EFE
La restauración del féretro, seriamente dañado por las termitas, se lleva a cabo en el Archivo Nacional, en Asunción, con el objetivo de que la pieza se encuentre en condiciones óptimas para el homenaje por el 150 aniversario de la muerte del general, que se conmemorará el próximo 7 de febrero.
Sin embargo, los restos del general nunca descansaron en ese féretro de madera, que solo contuvo una réplica de yeso de Díaz, cuyo cuerpo fue enterrado en otro ataúd en el cementerio asunceno de Recoleta, explicó hoy a Efe Natalia Antola, directora de proyectos y obras de la SNC.
El féretro en restauración fue un encargo del entonces presidente de Paraguay, el mariscal Francisco Solano López (1862-1870), quien ordenó construir un cenotafio, un sepulcro vacío que sirviera para recordar al general y rendirle homenaje en la Catedral de Asunción.
Así, en lugar de los restos del héroe, en el ataúd se encontraba una escultura en yeso que también está siendo restaurada, una pieza con pátina de color bronce que representaba su busto, vestido con uniforme militar.
Según la investigación de Antola, la hipótesis más probable es que el cuerpo de Díaz, quien comandó a las tropas paraguayas en la batalla de Curupayty, la más importante victoria del país en la Guerra de la Triple Alianza, fuera trasladado en un féretro sencillo desde Paso Pucú (sur), donde murió tras ser herido, hasta la ciudad de Humaitá.
Desde allí, la comitiva fúnebre remontó en barco el río Paraguay hasta la Catedral de Asunción, donde tuvo lugar el funeral del héroe, en el que los asistentes se acercaron al féretro con la escultura de yeso para despedirse del prócer.
Los restos de Díaz, en cambio, fueron enterrados en otro ataúd en la Recoleta, junto con una caja más pequeña en la que se encontraba su pierna, amputada después de que resultó herido en una operación de espionaje de las tropas enemigas.
En 1939, sus restos volvieron a unirse en una urna funeraria que se instaló en el Panteón de los Héroes, en Asunción, inaugurado poco tiempo antes, tras el final de la Guerra del Chaco (1932-1935).
El otro féretro, el que contenía su escultura y está siendo restaurado, llegó a integrar la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de Paraguay, y después fue trasladado a una casa construida en el solar donde nació Díaz, en Pirayú (50 kilómetros al sur de Asunción).
Debido a los daños causados por las termitas, el féretro fue albergado en el Museo Campamento Cerro León, también en Pirayú, y después viajó a los talleres de la SNC, donde se trabaja para recomponer algunos elementos de la escultura, y consolidar la estructura del ataúd.
“La pieza se encuentra en un estado regular de conservación. La escultura tiene partes faltantes que vamos a ir agregando, y después vamos a ponerle una película colorida en el mismo tono que tiene, para rellenar las lagunas de color”, explicó María Zeneida Recalde, miembro del equipo de restauración de la SNC.
Agregó que la base del ataúd, de madera de cedro, también está dañada, porque fue devorada por las termitas, mientras que la tapa del féretro está en un mejor estado.
En esta tapa, perforada en forma oval para dejar sobresalir la escultura de Díaz, se encuentran tallados los nombres de los lugares donde libró batallas, junto con la inscripción “Vencedor Curupayty”, en recuerdo de su mayor victoria.
Además, en los herrajes de metal del ataúd, usados en su día para transportarlo, están grabadas las iniciales “JE” del nombre del prócer, José Eduvigis.
Para el 7 de febrero, con motivo del 150 aniversario de la muerte del general, está previsto que el féretro se traslade en procesión desde la antigua estación de ferrocarril de Pirayú hasta la iglesia de la localidad, donde se celebrará un acto de homenaje.
Tras el evento, la pieza regresará a los talleres, en los que se continuará dando vida a la memoria de uno de los máximos héroes de la llamada Guerra Grande en Paraguay, la contienda que dejó arrasado al país y diezmada a su población.