26 abr. 2024

Los medios de comunicación y la lucha contra la corrupción

En un país donde la corrupción es todavía uno de los principales problemas que enfrenta la sociedad, el papel de los medios de comunicación es de importancia capital para combatir esa enfermedad que impide un progreso más acelerado. Dado que los organismos de control de las instituciones del Estado son débiles y no cumplen a cabalidad su cometido —tal como se ha visto en el escándalo de la Contraloría General de la República, donde sus dos principales autoridades se convirtieron en cómplices del mal uso de los bienes públicos—, la presión ciudadana expresada a través de los canales de información constituye un arma valiosa para denunciar los despilfarros de los funcionarios estatales y solicitar la intervención de los organismos que pueden destituirlos y ponerlos a disposición de la Fiscalía. Gracias a esa alentadora participación se van ganando algunas batallas.

Francisco Silva Durán, jefe de la División Jurídica y Asuntos Institucionales de la Dirección Nacional del Servicio Civil de Chile, al decir que “es fundamental el papel de la prensa para combatir la corrupción” no ha hecho sino ratificar una verdad que en nuestro país goza de plena vigencia.

Dado que los mecanismos de control internos de las instituciones públicas y los externos, como la Contraloría General de la República y el Ministerio Público, no funcionan con eficiencia para detectar a los corruptos y castigarlos, la labor de los medios informativos se ha constituido en el verdadero organismo a través del cual los ciudadanos participan y demuestran su descontento por el mal uso de los bienes que pertenecen a todos por pagar sus impuestos directa o indirectamente.

El caso más reciente en el que los medios de comunicación —a partir de una denuncia publicada por nuestro diario— evidenciaron su fuerza para incidir en la decisión de desalojar de sus cargos a los que se adueñan de las instituciones para usarlas en beneficio propio o de sus privilegiados, se ha dado con la Contraloría.

Si la opinión pública no hubiera conocido que una secretaria de esa institución cobraba sumas exorbitantes en concepto de horas extras ampliando incluso el lapso de duración de un día y marcando el reloj de registro de entrada y salida del personal hasta en fechas en las que estaba de vacaciones, la corrupción hubiera continuado al amparo del silencio.

Al darse a conocer los hechos irregulares, la ciudadanía que paga sus impuestos fue adquiriendo conciencia en relación al malgasto de sus aportes al Ministerio de Hacienda en concepto de impuestos. Acto seguido, por todos los medios de comunicación disponibles, hizo saber su disconformidad y exigió al Congreso que destituya a los que entonces eran el contralor Óscar Velázquez y la subcontralora Nancy Torreblanca.

La indignación ciudadana fue la que convenció a los parlamentarios dubitativos —de la Cámara de Diputados sobre todo— acerca de la necesidad de establecer un nuevo orden en la Contraloría, sometiendo a juicio político a los que, en vez de controlar el correcto uso del dinero público en las instituciones del Estado, se habían entregado a la práctica de fomentar la corrupción.

Los medios de comunicación no son jueces ni fiscales. Son, sin embargo, los espacios de la vida democrática a través de los cuales los ciudadanos se enteran de la conducta de los funcionarios a los que pagan su sueldo y expresan su censura hacia aquellos que han sido depositarios infieles de la confianza que tendrían que haber honrado con una gestión honesta y eficiente. De ese modo cumplen un rol social insustituible.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.