25 abr. 2024

Tiempo de juegos

Hay pasatiempos que subsisten a los cambios tecnológicos, otros que quedaron reservados en el imaginario infantil de una época y otros que se reinventan. Sin embargo, el denominador común sigue siendo la imaginación. Te contamos los avatares de los juegos y juguetes en los últimos 50 años.

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Por Gabriela Fariña

Colocados convenientemente en sus puestos, a una cierta distancia de un poste en el que se encuentra un niño de espaldas al grupo, ellos esperan una señal para avanzar, intentando acercarse sigilosamente al mástil. “Un, dos, tres... ¡miro!”. En este momento, cuando se termina la cuenta y quien la realiza se da la vuelta, los competidores deben permanecer quietos como estatuas, y el que no lo logre deberá bailar el twist. Este tradicional juego —que probablemente cada quien recreó en su mente de manera distinta— es uno de los tantos que formaron parte de la infancia de muchos adultos de hoy. Y también está presente, aunque quizás en menor medida, en la de muchos niños de esta época.
Es que el juego es el trabajo de los niños, según la lic. Nitel Monges, sicóloga clínica y experta en gestión educativa. A su criterio, este debería ocupar gran parte del repertorio diario de los pequeños, dado que permite representar su mundo infantil y organizar la realidad de su cotidianidad, imitando los modelos de los adultos con quienes se involucran.
¿Recuerda cuando jugaba a ser mamá o al señor que arregla la bici?, ¿cuando representaba una mesa de cumpleaños con los peluches o vecinos de la cuadra? Los juegos de roles con disfraces o con elementos simbólicos son esenciales, puesto que desarrollan el lenguaje, la comprensión y la expresión, fomentan la participación, liberan tensiones y construyen la personalidad. También ayudan a entender ciertas responsabilidades y funciones del hogar y la comunidad. “Son como los primeros ensayos de la selección de la profesión a seguir y la identificación con la figura femenina o masculina”, explica la sicóloga.
Estos pasatiempos están presentes a lo largo del proceso de desarrollo y maduración. “Los juegos durante el baño de los bebés y las dinámicas a temprana edad, como el popular coreco guá, permiten a los pequeños recrearse con los balbuceos y asimilar el estar y el no estar de la cuidadora. De esa forma, madura la idea de separación que se vivencia cuando la mamá vuelve a trabajar”, expone.

Lo que el tiempo se llevó

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Hubo un tiempo en el que no existían consolas de juegos ni internet. Los niños que vivían en barrios asuncenos allá por los años 60 del siglo pasado, jugaban libremente con sus amiguitos de la vecindad, rememora con melancolía el poeta, periodista y escritor Mario Rubén Álvarez. “En mi infancia, los días estaban signados por aventuras. Como la televisión llegó a nuestro país recién a mediados del año 65 —y no todos tenían acceso a ella—, había que ingeniarse”, cuenta.
Los juegos tradicionales se desarrollaban muchas veces sin juguetes, apelando a la improvisación creativa con elementos de la naturaleza: piedras, tierra, flores, arena, maderas o botones. Otra opción era recurrir a desafíos físicos como subir al árbol, saltar a la cuerda o la goma, el trompo, la balera, la gallina ciega, el huevo podrido, pisa pizuela, esconderse y no ser atrapados, entre otros.
También había lugar para las travesuras, sonríe con picardía el entrevistado al recordar sus días infantiles en el campo: “Mientras mis padres dormían la siesta, porque antes se respetaba como si fuera un mandamiento, mis hermanos y yo nos íbamos al corral, a escondidas, para jugar a ser jinetes sobre terneros. Era frecuente que termináramos golpeados por las caídas, pero debíamos guardar el secreto, porque al que se portaba mal se le hacía arrodillar sobre maíz o piedrecillas frente al santo, no había misericordia”.

