EFE
Alrededor de 850 prisioneros de los cerca de 6.000 que hay en cárceles israelíes continúan la protesta, denominada “Por la Libertad y la Dignidad”, informó el Servicio de Prisiones de Israel, una cifra que las autoridades palestinas elevan a más de 1.300.
“El Servicio de Prisiones no está negociando con los prisioneros y no puede discutir sobre la situación de salud de los que se encuentran en huelga”, señaló su portavoz, Hana Herbst.
Barguti informó ayer a su abogado de que dejará de beber agua si Israel sigue negándose a negociar con los huelguistas, informó el ministro para Asuntos de los Prisioneros, Isa Qaraque.
El líder preso es visto por muchos como un posible sucesor del presidente palestino, Mahmud Abás, pese a que cumple cinco condenas perpetuas por su participación en cinco asesinatos durante la Segunda Intifada.
Los presos exigen a Israel el “fin de las penas en celdas de aislamiento, la tortura, negligencia médica o la detención administrativa, además de acceso a educación, cuidado médico y ampliar las visitas de familiares” de una a dos mensuales.
La huelga de presos propició aumentar la fricción en los puestos de control israelíes en Cisjordania, a los que se dirigen las manifestaciones de apoyo a los reclusos.
Ayer se registraron enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes cerca de los campos de refugiados de Jenen y Askar, en Nablus (norte de Cisjordania), y por la noche en Tulkarem (también en el norte), informaron fuentes palestinas.
Manifestantes trataron de cortar las principales carreteras en Cisjordania que utilizan colonos israelíes, tirando piedras y neumáticos en llamas, especialmente en las áreas de Ramala, Nablus y Tulkarem.
La Media Luna Roja (equivalente a la Cruz Roja) se vio obligada el martes a cerrar su sede en Ramala tras la entrada de manifestantes en apoyo a los prisioneros, lo que puso en riesgo la seguridad de sus empleados.
El miembro del Comité Central De Al Fatah, Yamal Muheisen, advirtió ayer de que si les ocurre algo a los presos bajo custodia israelí habrá una gran repercusión en la calle palestina, que se volcó en organizar marchas, manifestaciones y numerosos eventos en solidaridad.