Susana Oviedo
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Al igual que otros latinoamericanos, los paraguayos piensan que podrían ser una potencia, que tienen los recursos humanos y naturales para vivir mucho mejor, que esto solo depende de que se hagan bien las cosas, y que los políticos dejen de robar. “Básicamente eso es lo que cree el 80% de los latinoamericanos, y es un argumento más para que venga una candidatura y se apropie del cambio”, plantea Ricardo Amado, experto venezolano en temas electorales, gobernabilidad, estrategia, movilización de bases y nuevas tecnologías.
–El título de la conferencia que dictó en Paraguay fue Gana quien se apropia del cambio. ¿A qué se refiere, considerando que la palabra cambio está siempre presente en toda campaña electoral? La utilizan los candidatos y la demandan los electores.
–Más allá de que usemos o no la palabra cambio, los electores quieren cambio por una razón muy sencilla: porque la vida de la gran mayoría está complicada, viven en condiciones complejas, sienten inclusive que la movilidad social ha disminuido. A veces tengo la sensación de que, aunque no lo verbalicen de esta manera, sienten que el contrato social no está funcionando. Que ellos hacen su parte, que la gran mayoría son honestos, trabajadores, cumplen con las reglas del contrato y sienten que no están recibiendo los beneficios de ese contrato. Beneficios, como seguridad, como la posibilidad de que sus hijos vivan mejor.
Cuando hablamos de cambio, por supuesto, que tiene que ser un cambio creíble. Pero revisemos algunas experiencias recientes: Trump no usó la palabra cambio, pero habló de “limpiar el pantano”, que era una metáfora para construir un cambio grande, que resolviera los problemas de la élite de Washington. Bernie Sanders invitaba a la gente a una revolución política. Eso también era una oferta de cambio.
Cuando la gente siente que es auténtica la invitación, la recibe. Auténtica es que sea creíble, que estemos rodeados de gente que parezca y represente el cambio, y que además invitemos a algo distinto. El problema de algunas campañas es cuando utilizan la palabra cambio y la gente cree que quienes la proponen son exactamente iguales que los demás. Es ahí donde se pierde el valor de esto.
–El informe 2017 de Latinobarómetro señala una insatisfacción con la democracia en América Latina. Los paraguayos consultados expresan esto de manera reiterada. ¿Qué reflexión haría al respecto?
–Estuve analizando los datos de Latinobarómetro que hablan de que una gran mayoría de los paraguayos sienten que se gobierna para unos pocos. Que la democracia no está funcionando para ellos, no tienen confianza en sus instituciones. No confían en su policía, en el Congreso, en el sistema judicial, en el Tribunal Electoral, y tienen bajísima confianza en los partidos políticos. Todo eso son señales para pensar que los ciudadanos quieren un cambio. La reflexión que tenemos que sacar respecto a lo que refleja Latinobarómetro es preguntarnos: ¿Para quién se gobierna? ¿Por qué la gente siente que se gobierna para unos pocos? Hay también una necesidad comunicacional de explicar mejor cómo se está transformando el país para que la gente viva mejor.
–¿Qué puede resaltar de la actual campaña electoral en Paraguay con vistas a las elecciones internas de diciembre próximo y a los comicios generales de 2018?
–Creo que hay un espacio para políticos que se atrevan a hacer las cosas diferentes, de forma y de fondo. Siento que está ausente la discusión sobre corrupción, que está en el corazón de todo esto. Sé que dicen que estas son unas internas, pero estas tienen conexión con las elecciones generales siguientes, y los ciudadanos están reclamando alguien que hable de ello (por la corrupción). Entonces, la primera responsabilidad es no evadir los temas. Es decir: “Esto es difícil cambiar, pero por supuesto que tenemos que hacerlo”.
Creo que los ciudadanos están esperando una revolución moral, y esto es parte del cambio. Es cierto que también quieren que alguien les resuelva cuestiones de inseguridad, etc. Pero primero que nada están buscando candidaturas que se diferencien a través del comportamiento y que los inviten a creer que la política se puede hacer diferente. Por eso es una gran oportunidad para un candidato que enarbole ese discurso. Hay una oportunidad para un discurso de honestidad y de republicanismo.
–Pero fíjese que tuvimos ese fenómeno con Fernando Lugo, y usted sabe cómo terminó su gobierno...
–Bueno, todavía Lugo tiene una base popular relevante. Todavía hay gente que recuerda por qué vio en él una oportunidad de cambio, tanto de forma como de fondo. Más allá de que el desenlace de su gobierno no haya sido el esperado, tanto en términos de gestión, como en términos democráticos, creo que todos estos condimentos todavía están presentes. Pero esta discusión sobre el cambio no es solamente para los outsiders, es también para los candidatos más tradicionales. Marito tiene que diferenciarse de Santiago (Peña) y este de Marito. El candidato liberal tiene que diferenciarse de todos.
–¿Cómo es eso?
–Bueno, creo que Marito intenta construir una diferenciación con Santiago, de dos maneras. Primero, sobre un contraste de identidad: Yo soy colorado y tú no eres colorado. ¿Cuál es la diferencia entre tú y yo? Bueno, que yo soy un verdadero colorado. ¿Y qué va a ser el cambio? Que ahora llegará un verdadero colorado a gobernar, con el apoyo de los colorados. Ahí hay una idea de cambio también, que intentan poner en la cabeza a los votantes, especialmente de la interna.
Hay una segunda idea de cambio, especialmente del lado de Marito: “Yo estoy con la gente, y tu estás solo con el grupo de poder”. Ahí hay una intención de hacer contraste desde esta idea, lo cual, insisto, intenta posicionar que va a haber un cambio si él llega.
–¿Y por el lado de Peña?
–También hay una intención de contraste: “Yo estoy preparado, no soy un político tradicional, soy más un ciudadano, y tú eres un político de los mismos de siempre. Aunque eres joven, pero en realidad eres un político viejo”. Ellos intentan insinuar la idea de que el cambio ya está en camino y que solo van a continuar, fortalecer o seguir construyendo el cambio.
También desde las candidaturas más tradicionales se intenta hablar de cambio, aunque lo hagan de otra manera.
–¿Qué opina sobre la irrupción en política de personajes de la farándula o de la comunicación?
–No lo veo mal, per sé. Hay que tener cuidado de no frivolizar la política, pero los electores poco a poco se dan cuenta de dónde encuentran materia prima, y dónde no.
A veces se equivocan tanto con estos candidatos como con los que supuestamente estaban bien preparados.
Perfil
Nombre: Ricardo Amado.
Experto venezolano en asesoramiento a candidatos, gobiernos y partidos políticos de América Latina. Actualmente imparte un curso de Movilización de Bases para la Maestría de Gerencia Política de la George Washington University. En Asunción volvió a estar la semana última, invitado por la Dirección de Posgrado de la Universidad Columbia y por la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP), con cuyos directivos compartió un conversatorio.