Aprender jugando

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En otras épocas, los niños compartían pasatiempos como el balero, el partidí o los trompos. Seguramente, muchos recordarán la tiquichuela, las balitas y otros juegos que combinan habilidades de razonamiento con destrezas físicas. “En ellos también hay componentes del azar y complementan el desarrollo del mundo mágico de los niños”, evoca la sicóloga.
En otro lugar estaban las niñas, que se sentaban una frente a la otra para hacer juegos de manos, rimas y rondas grupales de canciones con aplausos de coordinación viso-motriz, donde había una partitura o un libreto que podía variar ligeramente. Entre risas y melodías, Mario Álvarez repite: “Buenos días, su señoría, mantantiru-liru-lá”. En este juego, la señorita buscada se veía obligada a realizar algunas representaciones de oficios, de manera gestual.
Otra posibilidad, relata Álvarez, era recitar el clásico “sobre el puente de Aviñón, todos bailan, todos bailan, sobre el puente de Aviñón, todos bailan y yo también”. Más complicado era seguir el compás de la orquesta de Antón Pirulero, debido a la velocidad exigida por este director, “podía parecer arbitrario, pero iba despidiendo a sus músicos si estos no se apuraban”. Otra melodía que estaba en auge era la del arroz con leche y la que dice “un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña”. En esta última, la cuenta llegaba a ser interminable pero, por alguna razón, entretenida.
Además de sumar experiencias gratificantes, los juegos reiterativos permiten crear mecanismos para adecuarse a diferentes situaciones y comportarse ante ellas con mayor facilidad, explica Monges. “El niño puede canalizar sus temores, resolviendo de alguna manera sus ansiedades infantiles y dando finales felices a sus angustias”, detalla.
Mario Rubén recuerda aquellos tiempos infantiles en los que imaginaba ser un cowboy y emulaba con sus amigos las escenas de acción en vivo, representando el clásico enfrentamiento entre comisarios y bandidos. La interacción social era un acto diario. “Muchos sentimientos estaban a prueba: amistad, cariño, y así también enojos”, opina el escritor, algo que la sicóloga resalta como muy positivo, al afirmar que “el juego puede dar la oportunidad de canalizar la tolerancia a las frustraciones para aprender a ganar y perder”.

De juguetes a gadgets

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En los años 80 y 90 vieron la luz muchos juguetes que incorporaban lo último en tecnología de esa época, como el cubo de Rubik, el Tamagotchi, el muñeco Furby, las primeras consolas portátiles, entre otros. La metamorfosis de muchos que pasaron la prueba de caducidad muestra el devenir de un objeto en otro. Así, muchos fabricantes empezaron a crear juguetes que van más allá de lo clásico. Un ejemplo es la nueva versión del banquero, que permite contabilizar el dinero en la computadora; o los trompos, que de ser simples objetos de madera, ahora vienen con sonido y luz láser.
Pero si hay algo que las niñas de todas las generaciones hubieran querido tener es una muñeca que hable. Felizmente, siempre ha existido el recurso de la imaginación. Pero ahora es posible activando el wifi y el reconocimiento de voz. Otros juguetes aggiornados son los autos, en los que se puede hacer zoom digital por medio de las tabletas. Otros juegos van migrando de plataforma, como Mario Bros, que en principio estaba disponible en Family Game, después en PlayStation y ahora en el smartphone.
Los tiempos, por supuesto, han cambiado. Así como en la vida, los juegos tienen sus extrañas formas de revelar sus secretos. Fabricio Alvarenga (7) encontró en el videojuego Minecraft, como bien él lo dice, un nuevo modo de supervivencia que implica aplicar más de una estrategia para avanzar. “Hace tres años que juego y ya creé más de 30 mundos; y con un click pude domesticar a mi gato, que es muy parecido al que tengo en la vida real, se llama Johny. En este juego hay mucha fantasía, pero también hay cosas reales, como los edificios y mansiones. Todo está para construir”, explica el pequeño, quien tiene planes de descargar otros juegos en la computadora de su casa.
Pero como sucede con muchos niños de hoy, no todo es virtual en la vida de Fabri. Él se dedica también a fabricar juguetes caseros, entre ellos, el famoso spinner. “No quería que fuera igual a los otros, por eso hice mi propia versión. Conseguí tuercas y le puse un cedé por debajo para darle un efecto especial al girar. En eso me ayudó mi papá, porque había que cortar con cutter y pulir los bordes. Además, usé siete rulemanes. Eran de la patineta de mi hermano”, revela. Pausa y aclara: “Él ya no la usaba porque estaba descompuesta”.
Mientras piensa cuál será su próximo experimento, Fabricio cuenta que en sus ratos libres también le gusta hacer dibujos, escuchar música en YouTube y jugar fútbol con su vecinito del fondo.

