EFE
“Con este museo queremos abrir un debate en Polonia sobre nuestra propia historia, y a la vez servir de lección de historia para los visitantes extranjeros”, dijo el director del centro, Pawel Machcewicz, quien ha luchado en los últimos meses contra el Ejecutivo para lograr la apertura de las instalaciones con los contenidos planificados originalmente.
El Ministerio de Cultura polaco ha criticado que el museo no sea lo suficientemente patriótico, ya que no muestra el dolor que la II Guerra Mundial provocó en Polonia y ofrece en su lugar un contexto más internacional a la narración del conflicto, y había planteado su modificación.
El centro, que comenzó a construirse en 2008 y ha costado más de 100 millones de euros, fue una apuesta personal del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, cuando era primer ministro de Polonia.
Las malas relaciones entre Tusk y el líder del actual partido gobernante en Polonia, Jaroslaw Kaczynski, son conocidas en el país y el director del museo, Pawel Machcewicz, ha asegurado haber sentido las presiones.
Nombrado cuando Tusk era aún primer ministro, se ha quejado en numerosas ocasiones de que el nuevo Ejecutivo ha intentado apartarle de la dirección del centro en múltiples ocasiones, sirviéndose de la excusa de que los contenidos de la exposición no son lo suficientemente patrióticos.
El pasado 1 de febrero los tribunales dieron la razón a Machewicz en su pleito con el Ejecutivo, lo que ha permitido que las instalaciones sean finalmente abiertas al público.
La exposición incluye tres carros de combate (estadounidense, soviético y nazi), además de recuerdos de familias que sufrieron la guerra, armamento, uniformes y representaciones de la vida cotidiana de quienes vivieron el conflicto y la ocupación, con recreaciones de viviendas y espacios urbanos.