Por Andrés Colmán Gutiérrez
SAN IGNACIO, MISIONES
Lo concibió y dirigió un pintor y escultor (Koki Ruiz); lo realizaron una veintena de hombres y mujeres (artesanos de Tañarandy y San Ignacio), pero la mayor obra de arte social y religioso la sienten suya miles de pobladores, desde los casi 200.000 que escribieron sus nombres en los cocos, hasta los que ayudaron con algún aporte o solo salieron ayer a las calles a ver pasar la caravana desde San Ignacio hasta Ñu Guasu.
El imponente retablo hecho con centenares de miles de espigas de maíz, frutos de cocotero, semillas de poroto y locro y calabazas, fue transportado ayer a bordo de tres enormes camiones y seguido por una larga caravana de vehículos, en un clima de fiesta popular que despertó la alegría y esperanza de mucha gente, en la medida que cruzaba por pueblos y ciudades, recibiendo el saludo colectivo.
“Esta obra es mucho más que un adorno para una misa que celebrará el papa Francisco, porque es un símbolo que rescata toda la riqueza de nuestra cultura guaraní, el sueño del yvy marane’y o la tierra sin mal de nuestros ancestros”, explicó el pa’i Juan Lino Flores, primer indígena de la etnia Avá Guaraní que fue ordenado sacerdote católico, quien dirigió un ritual de purificación con cánticos en su idioma originario, antes de la salida de la caravana.
recorrido. Poco después de las ocho de la mañana, el pa’i Flores impartió su bendición y los tres grandes camiones emprendieron la marcha, escoltados por vehículos de la Patrulla Caminera, Policía Nacional y agentes de tránsito, pero antes de salir a la ruta hicieron una gira por el centro de San Ignacio, donde centenares de personas apostadas a los costados de las calles y avenidas saludaban el paso con banderas paraguayas, banderas del Papa, pañuelos y globos de colores, estruendo de petardos, gritos y aplausos.
Una bulliciosa dotación de más de cien vehículos y motocicletas siguió la primera parte del recorrido, hasta gran parte del trayecto. Las escoltas se iban renovando por tramos, en donde grupos recibían y acompañaban a la expedición, hasta determinadas distancias, de manera que el flujo nunca se cortó hasta el destino final.
“Esta es una obra de la gente, de toda la gente que la siente suya y se ha apropiado de ella. Es como concebimos la creación artística, con un contenido eminentemente social”, explicó el principal impulsor de la obra, Koki Ruiz.
EMOCIÓN. Varios momentos muy emotivos se vivieron durante el viaje de casi 7 horas.
Dotaciones castrenses, como la Infantería y la Caballería de San Juan Bautista, saludaron con bandas musicales. En la curva de San Juan, más de 2.000 personas cerraron el paso de la caravana para aclamar a sus realizadores.
En Carapeguá, centenares de jóvenes formaron cordones a ambos lados de la ruta, aguardando horas bajo la lluvia para saludar a la caravana.
Casi puntualmente, a las 15.00, la expedición llegó a Ñu Guasu, recibida por una multitud. El montaje del retablo se inicia este lunes y debe estar listo para el viernes.