Nuevas reglas

Los juegos digitales y los videojuegos, en solitario o en red, están copando las cartas de pedido para los Reyes Magos, así como las computadoras y los celulares, cada vez a más temprana edad, comenta la lic. Monges, quien ha investigado esta área en la que se bordea el pasado y el futuro. “Actualmente, los niños tienen facilidades con estos nuevos patios tecnológicos, están muy interesados y estimulados, y hasta se puede decir que es necesario que incursionen en este mundo”, explica.
Pero no solo han cambiado los juegos en estos últimos años, sino que también hay variaciones en los hábitos de los niños. “Los programas en la red facilitan la entretención por tiempos prolongados. Pero hay que tener cuidado con el tiempo de exposición de los chicos frente a las pantallas, incluida la tevé, o el uso de internet, ya que todo esto puede fomentar el sedentarismo, afectar la vista o el sistema nervioso y generar una cultura de ensimismamiento”, advierte la sicóloga.
Haciendo un juego de palabras, la especialista considera oportuno hablar de las reglas de cuidado para el uso de las redes, “para que no se enreden” en peligros, ya que, si las cuentas no están protegidas o son mal utilizadas, pueden derivar en ciberbullying, grooming y juegos violentos, entre otras situaciones nuevas.
Hoy ya no se sale a la siesta tan a menudo para jugar en la canchita ni a la noche a la vereda, por los peligros. La inseguridad afecta también en la elección de los juegos, advierte la experta. “Se juega fundamentalmente dentro de la casa, en la pieza, pero ¿seguros?”, interpela la entrevistada. “A través de internet, ahora existe la posibilidad de jugar con gente de diferentes edades y localidades, por lo que el concepto de ‘amigo’ cambia con un simple click: lo que comparto ya no es solo con uno. Por todo esto, es importante hablar con los niños sobre los recaudos que hay que tomar para agregar contactos o aceptar invitaciones para los juegos en red, así como saber qué información proporcionan los chicos en internet”, advierte.
En contrapartida, existen también propuestas aptas para niños, como los videos instructivos y las diferentes aplicaciones (apps) didácticas que se pueden aprovechar para la diversión y estimulación de capacidades de cálculo o inicio de la lectura, o ejercicios para mejorar la concentración. “Con la supervisión adecuada de los juegos, sus seguidores, las influencias de los blogueros, la tecnología también puede ser muy beneficiosa”, asegura Monges.
Los grandes también
Junto con los requerimientos básicos de nutrición, salud, vivienda y educación, una necesidad muy importante en los niños es el juego con sus pares, un derecho que forma parte de la convención sobre los Derechos del Niño, establecida por las Naciones Unidas. Es que cuando el niño juega, se activan capacidades como la afectividad, la motricidad, la inteligencia, la creatividad y la sociabilidad.
Si bien la mayoría de los niños de hoy juegan más en espacios cerrados que en exteriores. Ellos también se sienten atraídos por las actividades al aire libre, también leen y se entretienen con juegos de mesa. Sería un error pensar que los juegos tradicionales y otras prácticas lúdicas quedaron fuera del interés de los niños de esta época, solo por poseer una PC o una consola de juegos. Y es que los chicos son una caja de sorpresas.
Se cree que los juegos son para los niños, pero —ya sean tradicionales o tecnológicos— adquieren otro significado si involucran a un adulto que comparte con ellos un momento especial. “Puede ser una medicina eficaz para muchas experiencias. El rol de los adultos es fundamental para generar alternativas y abrir espacios compartidos de distensión”, opina la sicóloga, y concluye: “Por eso, jugar con los pequeños siempre será una buena inversión. Y ellos estarán muy agradecidos”.

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A cada uno lo suyo

Ni los juegos de antes eran mejores que los de ahora ni viceversa. Tanto los juegos y juguetes tradicionales como los modernos tienen sus virtudes y desventajas. Por ejemplo, antes, para disfrutar, no era necesario gastar mucho: la mayoría de las veces los juguetes eran producto de la imaginación. Una gran ventaja es que muchos de ellos se jugaban al aire libre. En contrapartida, hoy se juega fundamentalmente dentro de una pieza, sentados y frente a una pantalla.
Sin embargo, actualmente existe una gran variedad de videojuegos que abarcan diversos intereses: de aventuras, de cocina, de coches, de motos, de palabras, de fútbol, etcétera. Este tipo de juegos ejercitan la memoria en escenarios muy diversos, ya que no se pueden superar las pruebas sin recordar atajos y trucos. También generan entusiasmo para perseverar en una tarea.
Según la sicóloga Nitel Monges, los juegos pasivos, es decir, aquellos que no implican el acto físico, fomentan el razonamiento lógico, la atención, la concentración y la observación. En esta categoría también se encuentran los populares rompecabezas, crucigramas, adivinanzas y juegos de mesa.


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Los invencibles

El paso del tiempo no los ha deteriorado en el imaginario infantil. Varias generaciones de padres comparten con sus hijos juegos y juguetes con los que ellos pasaron su propia infancia. Según un sondeo en varias jugueterías locales, pese a los cambios tecnológicos, hoy todavía siguen vigentes y se venden mucho algunos juguetes de la vieja escuela, como pistas de autos, muñecas, cocinitas, autitos de colección y hasta juegos de mesa.