Un amplio debate se generó luego de que se diera a conocer el rechazo de algunas familias hacia las viviendas construidas por la Secretaría de Acción Social (SAS). De ellas, unas 43, poco más del 20% del total, decidieron abandonar las casas provistas por el Estado y volver a sus antiguos hogares, pese a la gran amenaza que suponen las inundaciones.
María García, representante de los bañadenses, señaló que algunos tomaron esta difícil decisión ya que se consideran abandonados en el lugar por el Estado. Indicó que quienes no tienen un trabajo estable regresaron para fungir como recicladores, limpiavidrios o cuidacoches.
“Las personas no van a comer las casas. No vamos a alimentar con ladrillos a nuestros hijos. No es igual la situación para quien no tiene trabajo, para personas que por años no conocen la presencia del Estado, para quienes no tienen estudios”, refirió.
Pero también se da la otra cara de la moneda: hubo personas que decidieron permanecer en el lugar. Celeste Palacios es una de ellas y contó en una entrevista con radio Monumental su experiencia.
La mujer reconoció que, sobre todo, la dificultad principal se plantea en la lejanía de los centros de salud y educación. Desde el barrio Las Colinas, el Hospital Nacional de Itauguá queda a 3 kilómetros, la escuela más cercana a 1,5 kilómetros, y existe una merma en el servicio de transporte en determinados horarios.
Igualmente, refirió que muchos de los pobladores están muy distantes de sus trabajos. No obstante, resaltó que sí se puede hacer frente a este tipo de situaciones. “No cuesta si uno piensa en sus hijos o en uno mismo, si quiere para su casa”, manifestó entre otras cosas Celeste. “Si uno quiere, puede”, agregó.
El ministro de la SAS, Héctor Cárdenas, señaló este miércoles que ciertos bañadenses “no aprovechan” el techo que se les da. Sin embargo, existen aún familias que se mantienen en Las Colinas ante el difícil panorama que se vive a consecuencia de las inundaciones.