El aparente “fracaso” de Cristo en la cruz se vuelve redención gozosa para todos los hombres, cuando estos quieren. Nosotros estamos ahora recibiendo copiosamente los frutos de aquel amor de Jesús en la cruz.
“En la misma historia humana que es el escenario del mal, se va tejiendo la obra de la salvación eterna”, en medio de nuestros olvidos y negaciones, y de nuestra correspondencia llena de amor.
La Cuaresma es un buen momento para recordar que la Redención se sigue haciendo día a día y para detenernos a considerar los momentos en que se hace más patente: “Cada vez que se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, por el que se inmoló Cristo nuestra Pascua, se realiza la obra de nuestra redención”. Cada misa posee un valor infinito; los frutos en cada fiel dependen de las disposiciones personales.
Con San Agustín podemos decir, aplicándolo a la misa, que “no está permitido querer con amor menguado (...), pues debéis llevar grabado en vuestro corazón al que por vosotros murió clavado en la cruz”.
La redención se realizó una sola vez mediante la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, y se actualiza ahora en cada hombre, de un modo particularmente intenso, cuando participa íntimamente del sacrificio de la misa.
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “Los doctores de la ley no entendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no entendían la alegría de la alianza. ¡No entendían! No sabían ser felices, porque habían perdido el sentido de la felicidad, que solamente viene de la fe.
Nuestro padre Abraham ha sido capaz de ser feliz porque tenía fe: se ha hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. ¡Eran doctores de la ley, pero sin fe! Y aún más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo. […]
... Les exhorto a pedir al Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el día de Jesús cuando nos encontremos con él y la gracia de la alegría”.
(Frases extractadas en el libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y http://es.catholic.net/op/articulos/14447/cat/565/la-verdad-os-hara-libres.html)