Renate Costa desarrolló en cuarenta y un años una carrera luminosa e inspiradora para quienes seguimos la estela de su arte. Nos queda el maravilloso documental sobre su tío Rodolfo en un claustrofóbico Paraguay, bautizado 108 / Cuchillo de palo, filmado en el 2009; también el cortometraje Resistente, sobre el anciano anarquista italiano de Areguá, don Alberto Bonnet, del año 2012.
Honda y potente es también la marca que Renate provocó en toda una camada de realizadores locales mediante ingeniosas iniciativas y proyectos: Programando ciclos de cine o promoviendo los talleres de capacitación de proyectos fílmicos a los que dio el nombre guaraní de Mua (luciérnaga). O como productora de la película Boreal, del director Federico Adorno (2022).
Mi memoria sigue la ruta que Renate eligió al dejar el Paraguay en 2004 para desembarcar en Barcelona, sigue a Berlín y culmina en París. Es una bitácora en flashback, emitida por escrito en estas páginas, con la primera escena en la iglesia de Montreuil, el suburbio de París donde Renate eligió vivir sus últimos años.
Montreuil, durazno y cine
El populoso y multicultural suburbio parisino de Montreuil, la antigua huerta del conurbano de la ciudad y lugar del cine pionero de Georges Meliès, dato nada menor para quien esto escribe, es el lugar de los últimos años de Renate. Emprendiendo la larga caminata de la iglesia al cementerio, el aire comienza a oler a frutas y a escucharse el zumbido de abejas; convoco a los durazneros cercanos por los que esta localidad es famosa.
Recuerdo que en 2005 Renate comienza su máster de Documental de Creación en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, luego de graduarse del Instituto Profesional de Artes y Ciencias de la Comunicación (IPAC) de Asunción y de especializarse en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba.
El año 2005 también es la fecha de mi partida de Paraguay. Nuestro reencuentro aumenta las complicidades compartidas como migrantes en Cataluña, las afinidades cinéfilas y el hablar de su película reconfiguran posiciones. Son los años de escritura del guion de Cuchillo, que llevaba toda una vida rumiando en su cabeza, y de la preproducción encarada por su mismísima profesora del máster, la talentosa Marta Andreu, quien advirtió la potencia del proyecto.
Renate escribe, reescribe y destroza su guion varias veces (llegué a leer tres tratamientos distintos gracias a nuestro pacto de confianza y respeto) en su ático de un quinto piso del barrio medieval de Santa Catarina. Mientras trabaja sin descanso en la productora Play Time en San Feliú de Llobregat, a 20 km de Barcelona, prepara su estrategia de producción, los viajes al Paraguay, los planes de rodaje, junto a un sólido equipo o crew, compuesto por la productora Susana Benito, Carlos Vásquez en la cámara, Amanda Villavieja en el sonido, Nuria Esquerra el montaje y la mismísima Andreu.
Verdades brutales
Ahora lo veo claro: Ella me pregunta, incisiva, sobre el caso Palmieri de 1982. Brindé mi testimonio y se abrió la herida; cuando tenía 11 años, en mi colegio, viví el brutal episodio del secuestro y asesinato de un estudiante dos años mayor y las consecuencias terribles que tuvo este hecho en la sociedad paraguaya.
La terrible verdad de otros informantes autorizados –y que habían vivido esas circunstancias de primera mano como adultos– animó a la valiente Renate a decirlo fuerte y claro. Tan lejos y tan cerca, volvimos a sentir el miedo que nos dejó la dictadura y entender que la mentira y la hipocresía pueden matar.
La película está lista. Estamos un nevado febrero en la Berlinale, el gran Festival de Cine de Berlín, que apuesta por la ópera prima de Renate. Después de años, el secreto cobra cuerpo, 108/Cuchillo de palo secreta su triste verdad, reivindicando en número de tres cifras e impactando en la sección Panorama, dedicada mayormente a documentales y testimonios centrados en los derechos humanos.
Renate tiene apenas 25 años, estrena su primer filme junto a directores de gran calidad y experiencia, pero ha venido preparada para asumir una cruzada que es la de toda su vida: Señalar el lugar de la sociedad y de su familia paraguaya en esta historia, y hasta invita a su padre, quien piensa muy diferente a ella, a acompañarla en los debates.
En 2010 Cuchillo de palo es programada en el DOK Film Festival de Múnich, y a último momento, Renate no puede asistir y me pregunta si puedo reemplazarla para la presentación y el debate posterior. El recuerdo de esta proyección es inenarrable.
Mucha gente escuchaba hablar por primera vez de Paraguay, de un dictador cuasialemán y de la homofobia y hubo incluso una joven que se echó a llorar por nuestro Rodolfo y por el destino de tanta gente anulada. Recuerdo a una mujer paraguaya que reacciona airada, procurando minimizar la catarsis: “No es tan así”, dice..., o “La gente en Paraguay es buena y pacífica, todos nos conocemos” , para concluir con el artero ”Algo habrá hecho”.
Mi respuesta, en un arrebatado alemán, que recién aprendía: “Niemand sollte sich schuldig fühlen, schwul zu sein” (Nadie debe sentir culpa por ser gay). También dije: “Das war Staatsterrorismus” (“Eso fue terrorismo de Estado”), en alusión a la persecución de personas inocentes en 1982, como Rodolfo y otros cientos.
La temporada alemana de Cuchillo se volvió excitante y acompañé la película en proyecciones en Colonia y en Hamburgo. Desde entonces, Rodolfo Costa, el inolvidable tío de Renate, está conmigo en todos mis programas fílmicos.
El poder del arte de Renate es palpable, empatiza y cura. Corta y señala la cicatriz desde una gran metáfora que funde lo social, lo político, lo cultural de las últimas décadas. El antes infame número 108, la cuenta arbitraria de individuos apresados y humillados, es hoy cifra y símbolo de aceptación y tolerancia.