29 mar. 2024

Las madres de la rebelión estudiantil

Luchadoras, sacrificadas, trabajadoras. Adjetivos que describen casi a la perfección a Pabla Riveros Echeverría y a Petrona Peña Feltes. Ambas tienen en su haber una parte importante de la primavera estudiantil de nuestro país. Te contamos por qué.

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La rebelión estudiantil marcó un hito imborrable en la educación de nuestro país | Foto: Archivo

Por Elías Piris | En Twitter: @eliaspiris

Doña Pabla Riveros Echeverría es modista de oficio. Dedica muchas horas de su jornada a trabajar en un taller de costura. Pabla conoce como pocos la desazón del exilio económico, que la obligó a buscar un futuro mejor en España, donde trabajó durante cinco años.

Pabla es mamá de Heber Méndez, uno de los protagonistas de la histórica toma del colegio República Argentina. Como un efecto dominó, dicha acción fue la piedra angular de la rebelión estudiantil que terminó con la renuncia de la ex ministra de Educación Marta Lafuente.

La estadía de su madre en el país europeo marcó a fuego la vida de Heber y sus hermanos, quienes se vieron obligados a madurar más rápido.

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Muchos la recuerdan como “la madre coraje” que permaneció día y noche acompañando la toma del colegio, sosteniendo pancartas y dando apoyo logístico a los corajudos adolescentes.

"(Heber) Me había avisado que iban a hacer la toma del colegio, al principio no creí que se iban a animar”, nos cuenta a modo de confesión.

–¿Desde el principio contó con tu apoyo incondicional?

–Así mismo, desde un principio supe que era la medida correcta. Sin eso que hicieron los chicos iba a ser imposible soñar con mejorar el sistema educativo.

Con la candidez que la caracteriza, Pabla recuerda que el momento más tenso fue el de la intervención de la comitiva policial en el primer día de la toma. “Me asusté mucho cuando veía por la televisión que los policías rompían la puerta principal del colegio. Temí por la vida de mi hijo”.

–¿Qué hacías mientras Heber permanecía en la toma del colegio?

–Trataba de hacer mi vida normal, pero me resultaba imposible, no podía concentrarme. Siempre estuve acompañando de cerca todo ese proceso.

–¿Cuáles fueron los valores que inculcaste a tu hijo en la casa?

–La lucha por salir adelante, las ganas de trabajar y ser una persona de bien.

“Esperanza” es la primera palabra que la mujer responde al ser consultada sobre lo que piensa de esta generación de jóvenes. “Está cambiando la mentalidad, tengo que reconocer que lastimosamente mi generación no fue capaz de luchar de esa manera. Nosotros crecimos con mucho miedo de decir las cosas, esta generación ya no se calla nada”, señala con una inocultable emoción.

–¿Cómo es Heber en la casa?

–Heber siempre fue un chico tranquilo. Siempre colaboró con todas las tareas que le encomendé porque toda la vida trabajé muchas horas fuera de la casa. Todos mis hijos tienen una responsabilidad y la saben cumplir.

–¿Qué le decís a tu hijo después de todo lo que pasó?

–Vuelvo a repetir lo que dije a los medios de prensa: Soy la mamá más orgullosa del mundo.

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Nos toca entrevistar a nuestra segunda mamá: Se trata de Petrona Peña Feltes, quien es madre de Liz Guillén, una de las protagonistas del movimiento nacido en el 2015 y conocido como #UNAnotecalles, que tras darse a conocer los casos de corrupción despertó de su letargo al movimiento universitario y tumbó al entonces rector de la Universidad Nacional de Asunción, Froilán Peralta.

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Petrona es docente de cuerpo y alma. Da clases en la escuela Blas Garay de la ciudad de San Lorenzo y por las noches enseña en el instituto Héctor Duarte, orientado a adultos que no pudieron concluir la educación media. Está cansada al final de una dura jornada, pero no pierde la sonrisa al decir que tiene “55 hermosos años”.

Lo primero que recuerda al referirse al espíritu combativo de su hija –quien capitanea el centro de estudiantes de la Facultad de Diseño, Arquitectura y Artes (FADA)– es la persecución que sufrió su padre (el abuelo de Liz) durante la dictadura stronista.

El asesinato de su abuelo, un conocido dirigente del Partido Liberal en la ciudad de La Colmena, marcó el itinerario de la rebelión en la familia de Liz Guillén y marcó a fuego su historia de vida.

“Me acuerdo que cuando era chiquita iba a las reuniones clandestinas. Tenía once añitos y no entendía por qué mis compañeros de escuela se referían despectivamente a mí diciéndome liberal sa’yju”, rememora con un dejo de nostalgia.

Petrona tenía 11 años cuando su padre fue asesinado en su ciudad natal, dejando ocho hermanos huérfanos. Esta circunstancia la obligó a dejar los estudios para emigrar a la capital, donde trabajó por muchos años como empleada doméstica en casas de encumbradas familias.

“Trabajé mucho tiempo como empleada doméstica y la abuela de Liz era lavandera, estamos orgullosos de mujeres luchadoras”, dice.

–¿Qué fue lo primero que dijiste a tu hija cuando se enfrentó a los poderosos de la universidad?

–Le dije bien claro: “Mirá mi hija, te advierto que te estás metiendo con gente que tiene mucho poder político, ellos no van a dudar para hacerte daño”. Pero la vi tan convencida que dejé el miedo de lado para acompañarle en su lucha.

–¿Qué es lo que más admirás de Liz?

–Ella es una chica muy atinada en sus acciones. Me impresiona cómo mi hija habla y actúa con tanta convicción. Eso me hace bien después de padecer los horrores de un gobierno dictatorial.

“Estoy convencida de que hay un cambio en esta generación y también me considero parte de este cambio”, reflexiona.

Mujeres que son dignas representantes de la clase trabajadora, incansables y al mismo tiempo empedernidas soñadoras. Ellas son las madres de la rebelión estudiantil. Ellas también son parte esta historia que se sigue escribiendo de manera victoriosa.

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