos, y una experiencia de sentidos con el cáterin exclusivo de Talleyrand (que creó un menú incorporando elementos históricos de la fábrica), y paquetes innovadoras de luces con CF Eventos.
HISTORIA. Este gran centro de eventos fue concebido por la familia Zuccolillo Conigliaro, a partir de un sueño del patriarca Antonio Zuccolillo Moscarda, quien había adquirido el predio años atrás, pero que por diversas situaciones coyunturales no lo pudo utilizar. Tras prácticamente cuarenta años de cierre y breve apertura, su hijo, Javier, y sus nietas deciden realizar estudios de mercado para ver qué tipo de emprendimientos albergar en el lugar.
Fue así que decidieron convertir el sitio en un gran centro de eventos, que también cuenta con un edificio atrás que al ser recuperado, se convirtió en oficinas corporativas, según narró Fátima Zuccolillo, directora del Centro de Eventos. Tras cuatros años de intensos trabajos de recuperación y restauración de la vetusta fábrica, la familia Zuccolillo Conigliaro decidió que era hora de abrir este sitio para que todos puedan apreciar su gran belleza y conocer a fondo su rica historia.