13 may. 2024

La fotocopiadora maldita

En Paraguay, si sos hijo de pobres tenés altísimas probabilidades de repetir su historia. Es casi seguro que asistirás a una escuela pública de mala calidad y que, si lográs completar la primaria, accederás a un colegio público mediocre. Puede que concluyas la secundaria, aunque no es seguro. Tampoco es posible saber en qué condiciones de salud llegarás, ya que cualquier cobertura médica dependerá del azar, del momento presupuestario en el que tuviste la necesidad de un hospital público y de la buena voluntad y el nivel de vocación del galeno de turno.

Suponiendo que superes el colegio, tus posibilidades de acceder a la universidad serán todavía más reducidas, y tus mayores chances serán de carreras rápidas en universidades públicas o en privadas de dudosa calidad.

Con ese pobre nivel de instrucción saldrás a buscar empleo. Lo más seguro es que termines formando parte de ese 40 por ciento de los trabajadores llamados “cuentapropistas”, laburantes que ganan menos del mínimo, trabajan más de ocho horas al día, carecen de seguro social y desconocen las vacaciones. O puede que consigas entrar en una empresa privada en donde tu techo por años será el salario mínimo, sin chances de sindicalizarte y, dada tu pobre formación, con mínimas oportunidades de ascenso.

O podés recurrir a la política y formar parte del nueve por ciento de los trabajadores cuyos salarios se comen el 98 por ciento de nuestros impuestos. Serás un funcionario del Estado donde tu salario y carrera dependerán casi exclusivamente del peso de tu padrino y del porcentaje que le pases.

Si, por el contrario, sos hijo de ricos tendrás la mejor educación, salud y seguridad que su dinero pueda pagar. En Paraguay, hay hasta un 70 por ciento de probabilidades de que su riqueza se haya generado con dinero público, mediante la administración directa y corrupta de fondos estatales, la suscripción de contratos inflados con el Estado, la evasión fiscal o la obtención de privilegios comerciales.

Puede que tus padres solo sean herederos de esa fortuna mal habida. De hecho, no estamos juzgando, solo describiendo el escenario. Igualmente, son altísimas las posibilidades de que tus padres o los suyos formen o hayan formado parte de la clase política, o que estén estrechamente vinculados con ella, como socios, beneficiarios o financistas.

Por supuesto que estos son solo porcentajes de probabilidad. No hay un ciento por ciento en nada. Hay fortunas honestas, hay pobres que se hacen ricos trabajando lícitamente y hay campesinos que llegaron a ser grandes artistas.

Pero las chances de que estos casos se den son menores, porque el modelo político y económico que se construyó en el país busca mantener los privilegios de la minoría que controla el Estado y sus instituciones. Porque la razón de ser de este Estado no es garantizar la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos, sino la de perpetuar las diferencias.

Por eso, mientras en los países desarrollados para hacerse rico hay que empezar concibiendo una buena idea, en Paraguay basta con que la élite política te pague con dinero público para fotocopiarla.

Más contenido de esta sección
No se admitirá a homosexuales. Tampoco chicos con aritos ni tatuajes. No se admitirá a jóvenes que solo hablen guaraní o aquellos que visten todo de negro, se pinten el pelo o usen ropa oversize. No se admitirá nenes que usen camiseta rosa o niñas que lleven el pelo corto como varones o usen piercing o cualquier otra “cosa rara” que pueda incidir en el resto del grupo.
Se reactiva un nuevo ciclo escolar, con los mismos arquetipos negativos anuales, toda vez que observamos los datos de aulas en mal estado, infraestructura en general muy deteriorada, falta de inversión edilicia, poca actualización e instrucción del plantel docente, y marco referencial de tire y afloje en torno a la merienda escolar, banalizados en discusiones político-partidarias, especialmente en el Parlamento.