“Empiezo mi día a las 2 de la mañana. Llego antes de las 6:00 acá y termino a las 11:00”, dice Teófilo.
En su casa, continúa con su labor trasplantando plantines, cuidando de otros y preparando los remedios yuyos que venderá al día siguiente.
Se considera una especie de médico ñana, cuando orienta a sus clientes sobre el yuyo que podría ayudarles en una dolencia.
Este fue desde siempre su trabajo, el de vendedor de yuyos. Con sus padres ya se había iniciado de niño.
“Soy agricultor, siempre me gustó la agricultura. En mi casa, aparte de esto, tengo mi huerta, mandioca, maíz”, dice orgulloso.
Como observador de la calle hace dos décadas y media, aguarda que lleguen tiempos mejores.