La del domingo fue mucho más que una derrota colorada.
En Asunción el voto castigó la gestión del intendente. Pero castigó un poco más que eso.
El famoso voto castigo fue también el rechazo al discurso violento que se impuso en la última recta de la campaña.
Representa un no rotundo a la amenaza de teñir de colorado todo un país. Amenaza que provino del peor jefe de campaña que pudo tener Arnaldo, el mismísimo presidente de la República.
Horacio Cartes decidió dejar de ser presidente de todos los paraguayos y pasó a ser un seccionalero y a convertir Mburuvicha Róga en un PC de la ANR.
En horas de trabajo, decenas de funcionarios públicos colorados se reunieron en la casa que ocupa el presidente, pagada por los impuestos de los paraguayos, para delinear sus estrategias para las elecciones. Y lo hicieron a la vista de todos.
Cartes lo dijo, bien clarito: “Mburuvicha Róga claro que es un PC (puesto de comando) colorado. No llegué a la presidencia gracias al club Libertad, sino gracias al Partido Colorado”.
No se calló, ni se le ocurrió ensayar alguna disculpa o excusa. Nos dijo en la cara que hace lo que quiere; y parece que la gente tomó nota.
Fair play. Como se sabe, en campañas electorales no siempre los contendientes juegan limpio. No está la FIFA para sacar tarjetas rojas o suspender a los jugadores cuando se pasan con una plancha o una barrida.
Para eso está el voto del ciudadano. Y esta vez en Asunción fueron miles de votos los que dijeron que ya no soportaban el discurso stronista, homofóbico, mentiroso y sectario.
Que rechazaban la propaganda de un intendente que usó sus pretendidas obras, financiadas con el presupuesto municipal, para ganar votos.
Con el cháke de cierto obispo y ciertas iglesias que bajaron al terreno de juego temas que nada tenían que ver con el tema municipal. Porque, ¿qué tenían que ver el aborto y los gays con los baches y el caos en el tránsito?
Es muy saludable que el país debata sobre esos temas. Hay que debatir, pero cada tema en su espacio y en su momento. Esa campaña para lo único que sirvió es para desnudar a los retrógrados. Y a esos también la gente castigó.
Es probable que en cinco años los nuevos intendentes no logren resolver todos los problemas que aquejan a sus municipios. Pero se espera de ellos que al menos lo intenten, y que sus intentos sean en serio.
El domingo el país no se tiñó de colorado, por suerte. Aunque para mi gusto se ve demasiado azulgrana.
Pero está un poco más cerca de ser ese país colorido, más tolerante y democrático, que todos queremos.