La mañana del domingo 1 de agosto de 2004 quedó marcada en la sociedad paraguaya como el día en que se desató un infierno en la esquina de la avenida Artigas y Santísima Trinidad, lugar donde acudieron numerosas unidades de bomberos para combatir las llamas que se erguían sobre el cielo asunceno.
Unas 400 personas que llegaron a ese sitio para pasar en familia o hacer compras perdieron la vida y otras 500 sufrieron heridas de diversas consideraciones al quedar atrapadas porque las puertas se cerraron herméticamente, convirtiéndose en una trampa mortal.
En el interior de las ruinas de ese edificio quedarán guardados los gritos de desesperación de aquellos clientes que imploraban por una salida. Actualmente, en uno de sus laterales está el memorial donde cada 1 de agosto se recuerda a las víctimas.
Las llamas que iniciaron en la cocina rápidamente se extendieron hasta consumir todo el local comercial dejando al descubierto las falencias de los sistemas para hacer frente a una emergencia como esa.
El capitán Rubén Valdez, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay, comentó que desde aquel momento se implementaron más medidas de seguridad.
“Pero todavía queda mucho por hacer en cuanto al mantenimiento del sistema de prevención. Actualmente, muchos de los edificios tienen dispositivos de seguridad contra incendios, pero no realizan el mantenimiento correspondiente”, explica el bombero que encabeza el Departamento de Prevención e Investigación de Siniestros de esta agrupación a la Revista Vida del diario Última Hora.
El Ycuá Bolaños también dejó al desnudo la inmadurez profesional y ciudadana para cumplir con las reglas-normas de seguridad, no solamente en el diseño y la construcción, sino también en el mantenimiento responsable de los edificios, indicó el arquitecto Nelson Jara, docente adjunto de la materia opcional Seguridad contra incendios en los edificios, en FADA-UNA.
Para la Municipalidad de Asunción existe un antes y un después del Ycuá Bolaños, según el director del Departamento de Prevención contra Incendios, ingeniero Carlos Halke, quien asume que la Municipalidad aprobaba los planos, y no realizaba luego la inspección final para ver si realmente los sistemas de seguridad contra incendios se encontraban en funcionamiento.
Condenados
El siniestro del supermercado fue la peor tragedia en la historia contemporánea del Paraguay. Juan Pío Paiva fue condenado a 12 años de prisión, su hijo Víctor Paiva también fue a prisión aunque en agosto del 2007 consiguió la libertad con restricciones.
El otro procesado fue el guardia que cerró las puertas para que la gente no pueda salir durante el incendio, Daniel Areco, y también un miembro del directorio, Humberto Casaccia. La Fiscalía y los querellantes pedían 25 años de pena privativa para los procesados.
Los 4 fueron condenados por homicidio doloso simple, por dolo eventual, homicidio doloso en grado de tentativa agravada y exposición de personas a lugares de trabajo peligroso.
Areco consiguió su libertad ya en el 2007. Casaccia también ya está libre.
Juan Pío Paiva la consiguió este martes luego de que su representante, Luis Emilio Escobar Faella, realizara el pedido de libertad condicional el 23 de junio, fecha en que Paiva cumplió las dos terceras partes de su condena.
Paiva pasó los estudios sicológicos y de la asistente social, que establecieron que podía ser reinsertado a la sociedad, además de que tuvo buena conducta durante su reclusión.
El primer juicio oral y público fue realizado entre el 24 de julio del 2006 y 5 de diciembre de ese mismo año, más de 2 años después del siniestro. En aquella ocasión los incidentes obligaron a suspender la lectura de la sentencia.
En agosto del 2007 inició una nueva audiencia de juicio con un nuevo tribunal. Los Paiva y Areco fueron condenados el 2 de febrero de 2008.
La condena de Juan Pío Paiva debía purgarse en el 2017.